Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Los impuestos y la patria

05/10/2022

No cabe duda que somos españoles y ahora las taifas salen a relucir a cuenta de los impuestos, con  cada comunidad autónoma haciendo la guerra por su cuenta. Somos españoles y, además, estamos en carrera electoral con un año 2023 plagado de urnas. Ya hay quien defiende poner a votar todo lo que haya que poner a votar juntito, el mismo día, y pasar cuanto antes el trago y la saturación electorera. No sería mala idea pero parece que todo irá progresivamente, autonómicas y municipales por un lado, y traca final con las generales. Por el camino, que no podrán disimular ni mítines ni promesas, un invierno arduo y difícil con Alemania entrando en recesión, si no se equivocan las previsiones de la OCDE, y el resto temblando y cruzando los dedos. Se anuncia invierno de calefacciones bajo mínimos y subvenciones a tutiplén, bonificaciones, parches y vaselinas varias, rebajas fiscales al por mayor para los muy ricos y para los muy en precario. Quedan soportando le peso de la patria los del medio. Emiliano García Page, que sigue en plan verso suelto, anuncia para la zona media-media deducciones fiscales. Veremos.
Los impuestos son la columna vertebral del Estado social que idearon entre democristianos y socialdemócratas tras el desastre de IIGM sobre la base hasta ahora indiscutible de la progresividad fiscal (quien más tiene más debe contribuir). En España el asunto  nos coloca de nuevo ante nuestra tendencia a las taifas y el país se nos convierte en una suerte de mercadillo de ofertas fiscales-electorales y hasta se ofrece el territorio de la taifa a los millonarios de al lado para que vayan allí a gustar las bondades fiscales recién estrenadas, como nos enseñó Moreno Bonilla ofreciendo su Andalucía a los catalanes de buena cuenta corriente hastiados de la matraca independentista. A cualquier patriota se le cae el alma a los pies con este triste espectáculo, pero es lo que hay y es lo que está provocando que los ciudadanos más sensatos se alejen de la política y otros se agarren como un clavo ardiendo a opciones populistas que te suben la testosterona aunque el remedio que propongan, por más que acierten en el diagnóstico, sea casi peor que la enfermedad.
Mientras en España cada comunidad autónoma queda convertida en una taifa fiscal siguen pendientes los grandes debates y las grandes preguntas: ¿Cómo es posible que estemos hablando de armonización fiscal en el espacio europeo con nuestro país convertido en un guirigay  de dádivas fiscales a costa de romper la armonía del conjunto? ¿Cómo es posible que en nuestro propio territorio puedan existir figuras como las del concierto económico vasco que quiebran el más elemental principio de solidaridad interterritorial?. Mientras se genera ruido no se abordan los problemas de fondo. El otro, además del desbarajuste territorial, es el de la devaluación de la progresividad fiscal en las últimas décadas con una rentas altas o muy altas que se escaquean con sociedades interpuestas y otros artilugios de ingeniería financiera y unas rentas bajas o muy bajas que no contribuyen porque no pueden, y eso es lógico, pero no se favorece su ingreso en la vida productiva con lo que el peso va quedando de una forma alarmante sobre las espaldas de las rentas medias de trabajadores, funcionarios, autónomos y pequeños empresarios. Ese es el gran problema
El otro, la falta de solidaridad del propio Estado a la hora de sumarse al esfuerzo común en los tiempos de vacas flacas. Un gobierno con más de veinte ministerios es buena muestra de ello, por no hablar de asesores siempre en aumento o de diputados de todos los escalones, senadores y demás integrantes del aparato representativo que nunca dejan de tener su subida de sueldo correspondiente, dietas y prebendas varias. Con este panorama queda claro que los impuestos y la viabilidad del país  son dos enunciados que van unidos como uña y carne, los impuestos son los que hacen posible que un país sea un espacio de solidaridad con servicios universales y bien dotados para todos. Y no lo hemos hecho mal hasta ahora, incluso en algunos campos como el sanitario hemos sido un ejemplo para todo el mundo. El problema surge cuando se desquicia el modelo y cada vez son menos los que contribuyen y lo que se contribuye varía sustancialmente si estás a un lado u otro del cartelón en la carreta delimita las comunidades autónomas.