Oírlo, lo oyeron. ¿Escucharán?

M.H. (SPC)
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La situación es crítica para agricultores y ganaderos y los cazadores se ven atacados por normas con claro sesgo ideológico y poca base científica. Juntos y revueltos alzaron la voz para defender al mundo rural

Oírlo, lo oyeron. ¿Escucharán?

En los días previos, los organizadores calculaban 200.000 asistentes, mientras que el Gobierno lo dejaba en 150.000. A eso de las once de la mañana del domingo, cuando aún faltaba mucha gente por acceder a La Castellana por las aglomeraciones a pesar de que era la hora prevista para el inicio de la manifestación, un agente de la Policía Nacional comentaba con Cultum que, aunque desde el helicóptero sus compañeros mantenían la cifra prevista de 150.000, la realidad a pie de calle sugería que se rondaba el medio millón de personas. Al final de la movilización, otro agente, en este caso un veterano de la Policía Local y también a título personal, comentaba a este suplemento que seguramente el número había estado más cerca de un millón de personas que de medio.

Al final las cifras oficiales se quedaron en 150.000, las de los organizadores en 400.000 y las de los más optimistas alcanzaron las 800.000. La realidad es que cuando la cabecera de la marea de gente ya había alcanzado el Ministerio para la Transición Ecológica, muchos miles aún no había podido salir de Atocha, punto de arranque; varios kilómetros de Castellana colapsados; mucha gente; ambiente festivo; ningún incidente… Un ejemplo de cómo alzar la voz sin que la policía tenga la más mínima necesidad de intervenir, algo que es complicado ver en otro tipo de manifestaciones con una afluencia mucho más reducida.

Hubo quien quiso desacreditar esta demostración fuerza en la calle. moncloa.com, medio abiertamente contrario a la caza, titulaba una información con «Agrupaciones sobornaron a cazadores con 20 euros en bocadillos y bus para ir a la marcha rural»; es difícil pensar que nadie quiera vender una jornada de domingo por tan poco. PACMA, partido animalista sin representación parlamentaria, trató de contraprogamar la cita con una concentración cercana a la que solo acudieron unas decenas de personas. Óscar Puente, alcalde de Valladolid, comentaba en su cuenta de Twiter, junto a una imagen de varias personas montadas a caballo en la manifestación, que «Vox ha conseguido que el marquesado salga a la calle».

Oírlo, lo oyeron. ¿Escucharán?Oírlo, lo oyeron. ¿Escucharán?Pero lo cierto es que ni Vox ni ningún partido político consiguió nada, más allá de algunas declaraciones oportunistas al comienzo de la movilización. No hubo siglas entre los convocantes, por más que algunos partidos quisieran apoyar la iniciativa. Y si hubo alusiones a algún miembro del Gobierno fue por su gestión, no por sus ideas. El domingo se reunieron en Madrid miles de personas por el hartazgo ante la pasividad de una administración que ignora sistemáticamente las necesidades del sector primario y el mundo rural en general; que lo usa como moneda de cambio para poder llevar a cabo otras políticas.

En La Castellana había grandes empresarios, pequeños autónomos y asalariados; había veteranos y muchos jóvenes que no quieren renunciar a su oficio o su afición; había personas solas, en grupo, y en familia, hombres y mujeres por igual; había apicultores, taurinos, ganaderos, agricultores y, sobre todo, cazadores. Esta manifestación consiguió unir las voces de muy diversos sectores que hasta ahora habían luchado por separado y que desde el 20 de enero saben que son más fuertes juntos. El comportamiento de los asistentes fue, además, impecable. Nadie quemó contenedores, nadie volcó coches, nadie prendió papeleras.

Al finalizar el recorrido, Pedro Barato, presidente de ASAJA, destacó que «esta es una movilización histórica porque el campo no puede más. El sector agrario ha dado la cara por la sociedad en tiempos de pandemia y lo que hemos encontrado después son ataques indiscriminados por parte de Gobierno y unos incrementos de costes de producción que han hecho que desaparezcan dos explotaciones ganaderas diarias. Necesitamos que se ponga pie en pared a este disparate; que se reconozca la dignidad de los profesionales agrarios y se arbitren mecanismos que permitan la rentabilidad de sus explotaciones».

Oírlo, lo oyeron. ¿Escucharán?Oírlo, lo oyeron. ¿Escucharán?Por su parte el secretario general de COAG, Miguel Padilla, reclamó la creación de mesas interministeriales para negociar un plan de choque urgente y que el Gobierno intervenga en el mercado de la energía, fijando un precio máximo del precio de la luz y los combustibles. «Es una vergüenza que los miles de millones de beneficios caídos del cielo de las eléctricas lastren la producción de alimentos en un contexto en el que la seguridad alimentaria de Europa se tambalea por el impacto de la guerra en Ucrania».

El secretario general de UPA, Lorenzo Ramos, exigió al Gobierno que escuche la voz unánime del campo para luchar por un medio rural vivo y con futuro. Ramos denunció la especulación que se está dando en muchos productos de forma injustificada. Dicha especulación está incrementando los costes de producción de forma inasumible. «La Ley de la Cadena Alimentaria debe aplicarse a rajatabla», sentenció.

