"Nunca se planteó Cabañeros como zona de reintroducción"

Ana Pobes
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Entrevista a Miguel Ángel Simón, ex director del programa Life+Iberlince

"Nunca se planteó Cabañeros como zona de reintroducción"

Tras dedicar su vida a la conservación y protección de especies amenazadas, Miguel Ángel Simón se jubiló en febrero siendo uno de los salvadores de especies tan emblemáticas como el lince. Director del proyecto Life+Iberlince durante dos décadas, califica su experiencia al frente de la iniciativa de «apasionante» y recuerda sus inicios, cuando en 1986 empezó a trabajar en el Parque Natural de Cazorla para llevar a cabo un proyecto de reintroducción del quebrantahuesos. Pero en 1998 decidió trasladarse a Andújar (Jaén), y partir de entonces se dedicó en cuerpo y alma a conocer la población del lince. En 2002, se realizó el primer censo de este felino, del que por aquel entonces solo quedaban 94 ejemplares. A día de hoy hay casi 700 en toda la Península Ibérica.

 

Se jubiló el pasado 26 de febrero coincidiendo con la finalización del tercer Life+Iberlince y después de 20 años trabajando con el lince a través de este proyecto como director. ¿Qué balance hace?

Personalmente, el trabajo ha merecido la pena porque la conservación de la naturaleza es mi pasión y el proyecto ha sido muy enriquecedor. Pero desde el punto de vista biológico ha sido también un reto muy importante, porque se ha conseguido, gracias a todo un equipo de gente, salvar una especie y un patrimonio natural único de la Península Ibérica del que estábamos obligados a que no se perdiera. Ha sido un camino magnífico y muy interesante de recorrer.

Dejó bien encaminada la continuación del proyecto pero hace algo más de una semana Bruselas dijo no a otorgar este año financiación al proyecto. ¿Qué es lo que ha fallado?

No lo sé. Tomé la decisión y creo que aceptada, de retirarme porque se terminaba un proyecto y comenzaba otro. En la redacción del nuevo no he intervenido, ni siquiera lo he visto, y lo agradezco porque debo desintoxicarme del trabajo una vez jubilado. No sé las razones, pero lo que se habló en su momento es que la fortaleza de este proyecto de conservación del lince no viene determinado por la especie sino porque lo que hemos conseguido es un equipo de 22 socios de dos países y de varias comunidades autónomas trabajando de manera conjunta. Creo que eso le da mucho valor y fuerza, siempre y cuando el proyecto resuma esa unión y coordinación entre distintos organismos. No sé las razones, pero no se acaba el mundo. Ahora hay una nueva convocatoria, hay que corregir los inconvenientes que ha puesto Bruselas y volver a trabajar. La perseverancia en estos temas es muy importante y hay que seguir trabajando para asegurar la supervivencia de la especie a largo plazo y consolidar las poblaciones de fuera de Andalucía, que aunque los últimos datos son muy buenos, todavía queda un poco de consolidación en esas poblaciones.

 

¿Cuáles son esos datos a los que se refiere como muy buenos?

El primer censo fiable de población total de la Península Ibérica registraba 94 ejemplares en 2002, y en 2018 era ya de 686. Pero lo más importante ha sido el área de reintroducción de la especie que ha pasado de unos 120 kilómetros cuadrados a más de 3.000 en la Península. El trabajo bien coordinado y los protocolos de trabajo concienzudos han hecho que el área de reintroducción de fuera de Andalucía, como es el caso de Castilla-La Mancha, Extremadura y Portugal, haya ido francamente bien. Así por ejemplo, en los Montes de Toledo ha ido de manera magnífica con más de 65 ejemplares en 2018 y posiblemente este año se alcance ya al centenar, y eso garantizará la supervivencia futura de la especie. Una vez que la población se está asentando y hay hembras reproductoras, empieza a crecer de manera exponencial.

 

¿Cómo se plantea el futuro del lince sin el apoyo económico de Europa?

En estos momentos la situación del lince es bastante favorable, por lo que creo que no debe paralizar nada de lo conseguido. Previamente se habló de que mientras no hubiera un nuevo Life se financiaría con fondos de las distintas administraciones, por lo que creo que simplemente se producirá algún retraso. Conseguir un Life de la naturaleza no es fácil porque se compite con todos los estados miembros de la Unión Europea y hay muchos proyectos muy interesantes. A Bruselas le interesa que los proyectos sean ejemplarizantes para otros países, por lo que hay tener imaginación y presentar iniciativas que sean muy coherentes.

 

¿Cabe la posibilidad de incorporar más áreas de reintroducción?

En varias ocasiones se ha hablado de ello, y de hecho tanto en Extremadura como en Andalucía se realizaron los trabajos previos de esas nuevas áreas. Dependería de las propias comunidades autónomas, quienes deben decidir si se embarcan en un proyecto como este. Así, por ejemplo, Castilla y León anda rondando desde hace tiempo y ha participado en las reuniones de todos los socios del proyecto, pero aún no ha tomado la decisión. Habría que buscar zonas que cumplan los requisitos, sobre todo de densidad del conejo.

Hace dos décadas el lince se consideró el felino más amenazado. El año pasado se cerró con casi 700 ejemplares en la península. Esto refleja que algo se está haciendo bien, ¿no?

