¿Tenéis sitio en Arenales?

A. Criado
-

La familia Hernán-Márquez llegó a Arenales de San Gregorio antes del estallido de la pandemia en busca de una vida más tranquila, pero se han encontrado también con un «plus de seguridad» que muchos otros persiguen ahora en el medio rural

¿Tenéis sitio en Arenales? - Foto: Rueda Villaverde

Entre la localidad malagueña de Benalmádena y Arenales de San Gregorio hay 442 kilómetros, apenas cuatro horas de viaje por carretera. Para la familia Hernán-Márquez, sin embargo, esta distancia supone un abismo entre la estresante vida que llevaban en la Costa del Sol y el remanso de paz y tranquilidad que buscaban y han encontrado en este pequeño municipio de La Mancha. Calidad de vida a la que ahora añaden «un plus de seguridad» al vivir prácticamente aislados de la pandemia. «¿Tenéis sitio en Arenales?», les preguntan los familiares y amigos que en su día les tacharon de «raros» por abandonar la ciudad para asentarse en el medio rural, en un pueblo rodeado de viñas y explotaciones hortofrutícolas que no llega a los 600 habitantes.

Leandro Hernán, de 42 años, y Carmen Márquez, de 33, encontraron en un portal web inmobiliario una casa que se ajustaba a las características que buscaban y en junio de 2019 se mudaron a Arenales de San Gregorio (Cantabria era la otra alternativa) junto a sus dos hijos, Abril y Milo, a los que pronto se sumará un hermanito o hermanita. Explican que el cambio ha sido radical: «En Benalmádena tardábamos una hora en llevar a Abril al colegio (Milo irá el próximo curso) y aquí llegamos andando en cinco minutos». La niña, subrayan, nunca había usado la bicicleta y aquí «ya tiene las ruedas gastadas».

La creciente inseguridad en los municipios de la Costa del Sol también influyó en su decisión, sobre todo pensando en los más pequeños. «Aquí los niños se relacionan solos entre ellos, se crían muy libres, como pasaba antiguamente, y los grandes cuidan de los más pequeños», asevera Carmen, que confiesa que en Arenales contempla escenas que le devuelven a la niñez. La seguridad, en relación con la crisis sanitaria, se amplía también al ámbito educativo, ya que su hija comparte aula con tan solo 11 compañeros en el colegio público San Gregorio. «Todo está muy controlado en este aspecto», reconoce.

¿Tenéis sitio en Arenales?¿Tenéis sitio en Arenales? - Foto: Rueda Villaverde

La vida también ha cambiado para los adultos de la familia y para bien. Leandro destaca la «gran acogida» que han tenido en Arenales de San Gregorio, donde existe una relación «más directa» con los vecinos, a pesar de que «respetan mucho la privacidad y es gente muy independiente que hace su vida y respeta a los demás». «En un año hemos conocido a más gente que en 10 trabajando en Benalmádena en la hostelería», enfatiza.

En su decisión también pesó la buena conexión que tiene el pueblo para teletrabajar gracias a la fibra óptica. Leandro dirige una empresa de investigación social y Carmen es escritora. Su primera novela, El delantal turquesa, se gestó precisamente en Arenales. En la localidad, además, pueden comprar a diario productos frescos en la tienda de alimentación, y para compras más grandes o específicas, echan mano de internet o se desplazan a los municipios vecinos de Campo de Criptana, Tomelloso y Alcázar de San Juan.

A la expectativa. Ha pasado ya más de un año desde su llegada a Arenales de San Gregorio y no se arrepienten en absoluto del paso dado, máxime tras el estallido de la crisis sanitaria del coronavirus y los confinamientos. No han sido los únicos en seguir este camino. Tras el levantamiento del estado de alarma, a mediados de junio, muchas personas abandonaron las grandes ciudades para irse a vivir a segundas residencias en sus pueblos de origen, buscando una mayor seguridad ante el virus y la libertad de movimientos que ofrece el entorno rural. Y muchos de los pueblos de la provincia han sido testigos de este fenómeno.

¿Tenéis sitio en Arenales?¿Tenéis sitio en Arenales? - Foto: Rueda Villaverde

«La mayoría son mayores o dependientes que suelen venir a la localidad todos los veranos desde Madrid capital, Getafe y San Vicente del Raspeig, donde existen importantes colonias de emigrantes, pero este año han prolongado su estancia hasta ver cómo evolucionan los acontecimientos», explica el alcalde de Arenales de San Gregorio, Iván Olmedo, que hace hincapié en que además de sentirse más seguros, están más cómodos. «No es lo mismo pasar el confinamiento en un piso pequeño en la capital que una casa más amplia en el pueblo», apostilla.

Su homólogo de Almadenejos, Eulogio Escudero, asegura que este verano, como consecuencia de la pandemia, han pasado por la localidad vecinos a los que no veía «desde hacía 15 o 20 años». Y lo mismo le ha ocurrido al alcalde de Granátula de Calatrava, Félix Herrera: «Tengo 55 años y no he faltado nunca del pueblo, pero este verano me he cruzado por la calle con gente que no conocía». Asegura que el municipio ha registrado una afluencia de visitantes «mayor que otros años» y muchos de ellos han decidido quedarse a la expectativa, incluso alguna pareja ha decidido empadronarse.

El aumento de la población en Los Cortijos durante el periodo estival sobre un año ‘normal’ se ha visto reflejado en el consumo de agua. «No hemos bajado de un millón de litros al día», subraya la alcaldesa, Beatriz García, que alude también a las calles llenas de coches, las obras de reforma en casas que llevaban tiempo abandonadas («el camión de voluminosos no daba abasto») y el olor a panceta asada que había en el pueblo como otras pruebas irrefutables del incremento de vecinos provocado por la crisis sanitaria.

¿Tenéis sitio en Arenales?
¿Tenéis sitio en Arenales? - Foto: Rueda Villaverde

Algunos de ellos, como en Arenales de San Gregorio y Granátula de Calatrava, han decidido quedarse para esquivar el «peligro» de las grandes ciudades. «Tenemos también una familia nueva empadronada que ha matriculado a sus dos hijos en el colegio», agrega. A pesar de todo, García explica que por la calle se veía poca gente, salvo en las tiendas o a última hora de la tarde cuando algunos salían a dar una vuelta andando o en bicicleta por los caminos, «pero siempre con las mascarillas puestas». En Alamillo, Horcajo de los Montes y Almedina también constataron un importante crecimiento de la población en verano, también de gente joven, pero no se ha traducido después en nuevos empadronamientos.