Combatir el cáncer con ánimo y esperanza

H. L. M.
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La Asociación Española contra el Cáncer recupera su proyecto de acompañamiento en los hospitales de la región, con una labor de sus voluntarios clave en cada fase de la enfermedad

Combatir el cáncer con ánimo y esperanza - Foto: Rueda Villaverde

Cuando hay un diagnóstico de cáncer se abre una puerta a un proceso de pruebas y de curación largo, y una prueba psicológica, además de física, a la que debe enfrentarse un paciente porque los tumores en mayor o menor medida afectan a todos los aspectos de la vida. Para dar «ánimos», sacar «una sonrisa» e infundir «esperanza», la Asociación Española contra el Cáncer inició hace años un programa de voluntariado, cuyo objetivo es acompañar a estos enfermos cuando acudan a un hospital. Se trata de un equipo humano que en la pandemia no pudo desarrollarse, pero que hace unos meses regresó a los centros hospitalarios, como parte de un proceso para recuperar la normalidad que arrebató el COVID.

«Hay 35 voluntarios de hospital» con integrantes en los centros de La Mancha Centro, Valdepeñas y Ciudad Real, comentó la coordinadora de voluntariado de la asociación, Isabel Alcaide. Se trata de un equipo que atiende a unos 2.500 pacientes al año y que con el COVID se ha reducido, porque los mayores de 70 años y en tratamiento activo no pueden realizar este acompañamiento en el hospital, y ellos, junto a otros que así lo han decidido, han optado por dedicarse al voluntariado de captación de socios o en el domicilio de los pacientes.

Su labor en el hospital se resume en una ronda que abarca todos los procesos de la enfermedad con el tratamiento del cáncer, acercándose al hospital de día y radioterapia; el paso por la planta de paliativos y la zona de oncología del centro, con aquellos que están ingresados; y las consultas externas, donde pueden atender a quienes les acaban de diagnosticar un cáncer y muchas veces necesitan «un abrazo», como explica María Espinar, una de las voluntarias de la asociación.

Combatir el cáncer con ánimo y esperanza Combatir el cáncer con ánimo y esperanza - Foto: Rueda VillaverdeElla lleva desde este verano como voluntaria de hospital, en la que es su segunda época. Estuvo unos años cuando diagnosticaron un cáncer a su padre, y hace unos meses le diagnosticaron uno a ella, de mama. Por este motivo decidió retomar esta actividad altruista. «Lo que más me gusta es el hospital de día, porque ahí es donde hablas con la gente, te cuenta cómo lo llevan, tú les cuentas cómo lo has vivido y ven que has pasado por lo mismo y que se sale», explicó. Ver cómo el cáncer tiene cura, en función del tipo y su tratamiento, es un placer, y sobre todo ese momento de acompañar cuando suena la campana, cuando se acaba la quimioterapia, una de las tradiciones en el hospital de día.

«Me gusta sacar una sonrisa y hablar de todo, menos de la enfermedad», dice la voluntaria María Dolores Rodríguez. Su intención es que se olvide del cáncer y recuerda que ella empezó su labor, al ver «la buena labor» que hicieron los voluntarios con ella y en cómo le acompañaron para superar la enfermedad.

Ser voluntario, tiene la otra parte, el paso por paliativos, «donde ves realmente el dolor», señala Espinar. En esos momentos, recuerda Francisco Usera, otro de los voluntarios, es clave saber que el cáncer tiene un lado malo, la preocupación por la gravedad de la enfermedad, y otro de optimismo, cuando una persona muestra su «sonrisa» y dice que de esta se sale. «Si está un poco mejor cuando nos vamos», ese es el momento en que el voluntariado recibe «su recompensa», comenta.

Combatir el cáncer con ánimo y esperanzaCombatir el cáncer con ánimo y esperanza - Foto: Rueda VillaverdeUsera es también un enfermo de cáncer, capaz de contar su experiencia, y de reflexionar sobre esa «huida hacia atrás» que se produce cuando se diagnostica una enfermedad. En su caso ocurrió en pandemia, pero fue el apoyo de la asociación española lo que le empujó en su curación. «Al ser voluntario pretendía devolver un poco de lo que me han dado, pero no puedo devolverlo porque los voluntarios recibimos mucho más de lo que damos».

«Aquí hay que sacar la sonrisa, el ánimo, como sea», resume Antonio Ruiz, quien ya ha pasado por un cáncer y ahora está a expensas de saber si tiene que volver a combatir la enfermedad. «Me jubilaron y decidí que todo el tiempo libre que tuviera en la vida lo iba a dedicar a ayudar a los demás», explica, con el recuerdo de que esta labor no es solo para los enfermos, también para la familia y acompañantes, que suelen ser la mayor preocupación de quien tiene cáncer. «Al 90% de la gente que va a hablar contigo no le preocupa cómo está él, sino cómo van a vivir la enfermedad, su familia, sus hijos y amigos», comenta Usera, quien ha sido durante años presidente de la junta local de la asociación en Miguelturra, de ahí que cree que la clave es focalizar en el paciente y en su recuperación. 

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