Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


La letra reglamentaria hizo posible la moción

23/03/2023

El espectáculo que ayer y antiher nos ofrecieron los padres de la Patria -¡pobre Patria!- en el llamado Templo de la soberanía nacional, o del Pueblo, es de los que hacen época y, de paso, apuñalan seriamente ciertas creencias que conforman la convivencia de muchas de las naciones dadas de alta hoy en el mundo. Y es que las diferentes intervenciones, unas más que otras, que dieron forma y contenido al debate de la moción de censura presentada por Vox, en un intento ficción, o ficticio, en una hipótesis muerta antes de nacer, legalmente abortada al no tratarse de un bebé, o una bebita, tal y como andan las cosas hoy; en un intento de derrocar al presidente del Gobierno, y a su Gobierno, que no tenía ni un gramo, ni un metagramo tamarístico y ni siquiera un micrón de esperanza de salir triunfante. Pero sabido esto, y aceptado por todos y hasta por el principal protagonista de la jornada y de la puesta en escena de la idea gestada por la derecha pura y dura española, el interés quedaba circunscrito y acotado, a los posibles mensajes de los grupos y, sobre todo, a las actitudes de los representantes de esos grupos. Y la verdad es que no defraudaron, porque hicieron y actuaron como cualquier español hubiese supuesto. Mal en resumen.
Y mal porque, unos más, otros menos, todos se cebaron en su acritud, por no decir desprecio, hacia el profesor Tamames, otrora destacado miembro del Partido Comunista y hoy devenido en una especie de socialdemócrata de indeterminada intensidad, cosa que sucede con relativa frecuencia, más en personas -Irene ¿y personos no?-, y, además, aprovecharon, con descaro, para lanzar ya los primeros dardos de las próximas concurrencias a las urnas: tanto nacionales, más en la lejanía, como locales, en una actitud de doblez tan consustancial a la izquierda española, capaz, por ejemplo, de estar poniendo verde al candidato en cuestión, ello por hacerle el juego electoral a Vox y pese a la diferencia de altura intelectual entre el profesor Tamames y el resto, mientras ellos, la izquierda española, de siempre, subía o bajaba del estrado con los folios de propaganda busca votos en las manos. Así que todo salió, y quedó, como unos y otros habían planeado. Tamames expresó todo lo que tenía dentro de sí, pues no parece que se guardase nada; Vox, al gestar y apadrinar la moción disfrutó de unas horas de gloria que, al perecer, necesitaba; la izquierda, en general, usó su tiempo casi más para atacar al candidato Tamames, que para exponer planes de futuro de cara a los próximos comicios; el centro derecha, el PP, pasó muy desdibujado, y ello porque no quiere molestar a Vox, pese al teatro que han hecho estos días, con el que tendrás que pactar si es que los números así lo permiten y ordenan; y Pedro Sánchez, casi, casi, la más rutilante y descarada estrella del firmamento que, en el salón de plenos, dibujasen, un 23 F ya pasado y superado, las balas de los subfusiles de unos guardias civiles embarcados a la orden
Quizás lo más curioso fuese la cínica pesadez de un Sánchez que se auto tildó como candidato elegido democráticamente, cuando lo fue, legalmente sí, pero sin urnas, tras una moción de censura como, ilusoriamente, lo estaban intentando el profesor Tamames y Vox.