Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


El fumador pasivo

16/02/2023

Ahora resulta que la Unión Europea ha acordado prohibir la venta de coches de motor de combustión en 2035. Fecha límite que se fija para que los europeos solo puedan usar coche eléctrico, con el objetivo de reducir totalmente los gases y partículas contaminantes de los vehículos. Parece ser que se pretende que la medida afecte, tanto a los vehículos con motor de gasolina y diésel, como a cualquier modelo que incorpore un motor de combustión, aunque sean híbridos o híbridos enchufables.
El Pleno de la Eurocámara, de esta Europa superguay, se adelanta así al mundo con el loable fin de «que las ciudades se vean libres de humos, propiciar un transporte sostenible y limpio que contribuya a la descarbonización del planeta y a la ralentización del cambio climático». Hasta se tiene previsto controlar también la calidad de las baterías y su recambio, estableciendo limitaciones durante la vida útil del vehículo.
Evidentemente, no deberíamos soslayar una valoración responsable de las posibles consecuencias económicas de la medida, con el más que probable incremento del precio de los vehículos nuevos, la posible pérdida de miles de puestos de trabajo y el declive de una esencial industria europea, que puede llevarnos a la ruina total de Europa frente a sus competidores económicos del resto del mundo, que además seguirán polucionando como nunca.
Dicho esto, baste saber que, aunque no hay registro oficial, existen estudios muy serios que concluyen que en el planeta hay aproximadamente más de 1.400 millones de vehículos en la carretera, de los cuales en Europa circulan, también aproximadamente, unos 280 millones, lo que supone que cuando eliminemos nuestros motores de combustión, todavía quedarían, por muchísimos años, no lo duden, y sin contar con el lógico incremento pasados los doce años que faltan para esa fecha, 1.120 millones de vehículos contaminando en todo el mundo. Es decir, que la prohibición prevista para 2035 probablemente solo sirva para arruinarnos definitivamente, mientras Europa y el planeta serán como el fumador pasivo, como aquellas personas que, sin ser fumadoras, conviven con un fumador y están expuestas con frecuencia al aire contaminado por el humo del tabaco ajeno.
Muy lejos nos va quedando a algunos la fecha de 2035, que aunque ahora estemos hechos unos mozos, ya veremos si para entonces  nos vemos con la suficiente capacidad para superar el examen psicotécnico con todos los requerimientos exigidos para renovar el carnet de conducir y poder disfrutar de uno de esos coches eléctricos del futuro. Ya veremos si somos capaces de anticipar la velocidad y controlar la coordinación visomotora. A ver el resultado de nuestra anamnesis general en 2035, cómo estamos de la audición, de la vista, y de la tensión arterial.
Incluso a ver cómo tenemos el pulso, si es que entonces tenemos alguno, en cuyo caso nos quedaría, al menos, la inmensa satisfacción, como última aportación personal para salvar el planeta,  de que nos llevaran al cementerio en un coche fúnebre eléctrico 2035 de cero emisiones y última generación.