Todo acaba donde empezó: en las urnas

SPC
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España prepara ya su cuarta convocatoria electoral en cuatro años en los que, además, el país ha vivido dos mociones de censura, un cambio de presidente y la crisis del procés

Todo acaba donde empezó: En las urnas

Los españoles volverán a votar en unas elecciones generales el próximo 10 de noviembre tras fracasar las negociaciones para formar Gobierno iniciadas por el socialista Pedro Sánchez, ganador de los comicios del 28 de abril. De esta manera, los ciudadanos vivirán su cuarta fiesta de la democracia en cuatro años. Un cuatrienio especialmente convulso, en el que el país ha vivido, además, dos mociones de censura y un cambio de presidente sin pasar por las urnas. Todo ello con el telón de fondo de la crisis catalana provocada por el intento de los independentistas de lograr la independencia de Cataluña. 

El fracaso de la clase política para llegar a un acuerdo se acabó de formalizar el pasado martes, una jornada frenética de contactos que se presentaba como un intento a la desesperada de evitar la repetición electoral o de esquivar la responsabilidad de acabar de nuevo en las urnas. Eso ya depende de la buena fe que los españoles pongan a las ofertas y a las manos tendidas de última hora. Pero, pese a esas conversaciones in extremis, la conclusión fue idéntica a la de los casi 150 días anteriores: no hay acuerdo. Así, 15 meses después de la moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy de La Moncloa, el país sobrevive con unos Presupuestos prorrogados y con la puerta de los colegios electorales abiertos. Y todo en las semanas previas a que vea la luz la sentencia del juicio del procés.

 Este período de inestabilidad institucional comenzó con los comicios de 2015, cuyos resultados no sirvieron para formar Gobierno. El PP, que venía de una mayoría absoluta y una legislatura de recortes impuestos por Bruselas para contener el gasto, solo obtuvo 123 escaños, los mismos que Pedro Sánchez consiguió el pasado 28 de abril. Ante la falta de perspectiva de poder conseguir el respaldo del Congreso para ser investido presidente, Mariano Rajoy rechazó el ofrecimiento del Rey de someterse a la sesión de investidura en el Parlamento. 

Fue entonces cuando Pedro Sánchez, que había cosechado 90 escaños y se había instalado en el ya célebre «no es no» al popular, asumió el reto de ser presidente y, tras alcanzar un pacto con Ciudadanos, se sometió al juicio del Hemiciclo reclamando también el apoyo de Podemos, que se negó en redondo. El 4 de marzo de 2016, el líder socialista constató su doble derrota en las votaciones en la Cámara Baja. El reloj electoral empezó a contar y, por primera vez en la democracia, el 26 de junio de ese mismo año se repitió la cita con las urnas. 

 En esa convocatoria, el PP recuperó una pequeña parte de los escaños perdidos, logrando 137, mientras que el PSOE retrocedía de nuevo, en esta ocasión hasta los 85 diputados, su peor registro histórico. Pese a estos movimientos de asientos, los populares no sumaban con Cs, que se prestó a brindar su apoyo a Rajoy para llegar al poder, previa firma de un acuerdo.

Sánchez, mientras, seguía enrocado en su «no es no», lo que retrasó la investidura del líder popular hasta el 29 de octubre. Antes de esa fecha, el PSOE se abrió en canal y, durante un polémico Comité Federal, forzó la dimisión de su secretario general, quien también renunció a su acta de diputado para no tener que facilitar la investidura de Rajoy. El trámite en el Congreso salió adelante con la abstención de todo el grupo socialista salvo 15 diputados que mantuvieron el voto en contra. 

iglesias y sánchez. Con una posición de debilidad del Ejecutivo popular, por falta de una mayoría que lo sustentara, arrancó la XII legislatura. Apenas ocho meses después, Podemos presentó una moción de censura que fracasó el 14 de junio de 2017. El partido morado no contó ni tan siquiera con el apoyo de los socialistas, que se abstuvieron. 

