Señalizar las cañadas, cordeles, veredas y caminos

Escolástico González
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Señalizar los caminos del término municipal y poner nombre a los recientemente incorporados en el Vicario contribuirá a un mejor conocimiento del término municipal, su protección y su conservación por parte de propietarios públicos y privados

Señalizar las cañadas, cordeles, veredas y caminos

Señalizar los nuevos y viejos caminos del término municipal y poner nombre a los recientemente incorporados en el Vicario contribuirá a un mejor conocimiento del término municipal, a su protección y a su conservación por parte de propietarios públicos y privados.

La protección de las vías pecuarias a lo largo de los últimos ocho siglos, desde que el mismo Rey Sabio, fundador de esta ciudad, crease el Honrado Concejo de la Mesta en 1273, solo unos años después de fundar la ciudad, hasta su disolución en 1836, correspondió al Consejo garantizar la seguridad y asegurar el paso del ganado y mantener la economía. 800 años después, las vías pecuarias siguen necesitando de la protección de la administración, no ya frente a los salteadores de caminos, sino frente a las apropiaciones indebidas de su superficie de paso. Frente a ello, nada mejor que el conocimiento y señalización de las mismas a su paso por el municipio. 

Ciudad Real cuenta con un importante número de cañadas, cordeles, veredas, coladas y caminos en su término municipal. Hasta 124 nombres se registran. Entre todos ellos están la Cañada Real Soriana, cerca del término municipal de Alcolea de Calatrava, en dirección noreste hacia Malagón; y cordeles como el de Ciudad Real, que junto con las distintas veredas y coladas completan la red de infraestructura medieval para ganado y transporte que tenía el municipio. En total, 113 caminos locales de carácter público y otros 11 más entre coladas y veredas que conectaban la ciudad con las vías principales que servían para la trashumancia. 

A excepción de algún camino del anejo de La Poblachuela, como el camino a Sevilla o el de Los Caballeros, situados junto al cordel de Ciudad Real, y la colada de Las Casas, donde se ha realizado un estupendo trabajo de conservación con la siembra de árboles frutales, el resto de caminos del municipio se encuentra sin señalizar y sin vigilancia. En cuanto a las vías pecuarias, que entran y salen del propio municipio, sí se ha realizado a nivel provincial un trabajo de investigación y conocimiento de las mismas con la señalización en algunos puntos emblemáticos, aprovechando, al mismo tiempo, para crear y fomentar el uso de estas vías como nuevos recursos naturales para disfrute de peatones y ciclistas. Algún ejemplo destacado de señalización es el existente en la carretera de Las Casas, junto a la información de la colada del mismo nombre, situado el cartel de tal forma que parece realizar un guiño a la Confederación Hidrográfica del Guadiana, quienes también son responsables de la conservación y mantenimiento de muchas de estas vías en el caso de nuevas infraestructuras de regadío o de carácter hidráulico. De la misma forma, la comunidad autónoma también ha señalizado las grandes vías de la trashumancia a la entrada de cada provincia. Es en el interior de los municipios donde no se cuenta con la señalización o señalética adecuada. 

Unos de los peligros para el futuro de estos caminos está, precisamente, en la falta de señalización, y no por la pérdida o el olvido del nombre del camino, sino por las servidumbres que lleva aparejada la vía y/o el camino en relación con sus colindantes. Sin la señalización adecuada de la cañada, que tiene un ancho de 75 metros; el cordel, de 37,5 metros; la vereda, de 21 metros; y la Colada, de 15; van mermando, poco a poco, en el tiempo y con el paso de los años, las superficies que ocupan y sus lindes. La señalización supone un recuerdo permanente de la propiedad y sus dimensiones a la vez que un conocimiento de la historia. Por ello, la falta de señalización de caminos, coladas, cañadas, veredas y cordeles supone un peligro para la memoria y para el patrimonio público. La principal amenaza de los caminos está en los particulares. Estando señalizados, los propios ciudadanos serán garantes de su existencia. La otra amenaza de los caminos es de carácter administrativo en la vigilancia y defensa de este patrimonio público y que, junto con la falta de conservación, terminan siendo impracticables. 

