Buscando un techo entre las calles de Ciudad Real

H. L. M.
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Andrés y Jorge narran su experiencia en las calles de la capital, entre los recuerdos a Alejandro, el transeúnte que murió hace días

La hora de cierre de los comercios es la misma en la que nace la esperanza de encontrar cobijo. - Foto: Tomás Fernández de Moya

Ciudad Real lleva durmiendo por debajo de los cero grados durante la última semana. Unas noches heladas en las que una quincena de personas buscan refugio en las calles o dormir caliente cada día, dentro del plan desarrollado por el Ayuntamiento. La iniciativa garantiza acceso a un espacio cerrado siempre que los usuarios así lo pidan. Pasear por la ciudad, cuando el termómetro empieza a caer y los locales del centro empiezan a cerrar implica ver a los transeúntes reunidos, en las plazas de la capital, esperando la llegada de Cruz Roja, la avanzadilla de ese plan, a la espera de caldo, una manta a veces, y la posibilidad de pasar la noche en Jericó, espacio gestionado por Cáritas, o en los hostales con los que el Ayuntamiento tiene convenio. Se trata de un recorrido en el que se preguntan entre ellos dónde están los voluntarios de Cruz Roja y buscan el abrigo de un soportal, mientras esperan con la idea de dormir bajo techo esa noche. La clave está aquí, porque la decisión es suya, tanto para ir a Cáritas como a un hostal, aunque estos días en la mente de todos los indigentes está Alejandro, el transeúnte fallecido hace unos días en la calle.

En esas noches frías habita Andrés, quien lleva seis años viviendo en Ciudad Real, tras una serie de problemas familiares que lo llevaron a dormir en la calle y un periodo «en el que se cruzaron los cables», cuando estaba estudiando. Estos días ha dormido en algún pasaje de la capital. «Me echo cuatro cartones y una manta», explica cuando relata cómo pasa esas noches al raso, en algún rincón de la capital. Una noche bajo cero implica «acurrucarse en un pasadizo» y tratar de mantener «curioso» el entorno, para que nadie le llame la atención por haber tomado ese espacio para dormir. «Me despierto al alba, cuando llegan las mujeres que hacen la limpieza en la zona», comenta. El día lo pasa «buscándose la vida», en la Catedral a primera hora, o en Siloé, donde Cáritas atiende de día a estas personas. «No es que saques mucho, pero sí lo suficiente para el día a día».

En la mente de Andrés está el recuerdo de Alejandro, la persona que solía estar durante el día en la puerta de Carrefour y que falleció hace unos días. «Ya me noto que el páncreas me va a fallar y la fuerza que tengo no es la misma que tenía», explica, pensando en las enfermedades y similitudes con Alejandro. A la vez se levanta con esfuerzo del banco en el Pilar donde espera la llegada de la ayuda del Plan contra el Frío, tratando de mostrar su fortaleza aún.

‘Jorge’ y los carteles que emplea para pedir en la calle.‘Jorge’ y los carteles que emplea para pedir en la calle. - Foto: Tomás Fernández de MoyaLa libertad, querido Sancho

Jorge, nombre inventado a petición suya, también tiene la mente puesta en Alejandro. «Las noches se pasan fatal, se hielan las articulaciones y, además, tengo un problema de osteoporosis, por lo que el dolor es aún mayor». Estas dolencias se agravan por las noches con enfermedades que pueden conducir a una muerte como la de Alejandro o estar como otro transeúnte hace unos días, que también tuvo problemas de salud. «Su muerte toca la moral, porque se podía haber evitado de alguna manera», afirma, a la vez que considera que ha aumentado el interés por los indigentes a raíz de lo ocurrido. «Mirando para otro lado no se soluciona el problema, sino haciendo frente y aportando».

«La vida aquí está fatal, porque pedir es muy difícil», señala. Su historia, explica, es la de un psicólogo, con el gabinete hundido por la crisis, y que lleva en la calle tras salir de Herrera de La Mancha. Se optó por quedarse cerca de la prisión. «Los papeles del paro de mi tierra aquí no sirven, me los tengo que hacer nuevos, pero necesito un padrón». Este aspecto es el más limitante en la calle, porque sin esa vivienda se rompe el acceso a muchos de los sistemas de ayudas sociales.

Su idea, cada noche, es buscar el calor de Jericó, sobre todo, tratando de evitar los hostales porque al haber «menos restricciones» las noches son más difíciles. «Yo no estaría aquí sentado si tuviera un techo o las necesidades cubiertas como el aseo, la comida y las motivaciones básicas», argumenta. De hecho hay veces que se pasa por la cabeza volver a la cárcel, con una comida y una cama asegurada, pero «la libertad, querido Sancho...», es la clave de estas vidas, aunque sea libertad para dormir al raso.

 

«Estamos teniendo una media de siete pernoctaciones diarias»

La concejala de Acción Social, Matilde Hinojosa, apuntó que hay «una media de pernoctaciones de entre siete u ocho personas con las temperaturas tan bajas» en Jericó o en los hostales habilitados por el Ayuntamiento dentro del plan contra el frío, por lo que «todos no están yendo, porque así lo deciden ellos». Se trata aproximadamente de la mitad de las personas sin hogar que hay en Ciudad Real. Por números, la muerte de Alejandro no ha implicado cambios en cuanto a los que deciden ir a un hostal o Jericó, pero «la situación de preocupación y desconcierto sí que se nota, porque era una persona que todos conocíamos, hemos estado interviniendo y que ellos, que viven en la calle, han estado conviviendo con él». De hecho, Alejandro era una persona con la que se estaba trabajando desde el Consistorio. «Cuando las temperaturas bajan de los cinco grados o suben de los 40 o hay fenómenos meteorológicos que hacen que la vida en la calle se complique, nosotros habilitamos establecimientos hosteleros para que puedan pasar esas condiciones a cubierto», explicó la edil, quien señaló que es «una decisión personal», porque no existen métodos que permitan obligar a su traslado.

La atención de Cruz Roja en las calles de la ciudad.
La atención de Cruz Roja en las calles de la ciudad. - Foto: Tomás Fernández de Moya
Hay que tener en cuenta que Cáritas y Cruz Roja trabajan «todo el año», no solo en las heladas. Los primeros dan alojamiento, mientras los segundos ofrecen una cena, «un caldo y un bocadillo» e informan de la situación. Igualmente, señaló que hay una atención diaria en el Centro Verde y apoyo sanitario o de ayuda para intentar que los transeúntes puedan dejar las calles de la ciudad. «Hay decisiones de vida» que llevan a vivir sin techo, aunque Hinojosa puntualizó que hay herramientas en la capital para que quien quiera dejarla pueda iniciar un proceso, bien con Cáritas, o con el apoyo de los técnicos municipales. «Nosotros podemos poner a su disposición todos los recursos que tenemos, pero son las personas las que deciden al final».