Claro. Un ejemplo es que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), de la que soy miembro del grupo especialista del felino, puso en el año 2012 el lince en la categoría de peligro crítico de extinción y después, tras una guía y unos parámetros, lo bajaron a la categoría en peligro. Una categoría preocupante pero no extrema. Y eso, animó mucho. El paso siguiente será pasar a vulnerable, y que se podría alcanzar en unos años.

Quizás las críticas llegan con Carla, la hembra liberada en el Parque Nacional de Cabañeros el pasado mes de abril. ¿El espacio natural cuenta con los requisitos exigidos por Iberlince?

No. El objetivo sería crear una población, y se estableció como criterio poblacional que al menos haya 30 hembras reproductoras, lo que equivaldría a unos 120 o 130 linces. Y para eso, debe tener una superficie mínima de 10.000 hectáreas con conejo. Requisitos que, ahora mismo, no se dan ni en Cabañeros ni en el Parque Nacional de Monfragüe, en la provincia de Cáceres, por lo que no hay un sitio claro. Sí lo hay como posible área de expansión si se trabaja de manera sistemática en recuperar población de conejos, y es una decisión que tendrán que tomar los responsables del Organismo Autónomo de Parques Nacionales.

¿Realmente las sueltas de lince son viables en Cabañeros y en los parques nacionales?

El Organismo Autónomo de Parques Nacionales ha estado trabajando pero no ha facilitado la información como el resto de socios. Cabañeros no se planteó nunca como área de reintroducción sino como posible zona de expansión de los Montes de Toledo. Los ensayos en conservación no tienen ningún sentido porque ya sabemos lo que ocurre. Desde el momento en el que soltaron a Carla, no estaba de acuerdo y no tengo ninguna información de Carla desde su liberación.

Dice que en Cabañeros no cuenta con una población suficiente de conejos. ¿Cuál es el resultado de las actuaciones en las fincas de sueltas de conejo y en el parque nacional?

En el proyecto de conservación no se planteó hacer sueltas de conejos sino seleccionar áreas dentro de la Península Ibérica que ya tuvieran de manera habitual alta densidad de conejos. ¿Por qué? Pues porque el ejemplo ya lo teníamos en Andalucía, donde teníamos una experiencia acumulada y el lince estaba desapareciendo en lugares como Doñana y Andújar, donde la densidad de conejos era bajísima. Ahí se invirtió muchísimo dinero en recuperar la población del conejo porque eran los dos únicos sitios que quedaban, y no funciona bien recuperar densidad de conejo en superficies grandes. Por todo ello, se apostó por no recuperar poblaciones de conejo porque costaba mucho dinero y no era posible, ya que lo máximo que se podía hacer era intentar recuperar cierta densidad de conejos en superficies menores de 1.000 hectáreas y que sirvieran como área de expansión de otras zonas. Hay que trabajar con cabeza y no hacer ensayos porque no funcionan.

¿Carla tiene ya su futuro decidido?

No sé dónde está ahora mismo pero Carla era un lince que venía de Andalucía, que se había recuperado en Ciudad Real y que debe tener ahora unos 13 o 14 años. ¿Qué sentido tiene soltar un lince senil que no le va a quedar más que un año o dos de vida en una superficie con baja densidad de conejos solo para ver qué pasa? Esa es la pregunta. Lo natural es que un individuo con esa edad no dure mucho tiempo, por lo que el ensayo no tiene ningún interés.

El principal campo de batalla siguen siendo los atropellos. ¿Se pueden disminuir estos accidentes o es un problema que se debe asumir?

No nos podemos rendir y hay que seguir trabajando. En el censo de 2018 salen unos números dramáticos de atropellos y hay cinco o seis carreteras donde se producen más de la mitad de ellos, por lo que hay que trabajar en puntos negros como la A-4, tanto en la zona sur de Ciudad Real como en la de Andalucía, donde se ha hecho un paso de fauna pero hay que seguir trabajando. Otro de los puntos con atropellos importantes es la CM-410, donde también se han realizado varias mejoras y el año pasado apenas se produjeron atropellos, por lo que si se centran todos los esfuerzos en aquellos lugares más importantes se conseguiría disminuir a la mitad o a más el número de atropellos. Eliminarlos completamente no sería posible, pues se necesitaría mucho dinero, ya que un paso subterráneo de fauna nuevo con su malla perimetral asociada cuesta en torno a un millón de euros. Medidas más económicas como arreglar las mallas o limpiar un viaducto también contribuyen a reducir la siniestralidad, y creo que ahí es donde hay que volcarse. Todo ello sin olvidar la concienciación. Además, si la natalidad supera a la mortalidad la población sigue creciendo, por lo que los atropellos no están limitando el crecimiento de la población, aunque eso no implica que hay que olvidarse.

¿Cuáles son los principales logros alcanzados en la región?

El primero, volver a recuperar la presencia del lince en Castilla-La Mancha y el segundo, conseguir poblaciones en cuatro años tras la primera suelta de 2014. Además, se planteó lograr cinco hembras reproductoras en cada área de reintroducción y en los Montes de Toledo teníamos once en 2018. Sierra Morena Oriental no ha crecido a este ritmo, quizá porque tiene la autovía en medio y no se han centrado los esfuerzos en una zona y se han soltado linces en uno y otro lado de la autovía, algo que aún no termino de entender. Pero aun así, se han conseguido las cinco hembras reproductoras y hay 39 ejemplares a fecha del año pasado. En Castilla-La Mancha los resultados han sido magníficos.