El cordel de Ciudad Real atraviesa de norte a sur el término municipal, unos 25 kilómetros, y pasa por la ciudad confundiéndose con el asfalto de las carreteras de Puertollano, Toledo, y rondas. Es un camino que conecta con la Cañada Real Soriana y sale del término municipal, por el norte, a la altura del Piélago, para continuar por Peralvillo, anejo de Miguelturra, en dirección a Malagón, después de haberse unido al camino de Moledores, a la altura de la antigua azucarera y actuales terrenos del Reino de Don Quijote. Por el sur, el cordel de Ciudad Real hace su entrada, o salida, según el sentido que lo miremos, por la curva del río Jabalón, a la altura del kilómetro 183 de la N-420, en los límites de los términos municipales de Cañada y Corral de Calatrava con Ciudad Real, punto de encuentro de los tres términos municipales, procedente de Almodóvar del Campo, donde se cruza con la Cañada Real Segoviana, que también pasa después por Los Pozuelos de Calatrava dirección norte. 

El término municipal de Ciudad Real es caprichoso en el lado sur por donde viene el cordel, donde se encuentra el actual aeropuerto y su área industrial, toda ella perteneciente a la capital. Es término municipal aquí también limítrofe con Villar del Pozo y Ballesteros de Calatrava, para estrecharse después a la altura de Poblete, que perteneció a Ciudad Real hasta 1843. Los caminos entran y salen de un municipio a otro, como sucede con el camino de subida de la ermita de Alarcos, que de un lado es Ciudad Real y del otro, de Poblete. Una señalización de los caminos también ayudará a reconocer el término municipal.

La separación el término municipal de Ciudad Real de Poblete, Picón y Miguelturra es lo que otorga precisamente la singularidad del término, con múltiples recovecos que lo hacen extenso en algunos puntos, con hasta 16 y 18 kilómetros de longitud desde el centro de la capital, y en otros, la parte urbana de la ciudad llega a los límites, también urbanos del municipio vecino, como es el caso de Miguelturra por el lado sureste. Poblete, Miguelturra y Picón marcan los límites actuales a Ciudad Real de lo que en su día fue un único y extenso término municipal atravesado por infraestructuras viales para la movilidad del ganado y las personas.

La red de caminos públicos de Ciudad Real es importante en número y kilómetros, algunos de ellos han sido modificados por otras infraestructuras también necesarias como son los pantanos o las autovías, pero especialmente la mayoría se han ido conservando a lo largo de la historia. Uno de los ejemplos de conservación es el caso del cordel de ganados que bordea el pantano del Vicario en su parte norte, procedente de los términos municipales de Alcolea hasta llegar al cordel de Ciudad Real a la altura de Peralbillo, nada más acabar el término municipal de Ciudad Real. 

Hace solo unos meses se han incorporado al patrimonio público de la ciudad una extensa red de caminos de una de esas infraestructuras agrarias de regadío que atraviesan y modifican otros caminos anteriores, y, que, unos y otros, se encuentran sin señalizar. Es más, no tienen ni nombre conocido en el caso de los nuevos caminos incorporados del regadío del Vicario. Bueno sería dotarlos de uno que los identifique para el futuro. Senderistas, ciclistas, deportistas y vecinos, recorren, unos y a diario otros a cada fin de semana, los caminos de Ciudad Real, desconociendo el nombre, la magnitud y la importancia de la vía. Una señalización adecuada, consistente y duradera, pero acorde al medioambiente, permitirá identificar el camino, su historia, su valor cultural y, como no, su valor económico en el municipio, a la vez que servirá para una correcta identificación de cada punto del término municipal.