Una batalla para superar la anorexia

Pablo Fernández Cermeño (EFE)
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La exgimnasta Olatz Rodríguez dejó el deporte a causa de un trastorno de la conducta alimentaria contra el que todavía lucha hoy en día

Con tal solo 15 años y 36 kilos de peso la exgimnasta Olatz Rodríguez tuvo que ser ingresada en un hospital. Sufría un trastorno de anorexia nerviosa contra el que sigue luchando a día de hoy y que relata en el libro Vivir del aire, escrito para dar esperanza a quienes sufren la enfermedad y para demostrarles que se puede salir de ella.

Su obra es un testimonio sobre la anorexia, pero también sobre la presión y la inseguridad, explica esta joven tinerfeña de nacimiento y leonesa de adopción, que a sus 18 años recuerda una infancia de «inocencia» y «felicidad» en la que la gimnasia marcaba el ritmo de sus días. No fue hasta su participación en el Campeonato Europeo de la categoría junior (2018) cuando  «despertó» y se dio cuenta de la «frustración» que sentía.

En el desarrollo del trastorno alimenticio de Rodríguez tiene un papel destacado su entrenadora del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de León, a la que recuerda «pesando de continuo a las niñas» y emitiendo continuos comentarios sobre su volumen, en los que daba a entender que «el hecho de adelgazar era lo correcto».

Fue en 2020 cuando comenzó a sentir rechazo por la preparadora y dejó de hablar con ella al percibir que «jugaba con sus sentimientos» en una relación que ahora no duda de calificar como «tóxica».

En el libro, Rodríguez se refiere siempre con nombre supuesto a esta entrenadora del CAR de León, que fue apartada (junto a otra preparadora) en 2021 por el Consejo Superior de Deportes (CSD) al apreciar «indicios ciertos de comisión de abuso y acoso» tras la denuncia impuesta por la madre de otra gimnasta.

Pero esta joven reconoce que no solo el CAR jugó un papel importante en el desarrollo de su anorexia, sino que apunta también al ámbito familiar donde se respiraba «gordofobia» junto a otros comentarios y a su forma de ser.

Salir del túnel

La ahora estudiante de Medicina -en parte por la influencia positiva que tuvieron en ella los doctores que la atendieron- recuerda con «cariño» su ingreso hospitalario al sentirse «protegida» y «agradecida», aunque también rememora su pesar por el daño que provocó en su familia su trastorno.

Siguió adelgazando en su primera semana de ingreso, que recuerda con tristeza entre otras cosas porque vio morir a su compañera de box: una anciana que padecía cáncer.

También recuerda que, para ella, «era imposible» comerse las croquetas, tortilla de patatas y pastel de pescado, entre otros platos del menú hospitalario. Y no empezó a ingerir estos alimentos hasta que recibió la «amenaza» de una endocrina de «meterle un tubo por la nariz hasta el estómago estando despierta» para ser alimentada y así evitar su muerte.

Olatz Rodríguez cree que el desarrollo de su anorexia no se debió a perseguir estereotipos o cánones de belleza, porque nunca ha buscado «un cuerpo o una apariencia». Pero reconoce que aunque «le dé igual su figura» cuando se sube a la báscula tiene en su mente la imposición de que «el número tiene que bajar», a pesar de que sabe que es una «bobería».

El papel de las redes

La exgimnasta destaca el papel de Instagram en la recuperación de su trastorno alimenticio, ya que fue en esta red social, en la que ahora tiene más de 17.000 seguidores, donde anunció en junio de 2020 su retiro como gimnasta debido a que padecía anorexia.

Además ha encontrado en esta plataforma ayuda y ejemplos de otros pacientes que superaron sus trastornos de alimentación, a la vez que le ha servido como herramienta para echar una mano a otras personas que sufren su misma enfermedad. Aún así, denuncia el peligro que la red social representa para personas con una «autoestima sin formar» porque están expuestas a continuas comparaciones que provocan «malestar» con una misma.

Por ello, pide que se apliquen medidas y filtros contra las publicaciones que atentan contra la salud de la gente, mientras revela que a su padre le ha «encantado» el libro, pero que el resto de la familia ha sido más reticente por los temas «muy personales» que cuenta.

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