El presidente de Cooperativas Agro-alimentarias de España exigió que los alimentos no se utilicen como producto reclamo y que las importaciones cumplan las mismas exigencias que nuestra producción agrícola y ganadera en España y en la Unión Europea. Asimismo, ha pedido un reconocimiento y mayor apoyo a las cooperativas como instrumento principal de vertebración y mejora de la rentabilidad de las explotaciones agrícolas y ganaderas, el acceso a mercados de valor y de adaptación al nuevo modelo productivo.

Oírlo, lo oyeron. ¿Escucharán?Oírlo, lo oyeron. ¿Escucharán?El presidente de la Real Federación Española de Caza (RFEC) y coordinador de la Oficina Nacional de la Caza (ONC), Manuel Gallardo, resaltó que «miles de cazadores de toda España han salido a la calle para decir basta ya de políticas anticaza de un Gobierno cobarde entregado a ecologistas y animalistas que quieren imponer su modelo sin importarle la vida del mundo rural». Andrés del Campo, presidente de Fenacore, expuso que «los regantes nos manifestamos hoy para protestar frente al señalamiento y la discriminación que sufre el regadío en la agenda del Gobierno. Un desprecio que atenta gravemente contra la España rural y tiene nefastas consecuencias a nivel socioeconómico y demográfico. Algo tan básico como la producción de alimentos se encuentra ahora mismo amenazado por culpa de una planificación totalmente desenfocada que no garantiza el agua para riego».

Por otro lado, Antonio Bañuelos, presidente de Unión de Criadores de Toros de Lidia, denunció que «a nosotros no nos subvencionan por chiringuitos ecoverdes, alejados del campo. Nosotros, los criadores de bravo, venimos realizando un ecologismo real en silencio desde hace siglos manteniendo una raza autóctona y conservando espacios de alto valor natural. Por tanto, exigimos respeto a nuestro campo, a nuestras tradiciones, a nuestra ganadería, a nuestra forma de vida". Las intervenciones culminaron con la del presidente de Alianza Rural, Fermín Bohórquez, quien afirmó que «esto es la unión fundamental del campo para defender nuestro presente y nuestro futuro. Somos la mejor marca España, debemos sentir orgullo de la excelencia de nuestros productos, de nuestros paisajes, de lo que somos»; y destacó que «hoy es la oportunidad de labrar el mañana y comenzar a trabajar en el post20M en propuestas y soluciones reales que repercutan en beneficio de nuestra gente».

Álvaro Hernández es el presidente de la Asociación Española del Perro Perdiguero de Burgos (miembro de la Oficina Nacional de la Caza-ONC), una de las muchas entidades que estuvieron el domingo en Madrid. Él y otros socios disfrutaron el ambiente festivo y dejó claro que esto es un comienzo: «Nos ha servido para perder el complejo y darnos cuenta de que la caza tiene poder de convocatoria. Pero la cosa no acaba aquí. La ONC tiene una reunión el viernes para planear cómo seguir con las reivindicaciones del sector».

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Oírlo, lo oyeron. ¿Escucharán? - Foto: Angela Archilla

En fin, un día histórico para campo. Diversas reivindicaciones provenientes de variados sectores supieron darse la mano para defender lo que los sustenta a todos, que no es otra cosa que ese entramado que forman nuestros pueblos, quienes los habitan, los servicios de que disfrutan, los alimentos que producen y la riqueza que generan, sin todo lo cual los habitantes de las ciudades estarían perdidos. Luis Planas, ministro de Agricultura, manifestaba días antes que respetaba la protesta, aunque decía estar satisfecho con las políticas de su departamento. El lunes afirmaba que «hay que tomar nota de la manifestación del mundo rural celebrada ayer en Madrid y seguir trabajando juntos» porque «el campo quiere ser escuchado». Las reivindicaciones se oyeron; habrá que ver si, como dice el ministro, además se las escucha.

 

Inexplicable ninguneo.

A Madrid acudieron agricultores, ganaderos, regantes, criadores de toro de lidia y, sobre todo, cazadores, a pesar de que solo cinco de las 20 reivindicaciones de la marcha tenían que ver con el sector. Sin duda fue el colectivo más numeroso (se calcula que eran un 80% de la afluencia), cosa fácil de comprobar por los petos, chalecos y gorras naranjas que llevaban puestos a petición de las federaciones y que inundaron toda la marcha, de principio a fin. Sin embargo, salvo en canales especializados, apenas se les ha prestado atención en los medios de comunicación. Han sido sistemáticamente ignorados o, como mucho, mencionados someramente en las crónicas. No hay que olvidar que fue este sector el que fijó la fecha allá por el mes de octubre, motivados sobre todo por el anteproyecto de ley de bienestar animal, que suponía un ataque frontal a la caza (también a la ganadería). Y el que animó a las organizaciones agrarias a unirse a la cita para hacer más fuerza y defender un medio, el rural, en el que todas las actividades están interconectadas. No es fácil suponer a qué obedece este ninguneo y tampoco cómo Planas asume toda la carga, cuando el MITECO (lobo en el LESRPE) y el Ministerio de Derechos Sociales (ley de bienestar animal) provocaron la asistencia de una gran mayoría de los manifestantes.