Pescan un barbo de más de diez kilos en Torre de Abraham

Ana Pobes
-

El pescador toledano Raúl Gómez, de 30 años, llegó al pantano con su familia y tras tres días de espera consiguió batir su propia marca con este ejemplar

Pescan un barbo de más de diez kilos en Torre de Abraham

«Fue algo espectacular. Impresionante. No me lo pude creer», confiesa Raúl Gómez a La Tribuna al recordar una de sus mayores pericias vividas mientras realizaba una de su aficiones: la pesca. Este pescador de la localidad toledana de Ventas con Peña Aguilera batió hace unas semanas su propia marca al pescar un barbo de más de diez kilos en el embalse de Torre de Abraham, en la provincia de Ciudad Real, donde acude siempre que puede para practicar este deporte. En aquella ocasión lo hizo acompañado de su mujer y de sus hijas, quienes «alucinaron cuando vieron el pez». Y no era para menos, relata con satisfacción, pues «según comentaron los expertos y pescadores de la zona hace mucho tiempo que un barbo de tales dimensiones no salía a la luz».

Pero la tarea «no fue fácil», pues a los minutos que dedicó para sacarle de la orilla se suman los tres días de espera. «Yo llego al lugar, tiro la caña y ahí la dejo día y noche».  «Preparé todos los cebos, puse en marcha la barca y lo primero que hice fue sondear, ya que en el pantano hay una poza de unos nueve metros que ya tenía controlada», comenta al tiempo que recuerda que en esa poza, que está a unos 420 metros de la orilla, fue donde logró pescar el extraordinario ejemplar. «Me llevé las cañas hacia allí, cebé el sitio, las eché, volví a la orilla… y a esperar», relata. Y es que, una de las principales cualidades que debe tener un pescador es la paciencia, y gracias a eso, a la perseverancia y a las hora de espera, Raúl logró conseguir una de sus mayores ilusiones: un barbo de grandes dimensiones. Ahora, y tras haber conseguido uno de sus sueños, su próximo reto será pescar un barbo mayor. Para ello, volverá de nuevo a Torre de Abraham, aunque en su lista de destinos se encuentra también el embalse de Orellana, en la provincia de Badajoz».  

En declaraciones a este medio recuerda que fue su suegro quien le transmitió ese gusanillo por la pesca. «El primer día que fui a pescar lo vi aburrido. No me gustó pero luego me he aficionado y ahora  las horas pescando se me pasan volando», por lo que no es de extrañar que al primero a quien le envió la fotografía de él con el pez fue a su suegro, quien «también alucinó».

Señala que en todo el tiempo que lleva pescando «jamás» ha matado un pez. «Le pesco, lo meto en una cuna y le echo agua para después  devolverlo otra vez al río tras hacerme la típica foto», por lo que confía en volver a encontrarse de nuevo con este barbo que le ha convertido en el protagonista de varios medios especializados como la revista Jara y Sedal, quien avanzó la captura.

Es la primera vez que pesca un barbo de estas características pero hace tiempo pescó también un lucio de casi diez kilos en el mismo pantano, en el de Torre de Abraham, por lo que este embalse se ha convertido en uno de sus principales amuletos, y volverá.