La zona oeste de Ciudad Real

Escolástico González
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El actual recinto ferial no reúne ya las condiciones necesarias para albergar a feriantes y visitantes, ni para el desarrollo de las fiestas

La zona oeste de Ciudad Real - Foto: Ion Echeveste

Pabellones feriales, mercadillo ambulante, recinto de ferias y fiestas patronales, barrios marginales y urbanizaciones de viviendas unifamiliares, aisladas y adosadas, marginalidad, urbanismo inacabado y mucho espacio para una futura expansión de la ciudad dan forma y configuran a la parte más sensible, social y económicamente, de la capital, donde se está realizando la mayor inversión de los últimos 40 años.

El barrio de la Granja. Si la iniciativa privada creaba en los años 60 el barrio de Pío XII y Santa María (La Hormiga), en los 90, era la iniciativa pública quien construía la barriada de la Granja y San Martín de Porres, al oeste de la ciudad, para realojar fundamentalmente a comunidad gitana. A mitad de la misma década y en la misma zona se construye también la barriada de Santa María de la Cabeza para realojar a quienes ocupaban el barrio de Padre Ayala.

Ayuntamiento y Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha se alinearon durante más de una década para construir estos barrios populares. Fue una construcción de vivienda pública, de baja calidad, pero con muy buenos accesos públicos. Los barrios se situaron en la periferia, en el límite del núcleo urbano de la ciudad.

La Granja siempre ha presentado un aspecto saludable, con amplios espacios verdes en su interior - más el recinto ferial que se utiliza como zona de expansión del propio barrio cuando no hay actividad comercial o ferial – aunque no sucede lo mismo con San Martín. La Granja cuenta con colegios, guarderías, una iglesia evangélica, otra católica, centro social municipal y espacios comunes para el asociacionismo que dotan a esta zona de una imagen característica. El Ayuntamiento, a lo largo de estos 30 años, mantiene adecuadamente los servicios y las comunicaciones de transportes con el resto de la ciudad.

El desarrollo urbanístico de la ciudad crecerá precisamente por esa zona oeste, a ambos lados de la N-430, lo que sumado a la futura variante de esta carretera y la segunda ronda dejara a todos estos barrios aún mucho mejor comunicados. La Granja y Santa María de la Cabeza se construyeron dentro de la ordenación de la ciudad y dentro de la futura segunda ronda programada, no sucediendo lo mismo en el caso de San Martín de Porres.

Barrios vulnerables socialmente. Los barrios de esta zona oeste siguen manteniendo una imagen de marginalidad y degradación, aunque han sido rodeados por urbanizaciones de viviendas unifamiliares de tipo medio. La barriada de San Martín, con un alto nivel de chabolismo, destaca en su aspecto de marginalidad al crecer y expandirse por terrenos cercanos o por futuras vías de comunicación de la ciudad –segunda ronda– lo cual supondrá un serio problema de realojo a corto plazo. Incluso los patios de las viviendas originales han sido construidos para alojar a nuevas familias. Entre los habitantes de San Martín de Porres y La Granja existe una permeabilidad familiar que permite compartir viviendas y espacios y que altera la vida cotidiana de este último con frecuencia. Una de las quejas de la mayoría de los vecinos del entorno son los ruidos y la delincuencia. Los barrios presentan serios problemas sociales por el desempleo, el envejecimiento de la población y la situación de exclusión de una parte de los habitantes, especialmente entre La Granja y San Martín de Porres.

Barrios entre recintos feriales. Primero llegó a la zona el recinto de las ferias y fiestas de la ciudad, previo incluso a la construcción de algunos de los barrios, y que fue construido durante los años 1984 y 1985 para salir con urgencia de un deteriorado parque de Gasset. Después llegó el mercadillo ambulante, en 1988, y posteriormente, el pabellón de ferias y muestras para finalizar con la ampliación de este último en más de 20.000 metros cuadrados hasta convertirse en uno de los pabellones feriales del sur de España más grandes.

La presencia del pabellón, una edificación de corte industrial, terminándose de construir en la actualidad, contrasta con las edificaciones del entorno de viviendas unifamiliares y con los bloques del barrio.

Si los barrios de esta zona oeste de la ciudad gozan de buenos servicios y amplios espacios, aunque sean edificaciones de baja calidad, la presencia de la actividad ferial de muestras alterara algunos de los valores de la zona, como el aparcamiento. La concesión de una licencia a la Diputación para construir más de 30.000 metros cuadrados de pabellones sin habérsele exigido un mínimo de plazas de aparcamiento público para dotación propia significa la utilización necesariamente de la vía pública y de los terrenos actualmente ocupados por el mercadillo y el recinto de ferias y fiestas, hipotecado de por vida en favor de los pabellones feriales. El Ayuntamiento de la ciudad, sin quererlo y con la ansiedad de un plan de modernización 2025, ha condicionado a futuro el uso de sus propias parcelas de terreno, más de 30.000 metros cuadrados de suelo, en favor de los pabellones de muestras. En caso de necesidad o traslado del recinto de ferias y fiestas a otro punto de la ciudad, deberán seguir dedicándose a aparcamiento. Es decir, por la vía de los hechos consumados y sin debate municipal alguno, el Ayuntamiento de la ciudad aporta al proyecto de la Diputación el aparcamiento público necesario para la actividad que no ha sido capaz de exigirle al conceder la licencia de edificación en detrimento de la calidad de los barrios de la zona.

