José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Islas y archipiélagos

30/03/2022

El acuerdo del Consejo de la Unión Europea del pasado 25 de marzo sobre la excepción tarifaria eléctrica de España y Portugal– aunque sea, o vaya a ser, de manera tan excepcional como temporal, para permitir una reducción de la tarifa eléctrica– con relación al resto de los socios comunitarios ha sido visto más como una metáfora de índole geográfica –una vez más como veremos luego– que como un desajuste en la política unitaria en materia energética. 
Así se ha hablado de la 'Isla energética del Sur de Europa', merced a la escasa conectividad de España y Portugal con la red de gasoductos europeos –cruciales en la política energética comunitaria, por más que ésta a juicio de Xavier Vidal Folch, sea más una carcasa que otra cosa unitaria; carcasa del mercado interior europeo, que llega a llamar como 'Mercado persa' en su artículo del día 26 en El País–. Red de gasoductos unitarios y unificados, con la excepción ibérica, que eso es la isla energética. Y esa imagen de la isla ibérica nos retrotrae a la visión de la novela de José Saramago –ahora que celebramos su centenario– La balsa de piedra publicada en 1986. Que ya se sabe que es una suerte de distopía naviera de la península Ibérica, una vez que el fragmento peninsular se fractura y va a la deriva atlántica. Y así se podía leer en la revista Lecturalia: una grieta abierta espontáneamente a lo largo de los Pirineos provoca la separación física de la península Ibérica, que se aleja de Europa flotando en el Atlántico. La balsa de piedra es, en palabras del propio Saramago, «una novela profundamente ibérica», relativa a «Portugal y al conjunto de los pueblos españoles, que siento que comparten una cultura común, una cultura que no es rigurosamente europea: es otro mundo, un mundo con un carácter tan fuerte, tan propio, que los pueblos de la Península deberían hacer un gran esfuerzo de entendimiento mutuo para resistir a las presiones de la cultura europea, que no es sino la cultura de los tres países dominantes, Francia, Alemania e Inglaterra».
Y desde aquí, desde la idea excepcional de insularidad ibérica, habría que leer el sentido moral y crítico que otorgaba la desaparecida revista Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, a su propio nombre. Un archipiélago como «conjunto de islas unidas por aquello que las separa». Como si el mar que separa a las islas e islotes fuera el pegamento que las une. Por ello y frente a la Europa gasificada islas unidas y separadas.