Antonio García-Cervigón

Buenos Días

Antonio García-Cervigón


En recuerdo de Jacinto Guerrero

07/09/2021

Este 15 de septiembre de 2021 se cumplen 70 años de la muerte de Jacinto Guerrero, uno de los compositores más famosos de todos los tiempos en el género zarzuelístico, y un auténtico músico popular que desapareció en el momento más alto de su carrera, cuando apenas había cumplido los 56 años. Siete décadas después no voy a realizar la biografía de un creador cuya vida ya se ha contado en libros, artículos y cientos de referencias nacionales e internacionales, pero sí es necesario dimensionar, desde nuevas y numerosas perspectivas, a un músico muy peculiar que cubrió con sus obras la etapa final de la zarzuela histórica y que supo calar, más que ninguno, en los públicos de todo tipo. De esta manera comienza la pieza literaria solicitada por la ACAZ al compositor Tomás Marco, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y presidente de la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero. El autor detalla la historia musical del maestro que fue músico desde su más tierna edad y «se hizo realmente a sí mismo», destacando a lo largo de su carrera brillantísima el calor de pueblo que irradiaban sus partituras: sencillas, directas, agradables que respondían a la personalidad clara y sin dobleces que tenía don Jacinto, nacido en la toledana villa de Ajofrín. Fue un compositor cosmopolita, sus obras se representaron por medio mundo. Cuentan que era pródigo en hacer favores y no faltó nunca su ayuda al menesteroso. Subía el maestro por la calle San Bernardo una gélida tarde invernal acompañado por el escritor Fernández Shaw y a las puertas de la iglesia de Montserrat se encontraba un anciano ciego que tocaba un violín sin que nadie se acercara por allí con unas monedas. Ante tal desidia, le pidió prestado el instrumento al indigente, se identificó y empezó a tocar mientras canturreaba las canciones de moda y se marcaba unos pasos de baile con el gracejo y empatía que le caracterizaba. Logró en poco tiempo un corro muy numeroso de paseantes que siguieron prestando atención a las melodías que interpretaba. La mayoría del público fue generosa con dádivas y limosnas depositadas a pie de calle. Cuando acabó su actividad artística y una vez cifrada la colecta, el compositor le dijo con guasa: «¡Colega, esto ha sido un éxito de taquilla!». La escena descrita, pero con otra escenografía, ocurría en La Solana cuando los autores viajaron para anotar las costumbres y tradiciones para la zarzuela La rosa del azafrán. Ocurrió esta vez un día de estío, cuando el sol caía inmisericorde sobre la ciudad, y en el casino La Unión, a esa hora, no se veía ni un alma en sus dependencias, salvo el servicio de camareros. Pero llegó el maestro Jacinto Guerrero, de la orden de los filántropos de lujo, para cambiar la historia y congregar en media hora, por el efecto de boca a boca, a más de 400 personas en un concierto espontáneo e inolvidable al piano. En su memoria, dos gloriosas obras del compositor se representarán en la 38 Semana de la Zarzuela. Y en esas estamos.