La Soledad, desde San Pedro

M. Sierra
-

La incesante lluvia deja tras las puertas de San Pedro los dos pasos de la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, que cancelaba su estación de penitencia varias horas antes de su salida procesional

La Soledad, desde San Pedro - Foto: Rueda Villaverde

A las 17.30 horas las puertas de San Pedro no se abrieron para que la Virgen de la Amargura  y la de la Soledad salieran a recorrer las calles de Ciudad Real recordando la triste nueva de la muerte de su hijo. No. Una lluvia incesante obligó a la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad a cambiar su hoja ruta y vivir la tristeza de la Soledad en el interior del templo, como había ocurrido con otros en los días de Jueves y Viernes Santo.  Una decisión que se hacía oficial pasadas las 15.30 horas cuando la junta directiva emitía un comunicado oficial a los  hermanos confirmando lo que muchos ya tenían claro, tras una mañana cargada de agua y la confirmación de que la estampa de la tarde en cuanto al cielo, sería similar.      

«Hemos esperado hasta el último momento», confirmaba a La Tribuna el hermano mayor de la Soledad, José Luis Nieto, a los pies de la Virgen de la Amargura, junto al palio de la Soledad, ambos preparados para una procesión que no tendría lugar. Con él, un centenar de hermanos, la mayoría vestidos de negro, pero sin túnica,   acompañaban a los dos pasos que hablan de la Pasión en la tarde del Sábado Santo.  

La previsión de la hermandad para este año en la calle era de 200 hermanos, según las cifras de Nieto, entre cofrades, costaleros, acólitos y mantillas. Un patrimonio humano en el que «también se piensa», explicó, al tomar esta «siempre difícil decisión de no procesionar», en la que se tiene especialmente en cuenta el  patrimonio artístico que en el caso de esta hermandad lleva la firma de José Rivera, Fernández Parra o Luis Marco Pérez.  

A las 17.30 horas, la puerta de San Pedro no se abrió para ver salir la procesión de la Soledad del Sábado Santo, pero sí  para recibir a todos los hermanos que decidieron acompañar a la madre en su dolor en  el interior del templo.