Un año de refugio lejos de la guerra

D. A. F.
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Integrantes de la Asociación Girasoles de Ucrania muestran su preocupación y su esperanza de que el conflicto acabe en primavera

Varias integrantes de la Asociación Girasoles de Ucrania. - Foto: Tomás Fernández de Moya

Ivanna Fenchak es una testigo privilegiada de los sinsabores y desvelos de sus compatriotas refugiadas en Ciudad Real a causa de la guerra que sufre su país desde el 24 de febrero de 2022. Es la presidenta de la Asociación Girasoles de Ucrania, fundada el año pasado, pero a diferencia de sus compañeras, tiene la adaptación hecha, lleva 23 años residiendo en España y es la única de las cuatro que ayer posaron para La Tribuna en la Biblioteca Pública del Estado en Ciudad Real que se maneja con soltura en los secretos de la lengua de Cervantes.

Fenchak hace de traductora para Anna Kurach, originaria de la ciudad de Zaporiyia, uno de los focos de tensión bélica en su país. «Salí a través de Polonia, en el mes de marzo, hasta llegar a Madrid», refiere.

Kurach, una joven informática, se siente tranquila porque sabe que sus familiares «lograron salir de la ciudad hace unos meses» para asentarse en una zona más tranquila y apunta que en la situación actual, en Zaporiyia «no se puede vivir», por los constantes bombardeos y el frecuente lanzamiento de misiles que realizan las tropas rusas, puesto que la urbe está en manos de las tropas ucranianas.

Kurach denuncia también las «mentiras» rusas, en torno a la central nuclear próxima a su ciudad que está bajo su control.

En cuanto a su adaptación a la vida en Ciudad Real, la joven confiesa: «Al principio fue muy difícil, lo he pasado muy mal», puesto que llegó sin conocer nada a otro país y otra cultura, pero «a día de hoy estoy mejor, sobre todo más tranquila, estoy aprendiendo el idioma y también tengo un trabajo», lo que le hace tener una mejor perspectiva.

Por su parte, Fenchak señaló que las noticias que recibe la comunidad ucraniana en Ciudad Real son preocupantes. «Siguen bombardeando día a día y mucha gente ha tenido que salir del país», comenta.

Al mismo tiempo tienen conocimiento de que hay tropas rusas estacionadas en Bielorrusia que podrían intentar un ataque sobre Kiev, la capital, que actualmente «está peor que nunca» por efecto de los bombardeos.

A pesar de esta difícil situación, la presidenta de la asociación confía en que «esta primavera será la de la libertad de Ucrania» y asegura que ése es el ánimo que tienen sus compatriotas.

Fenchak está además tranquila por su madre, «ella vive en el oeste, en el extremo opuesto de la guerra. Esa preocupación por las madres es una nota compartida en muchos de los refugiados, ya que en varios casos «no han querido salir del país». Otra fuente de preocupación colectiva es la situación de la infancia, «hay cinco millones de niños que no tienen escuela», apunta la presidenta de Girasoles.

Todos estos desvelos quedaron ayer un poco de lado, puesto que la Biblioteca Pública del Estado acogió un acto para conmemorar el año transcurrido desde la fundación de la asociación. Fue la ocasión de mostrar, por ejemplo, el trabajo de Olga Gordilienko, una artista que en el tiempo que lleva en Ciudad Real se ha convertido en ilustradora de un libro. Varios poetas de la provincia se unieron a la velada, capitaneados por Jesús Gago, para trasladar mensajes de ánimo a este colectivo.