El jurado que está enjuiciando en la Audiencia de Ciudad Real el caso de omisión de socorro tras la muerte de un trabajador en una finca de Puebla de Don Rodrigo no se está limitando a escuchar, sino que participa en los interrogatorios formulando preguntas a testigos como la médico del 112 sobre si tenía o no cabida activar el helicóptero en este accidente. En el juicio se está debatiendo si hubo o no omisión del deber de socorro. El letrado de la acusación particular cree que Máximo Galindo Delgado, de 30 años, podría haber sobrevivido tras sufrir una caída si en lugar de trasladarle en una furgoneta al Centro de Salud de Piedrabuena, a casi 50 kilómetros de la Puebla de Don Rodrigo, se hubiera llamado al 112 y activado la UVI móvil o el helicóptero. Su interrogatorio va por estos derroteros y el jurado también ha preguntado sobre esta cuestión.

El gerente de la empresa de reforma y albañilería para la que trabajaba el fallecido, dos compañeros, el guarda y vaquero de la finca han declarado que hicieron lo que creyeron más acertado. Y este miércoles, en la segunda sesión del juicio por los hechos ocurridos el 14 de marzo de 2014, el médico de Piedrabuena y una facultativa del 112 han coincidido en que un traumatismo craneo-encefálico (TCE) con herida abierta es casi siempre moderado o grave.

 «Hay personas que están conscientes, pero luego puede ir a más la gravedad», ha apuntado Mercedes Hernández del 122 para, a renglón seguido, indicar que siempre que hay un TCE con herida abierta se activa el helicóptero o la UVI móvil que prestan asistencia en el lugar donde ha ocurrido el accidente. El aparataje es el mismo y lo único que cambia es el tiempo de respuesta, menor en el caso del helicóptero. «¿Podría aterrizar en Puebla de Don Rodrigo?» «Sí», ha respondido la facultativo tras explicar que se atiende al herido en el lugar y se le estabiliza para su traslado al hospital con todas las garantías. Entonces, ¿por qué no se llamó al 112? Según el letrado de la acusación particular, Francisco Muñoz, porque Máximo Galindo no estaba dado de alta en la Seguridad Social.

La versión de las setas. De hecho, la Guardia Civil investigó la muerte del albañil como accidente laboral aunque la primera versión fuera «la de las setas». Los implicados en la primera toma de contacto «nos dijeron que había ido con ellos para coger níscalos, algo que nos pareció fuera de lugar después de lo que vimos sobre el terreno», ha testificado uno de los cinco agentes de la Guardia Civil que han subido al estrado tras señalar que los acusados rectificaron enseguida, cuando la declaración se iba a plasmar en un documento escrito. Entonces dijeron que Máximo Galindo estaba trabajando.

El lugar donde cayó herido «no se alteró», es decir, los trabajadores y empleados de la finca no limpiaron el terreno ni cambiaron nada. Los agentes vieron sangre, poca, cerca de los palés que su jefe le mandó coger, incluso en un fragmento de madera, cuya fotografía tomada en la inspección ocular ha sido proyectada esta mañana en la sala del Tribunal del Jurado que preside el magistrado Ignacio Escribano Cobo.

El jurado pregunta al médico si cabía activar el helicóptero - Foto: Rueda VillaverdeMurió nada más llegar a Piedrabuena. El jefe de Máximo Galindo le trasladó en su furgoneta al Centro de Salud de Piedrabuena, donde murió al poco de llegar. Iba consciente, hablando con Gregorio Sánchez, hoy principal imputado por omisión de socorro, pero al llegar al Centro de Salud y sentarle en la silla de rueda, giró la cabeza y murió. Según el médico que le vio, todo indicaba que sufrió un traumatismo craneo-encéfalico severo. En el trayecto le dijo a su jefe que se había hecho sus necesidades encima y que se estaba poniendo muy nervioso. Por ello, en lugar de llevarle a Ciudad Real donde tenía previsto, se detuvieron en Piedrabuena.

A juicio del médico que le vio en el centro de salud, no fue una muerte súbita, sino un traumatismo craneo-encefálico a causa de una herida en la cabeza, que tanto el gerente de la empresa como los otros cuatro trabajadores encausados consideraron leve, una simple brecha. 

El médico entiende que lo lógico hubiera sido llamar al 112 para su asistencia en el lugar y posterior traslado en helicóptero al Hospital de Ciudad Real. Pero también comprende que las personas que estaban con él no podían saber el alcance, la gravedad. 

"Solo Justicia". En la segunda sesión del juicio también han subido al estrado los padres y un hermano del trabajador fallecido. El gerente de la empresa no ha abonado la indemnización que les corresponde por la muerte de su hijo. 

Sólo «buscamos la verdad, que se haga justicia», han declarado la madre y el padre del fallecido. Ni ellos ni la novia sabían que Máximo sufría una cardiopatía grave.

El fiscal jefe, Luis Huete, en nombre de la Fiscalía de Ciudad Real y en el suyo propio ha expresado a los padres y hermanos su pesar por el fallecimiento de Máximo Galindo. Los abogados de los encausados se han adherido a las palabras de condolencias del fiscal jefe. 

El letrado de la acusación particular pide para Gregorio Sánchez, jefe del fallecido, una pena de doce meses de multa a razón de una cuota diaria de 100 euros y la mitad para los otros cuatro encausados, así como 105.448 euros en concepto de responsabilidad civil. 

La abogada Gema Cabanes que defiende al empresario y a dos trabajadores solicita la libre absolución con todos los pronunciamientos favorables, como también los letrados Gregorio Rodríguez y Fernando Amián que ejercen la defensa de los otros dos procesados. Consideran que se acudió y prestó auxilio al herido y, por tanto, no hay delito de omisión. El juicio continua mañana con la pericial de los forenses.