Sin embargo, Pablo Iglesias sí dio su apoyo a la moción presentada por el PSOE un año después, aunque el voto decisivo fue el del PNV que inclinó la balanza a favor del socialista. Así, el 1 de junio de 2018, Pedro Sánchez, que en ese momento no era diputado, se convirtió en presidente del Ejecutivo a través de una moción de censura por primera vez en la democracia española sumando a los votos del PSOE, los del partido morado, los nacionalistas, los independentistas catalanes y Bildu. 

 Y lo hizo meses después de que se produjera en España el mayor desafío contra la unidad del país de la Historia reciente, con la celebración del referéndum ilegal de independencia en Cataluña del 1 de octubre de 2017 y la aplicación, también por primera vez en la democracia, del artículo 155 de la Constitución en esta comunidad. Una intervención del Estado que fue pactada por el propio Sánchez con Mariano Rajoy y Albert Rivera. 

De hecho, en el momento de la moción de censura, ya estaban en prisión provisional buena parte de los protagonistas de ese desafío, mientras que otros habían huido para no responder a la Justicia española. En febrero de 2019 comenzó el proceso penal en el Tribunal Supremo contra 12 líderes separatistas, que están acusados de rebelión por parte de la Fiscalía y de sedición, por parte de la Abogacía del Estado. La sentencia se espera para este mismo mes de octubre.

SIN PRESUPUESTOs PROPIOs. En este tiempo, Sánchez ha tenido que gobernar con los Presupuestos que aprobó el Gobierno de Mariano Rajoy y que, en su día, el PSOE enmendó a la totalidad. Y es que el socialista no logró sacar adelante unas Cuentas públicas con el marchamo de su partido, a pesar de haber llegado a un acuerdo para ello con Podemos, ya que no consiguió el respaldo de la mayoría de la moción de censura en el Congreso. 

 Ante la imposibilidad de gobernar con unas Cuentas propias, Sánchez convocó elecciones para el pasado 28 de abril. Las ganó, pero solo con 123 diputados. Inmediatamente después de los comicios, el PSOE comenzó a pedir la abstención de PP y Ciudadanos en la investidura ya que su aspiración era gobernar en solitario, apoyándose en unos y otros en función del tipo de leyes que quisiera aprobar, bajo la fórmula de la geometría variable. 

negociaciones fallidas. Constatada la negativa de populares y naranjas a facilitar su abstención, Sánchez centró sus esfuerzos en intentar persuadir a los morados con diversas fórmulas de colaboración que no pasaban por la coalición que exigía Iglesias. Pero ni la posibilidad de nombrar ministros independientes en el Gobierno ni la de ocupar cargos intermedios en la Administración del Estado fueron ofertas asumibles para Podemos. 

La renuncia inesperada de Iglesias a sentarse personalmente en el Consejo de Ministros, reclamada por el PSOE, forzó a Sánchez a presentar en el último momento, horas antes de que se votara la investidura de julio, una propuesta de coalición a los morados con una Vicepresidencia y tres Ministerios de carácter social. Pero Podemos se abstuvo en la investidura por entender que los puestos que le ofrecían los socialistas no estaban dotados de suficiente contenido. Sánchez acudió al Congreso para perder, de nuevo, las dos votaciones para ser presidente.

 El pulso entre ambos partidos se ha mantenido todo el verano, pero esta vez el reloj electoral ya estaba corriendo. Eso sí, ni siquiera la presión de la cuenta atrás, varió las posiciones de Podemos y PSOE. Así, los morados insistieron en la coalición y los socialistas cumplieron su amenaza de que no habría segundas oportunidades en septiembre y se limitaron a ofrecer un acuerdo programático y la entrada de algunos de sus miembros en organismos del Estado, pero no en el Consejo de Ministros. 

oferta ‘in extremis’. Con casi todo perdido, en mitad de la última ronda de consultas del Rey con los partidos, Ciudadanos lanzó una propuesta, similar a la ya expuesta por el PP hace unos meses: una abstención conjunta con los populares si Sánchez suscribía por escrito su compromiso con un Gobierno constitucionalista en Navarra, con la defensa de la Carta Magna en Cataluña y con la economía española. 

El PSOE respondió por escrito a Rivera alegando que ya cumplía las condiciones. Pero el líder naranja lo consideró una «tomadura de pelo». La última oportunidad se había esfumado y los españoles volverán a las urnas.