Cabezas retoma las vivencias de los judíos en Ciudad Real

D. A. F.
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'La novela histórica 'Las pesquisas del trapero' centra su trama en la presencia del tribunal de la Inquisición en Ciudad Real y los años posteriores

Cabezas retoma las vivencias de los judíos en Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde

Manuel Cabezas Velasco regresa a las librerías y lo hace con Las pesquisas del trapero, una novela histórica que continúa la saga que comenzó hace tres años con La huida del heresiarca, que integrarán una trilogía a la que aún le falta su última entrega. La obra de este trabajador de los museos municipales de Ciudad Real se presenta el martes en la Biblioteca Pública del Estado en Ciudad Real a las 18.30 horas.

En una conversación con La Tribuna, el geógrafo e historiador, explica que esta nueva pieza, continúa la trama de su predecesora, pero en una generación posterior, su protagonista es Juan de la Sierra, sobrino de María Díaz, uno de los personajes principales de la anterior trama, centrada en la huida de los judíos de Ciudad Real cuando el Santo Oficio se estableció en Ciudad Real.

El argumento del nuevo libro mantiene el foco "en los conversos que tuvieron que soportar el yugo de la inquisición", y uno de sus personajes destacados era el trapero, "un mercader de paños", explica Cabezas, cuyas andanzas están a la altura del anterior héroe, Sancho de Ciudad.

Cabezas retoma las vivencias de los judíos en Ciudad RealCabezas retoma las vivencias de los judíos en Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde

Las andanzas del nuevo personaje se sitúan también en el siglo XV. En este sentido, el autor recuerda que "la Inquisición sólo estuvo en Ciudad Real dos años, de 1483 a 1485", antes de su traslado a Toledo.

Si la anterior novela trazó "un dibujo de lo que había sido la judería de Ciudad Real antes de la llegada de la Inquisición", mediante una técnica de flash back por parte del protagonista para "mostrar aquello que se había perdido casi un siglo atrás", la nueva novela se centra más en el propio periodo de establecimiento del tribunal en la ciudad y los años posteriores.

La comunidad conversa vivía entonces una situación complicada que a juicio de Cabezas "dependía también de las circunstancias personales", puesto la estrategia fundamental de los jueces del Santo Oficio era "atacar el pilar fundamental de la comunidad conversa, que es la familia", mediante la presión sobre una serie de personas "a lo mejor consideradas más débiles, para intentar apresar a aquellos pesos pesados de la comunidad que habían huido con motivo de la llegada de la Inquisición". Este sistema buscaba amedrentar a personas de los que algunos se convirtieron en 'chivatos' del tribunal eclesiástico o simplemente que se rindieran y aceptaran ser reconciliados por el Tribunal. Esa reconciliación constaba de un escarnio público hasta el lugar en el que se celebraba el auto de fe tras el que el converso debía reconocer sus errores, como por ejemplo, mantener la religión hebraica en secreto (la Inquisición no perseguía a judíos que se mantuvieran en su fe, sino a cristianos sospechosos de judaizar o cualquier otro comportamiento considerado herético), para ser readmitido en el seno de la Iglesia.

Manuel Cabezas, con su obra.Manuel Cabezas, con su obra. - Foto: Rueda Villaverde

Cabezas aclara que Juan de la Sierra "intenta rescatar la herencia de sus antecesores, tanto de su padre como de sus tíos, porque habían sido condenados en ausencia por la Inquisición". El personaje real es el primero al que el Santo Oficio reconcilia el 1 de octubre de 1483. La táctica de los inquisidores se centró en ponerle muy difíciles sus negocios "colocándole todo tipo de cortapisas", con ello obligarán al protagonista a "hacer un encargo insólito, aunque no era extraño en aquella época, que era la búsqueda de su madre", como condición para mantener su privilegio en el comercio de paños. Dicha búsqueda es el eje de la novela.

Esa autorización del tribunal llevará a Juan de la Sierra a tener tratos comerciales en Portugal al más alto nivel, "con el propio Rey", apunta el autor, puesto que para llevar a buen término dichos negocios "necesitaba el visto bueno de la Inquisición".

Cabezas subraya el papel del Santo Oficio como "brazo ejecutor ideológico-religioso" de los Reyes Católicos, aunque en realidad "era más bien económico", puesto que más allá de las temibles hogueras, que "eran la parte final", el principal esfuerzo de los inquisidores se centraba en la "confiscación de bienes", que muchas veces era el primer impacto que recibía el acusado.

El escritor explica que el personaje de Juan de la Sierra "está tomado de los procesos de la propia Inquisición", que están publicados en la editorial de la Universidad de Jerusalén, por Haim Beinart, con amplias referencias tanto de "los reconciliados, las condenas, la relación de bienes y las diferentes etapas del proceso inquisitorial".

Sin embargo, el protagonista falleció ya en pleno siglo XVI, con lo que su proceso fue bastante largo. Por supuesto, la novela parte de unos hechos históricos, contenidos en el proceso, pero todo el viaje que De la Sierra emprende para tratar de localizar a su madre es fruto de la ficción novelada que conduce la trama hasta 1492.