Victoria Lafora

Victoria Lafora


Lo que no se ve

22/01/2023

Se habla mucho de la precariedad laboral de las nuevas generaciones, pero no de la explotación. Una visita de los inspectores de Trabajo a las grandes empresas de Consultoría ha sacado a la luz condiciones leoninas, jornadas interminables y "fiestas sin guardar".

Socialmente se les considera unos privilegiados porque sus salarios superan los mil euros al mes y en sus currículums, el hecho de haber formado parte de una de las grandes multinacionales del sector, constituye una garantía de conocimiento y valía. En su inmensa mayoría son jóvenes con brillantes carreras académicas, con posgrados en escuelas de negocios, y a los que se les vaticinaba un "brillante porvenir".

Tan duro es su trabajo, tan exigente y tan agotadoras las jornadas laborales (algunas de más de ochenta horas semanales), que muchos no lo aguantan. Es uno de los sectores donde más corta es la permanencia en el mismo puesto de trabajo.

Ya sé que muchos pensarán que más dura es la minería, la pesca de altura o el reparto de comida a domicilio, pero entonces llegaremos juntos a la misma conclusión: que duro les hemos dejado el futuro a los que ahora empiezan en el mercado laboral.

Si estos son los "privilegiados" y, después de trabajar once horas diarias, no les da para independizarse por los precios desorbitados de los alquileres, ¿de dónde se pretende que mantengan el entusiasmo?

Según los portales inmobiliarios, diciembre ha sido el mes con los alquileres más caros en diecisiete años. Un apartamento de sólo ochenta metros cuadrados cuesta al mes unos novecientos euros. No hay salario que lo soporte cuando uno comienza su andadura profesional.

Otro sector que se convirtió en el sueño dorado de los estudiantes de hace unos años fue el de las "big tech". Las grandes tecnológicas, que emprendieron una carrera de contratación masiva, "robándose" unas a otras a los más preparados, prescinden ahora, con la misma celeridad, de cincuenta mil puestos de trabajo. Amazon, Google, Microsoft o Meta están poniendo en la calle a los mismos jóvenes por los que antes se peleaban. La explicación es que se equivocaron en la previsión de crecimiento de sus compañías. Vano consuelo para los que han perdido su trabajo sin horizonte inmediato de alternativas a su específica formación.

Y estos licenciados forman parte, según el imaginario popular, de ese sector de favorecidos por la fortuna que han recibido una formación universitaria, incluso algunos se han podido formar en el extranjero, hablan idiomas, y ha hecho los máster que les correspondían.

Sin embargo, no parece que tanto esfuerzo personal y familiar sea garantía de ninguna estabilidad laboral o de no ser explotados.

Se habla mucho, y con razón, del planeta que van a heredar, abrasado por el cambio climático y donde, incluso la vida, no será posible en muchos lugares de la tierra. Pero lo que no se ve, lo que no queremos ver, es el amargo presente laboral y por tanto personal de los jóvenes de ahora mismo.

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