La necesidad de un nuevo espacio para ferias y fiestas. El actual recinto de ferias y fiestas, compartido durante el resto del año con el mercadillo, no reúne ya las condiciones necesarias para albergar a feriantes y visitantes, ni para el desarrollo de las fiestas de la semana grande de agosto y los días previos de la Pandorga. Su ubicación, su tamaño y configuración, no permiten la programación de una actividad ferial completa en el recinto, siendo necesario trasladar, fuera del mismo, un parte de las actividades como la llamada preferia joven o feria de día.

La feria de día, fuera del recinto ferial - que no reúne las condiciones para su celebración precisamente por la aglomeración de vehículos y atracciones, que no por la falta de espacio adecuado- supone una organización adicional de unas ferias a las puertas de cada establecimiento hostelero permitiendo la venta de bebidas en la calle prohibidas por la propia ordenanza municipal, en contra de los principios de ordenación de la vida ciudadana que el propio Ayuntamiento ha decretado y ha aprobado en materia de ruido y consumo de bebidas en la calle. Es muy posible que la feria de día siga creciendo en la medida que se vaya permitiendo sacar a la calle la música y la venta de alcohol.

El actual recinto de La Granja ha quedado exclusivamente para ubicar las atracciones de feriantes y los conciertos de poca envergadura, cuyo aforo no sobrepase la escasa capacidad del actual auditorio. Las praderas de césped del recinto ferial se utilizan para los bares y terrazas solo nocturnas, la Avenida Descubrimiento de América - ya saturada habitualmente de terrazas - se corta al tráfico para ubicar y hacer un paseo central, mal ordenado, donde se tiene que hacer y vallar una vía de escape provisional. Las, en otro tiempo, llamadas casetas para los jóvenes se ubican en la antigua pista municipal y el auditorio queda exclusivamente para las dos horas de duración del concierto de turno. El resto del espacio se lo reparten camiones y autocaravanas.

En definitiva, Ciudad Real tiene una infraestructura ferial deficiente, que no ha terminado de consolidarse en su actual ubicación, porque surgen otras iniciativas por el centro de la ciudad, con un uso exclusivo para las atracciones de feria, pero sin reunir las condiciones de seguridad, sin aparcamiento para feriantes y visitantes y con un recinto para conciertos de escasa capacidad. Todo ello, posiblemente, obliga a pensar en replantear el recinto ferial actual y ubicar adecuadamente el resto de actividades feriales de día. Ante ello caben dos posibilidades: construir un nuevo recinto ferial o reorganizar el actual espacio, contando con los pabellones de muestras para conciertos y otras actividades.

Una ordenación urbanística adecuada. Los barrios tendrán que convivir durante los próximos 50 o 60 años con la infraestructura ferial levantada. Quizás no haya sido el mejor espacio de la ciudad para su ubicación, por motivos obvios de falta de actividad industrial y comercial, al tratarse de una zona eminentemente residencial, pero sí puede aún planificarse de forma distinta en función a una de las dos decisiones posibles: mantener el actual recinto de ferias y fiestas o bien trasladarlo a otro punto de la ciudad.

Si se mantiene el recinto de feria y fiestas en el lugar actual se debe reordenar el espacio contando con los pabellones de muestras para conciertos de tamaño medio y grande, reutilizar el actual auditorio para otras actividades feriales (de día y de noche), incorporar la parcela de detrás del Instituto Atenea para aparcamiento de feriantes y aparcamiento complementario de los pabellones de muestras, cerrar al tráfico durante las fiestas la Calle Magnolias y la N-420 desde la estación de servicio, y dotarlo de una nueva entrada principal digna que no sea por el Camino Viejo de Alarcos y que conecte el recinto ferial con el parque de Gasset.

Si se opta por el traslado del recinto de ferias y fiestas a otro lugar con más posibilidades, es necesario resolver el aparcamiento del recinto de muestras, salvo renuncia expresa de las parcelas municipales en favor de la Diputación.

En cualquiera de las dos opciones será necesario también acometer la segunda ronda de circunvalación, especialmente entre la N-430, N-420 y CM-412 hasta la Confederación Hidrográfica, evitar el chabolismo, reordenar la conexión desde el camino viejo de Alarcos hasta la N-420 y resolver el tráfico pesado y de mercancías del propio pabellón por su parte trasera.