El subinspector Peinó destaca el orgullo patrio ucraniano

Pilar Muñoz
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El subinspector de Policía Científica de la Comisaría Provincial de Ciudad Real que estuvo destinado en la embajada española de Kiev les envía ánimo en esta lucha desigual, pero con el pundonor y la pertenencia a una tierra que sabe levantarse

El subinspector de Policía Científica Alberto Peinó - Foto: Tomás Fernández de Moya

Es gente orgullosa de su país, de su historia, cultura, de ser ucranianos. Así define a la mayoría de ellos el subinspector de la Policía Científica de la Comisaría Provincial de Ciudad Real Alberto Peinó que pasó más de dos años en la embajada de España en Kiev.

Peinó esta «muy triste» y preocupado desde la madrugada del jueves cuando Putin declaró la guerra a Ucrania. No se le va de la cabeza el recuerdo de los chicos de 18 años que conoció por su trabajo cuando estuvo destinado en la embajada de Kiev y teme que ahora estén combatiendo en las trincheras intentando hacer frente a lo inevitable, defendiendo a su gente, a su pueblo, su historia y cultura. Una defensa en clara desigualdad de fuerzas, pero con el espíritu de pundonor y pertenencia a una tierra golpeada que ha sabido levantarse.

La entrevista de La Tribuna con el subinspector Alberto Peinó prácticamente coincidió en el tiempo con el asedio a Kiev, cuando las tropas rusas habían alcanzado los arrabales de la capital de Ucrania, una noticia que apenó profundamente al mando de la Policía Científica en Ciudad Real.

El subinspector de Policía Científica Alberto PeinóEl subinspector de Policía Científica Alberto Peinó - Foto: Tomás Fernández de MoyaHa estado en Kiev "dos años y un mes", un tiempo que da para mucho, para hacer amigos y conocer a gente que hoy ha perdido todo. «De la noche a la mañana se han quedado sin nada, muchos han tenido que huir y otros refugiarse de las bombas como pueden. La guerra les ha cambiado la vida de golpe», expresa con hondo pesar al tiempo que le vienen a la memoria imágenes de la revolución del Maidán, de la plaza de la Independencia de una ciudad por la paseó hace poco más de tres años y que ahora es escenario de una terrible guerra, "como todas las guerras".

Alberto Peinó estuvo destinado en la embajada española en Kiev entre enero de 2017 y febrero de 2019. Es gallego y desde 1999 pertenece a la Policía Científica. Estando destinado en la Comisaría General de la Policía Científica participó en los grupos de trabajo del 11-M y del accidente de Spanair y en la identificación de cadáveres del tsunami de Tailandia. 

Está destinado en Ciudad Real desde 2009. De sus dos años en Ucrania recuerda la buena gente con la que coincidió y «las ganas de agradar de los ucranianos, de abrirse a Europa», en especial los jóvenes. La gente le sorprendió gratamente porque, de entrada, «parecen toscos, serios, y no es así, son muy amigable». Y «muy orgullosos» de su tierra. Tienen un profundo sentimiento patrio: a pesar de que su país no es rico, están orgullosos de ser ucranianos», recalca el subinspector Alberto Peinó tras enviarles fuerza, ánimo y la mejor de las suertes, que "cese la guerra y lleguen las ayudas".

Piensa en la gente que "desde el viernes huye, que anda sin casa y sin futuro", personas a las que la guerra "les ha cambiado la vida de golpe", reitera sin poder evitar la tristeza que le invade al ver en los informativos las imágenes de la guerra. Mucha gente con la que coincidió en Kiev ha conseguido salir del país y está a salvo, otros se han quedado porque no han podido salir o porque no quieren abandonar su país. Alberto Peinó, aparte de los compañeros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de España y otros españoles en la embajada, coincidió en Kiev con profesores, ingenieros y otros españoles asentados en la capital ucraniana por motivos de trabajo. Con muchos de ellos ha podido hablar y transmitirles ánimo y la mejor de las suertes.

La vida en Kiev. La cultura "es muy distinta", como las costumbres. "Los horarios son totalmente distintos, madrugan mucho, comen muy temprano, se acuestan muy pronto; creo que el clima influye, y la luz". A Alberto Peinó le sorprendió sobremanera Kiev, una ciudad "cosmopolita, equiparable a cualquier capital europea" y con mucha historia y patrimonio, "con catedrales ortodoxas preciosas como Santa Sofía o San Miguel". Tiene un patrimonio histórico-cultural muy valioso, asegura para, a renglón seguido, destacar la belleza de una puerta de madera de tiempos de la antigua Rusia, una puerta llamada de oro porque era  donde se cobraban los impuestos a quienes iban al país a negociar. 

Ucrania, reitera el subinspector Peinó, "no es un país rico, pero si culto". En los dos años que estuvo allí la vida transcurría con total normalidad, no había sensación ni pensamiento de que les fueran a invadir de la noche a la mañana. Sólo había una zona muy militarizada, pero salvo eso todo discurría con la tranquilidad de cualquier capital europea. 

Sobre el motivo de que muchos ucranianos hablen el español, cree que es debido a su inquietud por aprender y quizá también por esa facilidad para los idiomas que parecen tener los ciudadanos del norte, los eslavos en este caso. 

No obstante, confiesa que una de las cosas que más le sorprendió fue precisamente esa facilidad que tienen para los idiomas y que, como estamos escuchando estos días, hay muchos que hablan muy bien español y otros tantos que se expresan perfectamente en inglés. Un gran elogio de quien fue capaz de aprender a hablar un ruso en seis meses: "no había otro remedio", aclara el subinspector Alberto Peinó mientras sonríe.

Sin perder la sonrisa admite que acostumbrarse a las bajas temperaturas le costó "un poco", dice con cierta ironía. Durante su etapa en Ucrania se registraron temperaturas de 26 grados bajo cero, pero luego el verano en Kiev es bastante caluroso por el río Dniéper, muy ancho y profundo, y hace que el calor sea muy húmedo.

Con el buen tiempo, "las familias se juntan a la orilla del río a hacer shalik, barbacoas de carne, y a brindar con vodka y se te oyen hablar un idioma extranjero date por invitado. Echan el día hasta que se va la luz. Es fantástico". Luego, "cuando están bajo cero rompen la capa de hielo del río y se bañan", y a ti "se te congela todo".

También le costó hacerse a la comida, "no es la española". Con la misma franqueza de la que siempre hace gala, asegura que los ucranianos «me han enseñando mucho, que con poco se puede ser feliz y tener inquietudes, ganas de aprender".

De aquí a unos días el subinspector de la Científica Alberto Peinó se irá destinado a Bruselas. Confía en que de aquí a su partida la situación bélica se resuelva pronto y desea a los ucranianos la mejor de las suertes.