Un déficit controlado del riego del olivar da un aceite mejor

L.G.E.
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Tampoco disminuye su producción. Lo ha comprobado el proyecto Life Resilience, que busca el control de la xylella fastidiosa y la sostenibilidad

Un déficit controlado del riego del olivar da un aceite mejor - Foto: Javier Pozo

Se llama xylella fastidiosa y el apellido lo dice todo. Se trata de una bacteria que se ha ido propagando por distintas partes del mundo y que afecta a cultivos tan importantes como el olivo. En Europa está en zonas de Italia y Francia y también ha llegado a España, con focos en Baleares y Levante, aunque por ahora está controlada. Para que no vaya a más, Europa ha financiado el proyecto Life Resilience con el que se está trabajando en encontrar variedades que sean resistentes, pero también en aplicar una serie de prácticas que no solo son beneficiosas para mantener a raya a este 'bicho', sino que además favorecen la biodiversidad y se adaptan al Cambio Climático.

Una de ellas incluso está redundando en una mejora del producto final: el aceite de oliva. La directora del proyecto Life Resilience, Teresa Carrillo, explica que eso es lo que han descubierto con un riego deficitario controlado en aquellas explotaciones de olivar que tienen sistemas de regadío. «Con menos volumen de agua teníamos la misma producción y el aceite oliva tenían mayores componentes que le da más estabilidad, le está dando más valor», explica. 

En los estudios que han realizado en fincas en los que se han puesto en práctica, se ha conseguido este resultado con una reducción media del 25 por ciento del regadío. En algunos casos incluso se ha llegado a reducir el 40 por ciento.

Carrillo explica que este déficit de agua provoca «síntomas de estrés» en el árbol, que además son parecidos a los que puede producir la famosa xylella fastidiosa. Han conseguido identificar la diferencia entre unos y otros, lo que también ha sido otro de los logros de este proyecto. 

Además de lo positivo para la producción de aceite, Carrillo recalca que este riego deficitario controlado permite reducir el consumo de agua y también la huella de carbono, algo clave para un contexto de Cambio Climático. Cree que se puede «incorporar como una herramienta más en la gestión sostenible en las fincas». 

Aunque se ha puesto el foco en el olivar, Carrillo explica que este riego deficitario en la práctica se está aplicando a plantaciones de almendros o de pistachos. «Estamos de por sí con menos demanda de la que el cultivo está requiriendo porque tenemos dotaciones de agua inferiores a la demanda», explica. Señala que eso es una diferencia con Estados Unidos, por ejemplo, donde se riega por encima de demanda. «Sin ser muy conscientes estamos aplicando un riego deficitario», comenta. 

Gramíneas para la erosión, leguminosas para fijar carbono.

Otro de los terrenos en los que se ha metido el proyecto Life Resilience es en las cubiertas vegetales, es decir el de las plantas que hay que dejar que crezcan entre olivo y olivo (o entre almendros, cítricos o vides). La directora del proyecto Teresa Carrillo explica que han estudiado distintas mezclas de especies, sobre todo con gramíneas y leguminosas. «Con algunas no hemos conseguido el objetivo, pero con otras sí», expone. Y ahí está la clave, en el objetivo. En función de lo que se persiga se pueden plantar unas cubiertas vegetales u otras. 

Carrillo explica que «en función del objetivo vas a plantar un tipo de vegetales u otros». Por ejemplo, señala que para la «xylella serán necesarios vegetales que no atraigan al insecto vector o bien que lo atraigan para controlarlo y matarlo».Incide en que, por ejemplo, las gramíneas ayudan a combatir la erosión sobre todo en los olivares tradicionales que se han ido plantando en pendiente. Para fijar carbono al suelo, son muy útiles las leguminosas.

«Tenemos en mente hacer más pruebas de ciertas cubiertas vegetales que en su día no teníamos en cuenta y ahora sabemos que son beneficiosas», indica Carrillo. Reconoce que la duración del proyecto Life Resilience, con cuatro años, limita la posibilidad de ver cómo funcionan algunos cultivos. Ahora precisamente se acaba el proyecto y será en mayo cuando presentarán los resultados definitivos. No descarta presentar un segundo proyecto, pero en todo caso asegura que todos los socios implicados están comprometidos a seguir con estas líneas de investigación y pruebas. 

Además de prestar atención a lo que hay sobre la tierra, a las cubiertas, también han estudiado cómo mejorar la calidad bajo tierra, la del suelo, con microorganismos y bioestimulantes. «Son todos los bichitos, los organismos que hay en el suelo», explica Carrillo en un vocabulario sencillo para que se entienda con facilidad. Se trata de dar la vuelta a la tortilla, pues avisa de que «con los sistemas de fertilización e insecticidas nos hemos ido cargando el suelo». 

Se ha seleccionado una veintena de variedades de olivar resistentes a la bacteria

Una de las líneas estrella del proyecto Life Resilience es la búsqueda de variedades de olivo que sean resistentes a la bacteria de la xylella fastidiosa.  El trabajo está dando sus frutos. La directora del proyecto, Teresa Carrillo, explica a La Tribuna que se han creado mil genotipos, de los cuales o el 'padre' o la 'madre' son de una variedad que ha resistido a esta bacteria en Italia, la zona endémica. Luego se han cruzado con otras variedades que son de interés «agronómico», como pueden ser algunas tan conocidas como picual. Han seleccionado 18 variedades que son de interés y Carrillo señala que las hay tanto enfocadas a plantaciones de carácter intensivo como otras de tipo más tradicional. Ya se han plantado en la zona endémica de la xylella en Italia. «Ese es un gran logro del proyecto para nosotros», apunta.