Pequeños detalles que hacen más fácil la vida

J.M.
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La inciativa privada y el apoyo vecinal hacen posible el hormigonado de una de las calles más transitadas de la pequeña localidad alcarreña de Caracenilla. Porfirio Fuente, alcalde pedáneo se encargó de costear la remodelación.

Pequeños detalles que hacen más fácil la vida - Foto: Reyes MartÁ­nez

Los vecinos de la pequeña localidad de Caracenilla, pedanía de Huete, han visto cumplidas una de sus aspiraciones: la mejora y acondicionamiento de una de las calles más transitadas del pueblo, lugar al que acudían cada tarde a pasear.

Tras numerosas gestiones llevadas a cabo por el alcalde pedáneo, encaminadas a procurar fondos para  acometer el arreglo del vial, y en vista de las constantes demoras, fue el alcalde quien decidió acometer  el acondicionamiento de la calle, haciéndose cargo de todos los gastos de la obra.

Porfirio Fuente Arcas, alcalde pedáneo de la pequeña localidad alcarreña, es un hombre cordial, emprendedor, con firmes propósitos y con las ideas claras.

A sus 63 años, sigue trabajando en una empresa de Madrid, como maquinista, y en cuanto dispone de un poco tiempo libre aprovecha el momento para acercarse por el pueblo que le vio nacer y compartir con sus paisanos inquietudes y preocupaciones cotidianas.

 «Llevábamos tiempo pensando entre los vecinos, dándole vueltas a la necesidad de arreglar la calle por la que tanta gente transita aunque estuviera en malas condiciones por el abandono y el paso del tiempo»,  señala Porfirio, quien tras llegar a un acuerdo con algunos vecinos que colaborarían en la tarea, puso manos a la obra.

«Lo primero que hicimos fue quitar las hierba, sanear la calle, limpiarla de guijarros y de suciedad, no sin antes consultarlo con el alcalde de Huete, municipio al que pertenecemos, y del que obtuvimos el permiso correspondiente y la buena acogida del proyecto».

Dicho y hecho. Una vez recibido el visto bueno, Porfirio y algunos vecinos pusieron todo su empeño y buena voluntad en el arreglo de la calle del Boleo.

Huyendo de todo protagonismo, Porfirio hace especial hincapié en la buena voluntad de los vecinos que han colaborado en los trabajos y en los apoyos recibidos.

«A veces no se hacen las cosas por falta de iniciativa privada, y aunque haya que consultarlo con quienes nos gobiernan, es cuestión de resolver las cosas que son necesarias para que la gente se sienta más a gusto viviendo en su pueblo. Los pequeños detalles son los que hacen la vida más fácil y son las que de verdad importan».

 La obra realizada en la calle del Boleo ha consistido en la limpieza y el hormigonado de la misma, «tarea que no nos ha llevado mucho tiempo, ya que se ha ido realizando a ratos libres de cada uno de nosotros. Unos aportaron su trabajo, otros la maquinaria precisa y en mi caso el dinero, (que no voy a decir cuánto ha sido), para que la calle cambie de aspecto, cuidando también que los coches que transiten no vayan a velocidad excesiva, colocando unos badenes bien visibles, pintados de rojo, en diversos tramos de la calle».

Una capa de hormigón y una tonelada de buena voluntad han sido suficientes para que los vecinos vean cumplida una vieja aspiración, que no consiste solamente en acondicionar una cale, sino en el detalle del cuidado general del pueblo, facilitando con ello la vida de sus 82 habitantes en invierno, «aunque en verano se triplica la población», dice Porfirio, quien añade que, «a pesar de ser un pueblo pequeño, todos los fines de semana del año contamos con la presencia de numerosos turistas que acuden a las casas rurales, a disfrutar de la tranquilidad del entorno y de los buenos manjares que se sirven en los restaurantes».

El alcalde pedáneo de Caracenilla es un hombre cordial, amante de su pueblo, «al que pienso volver definitivamente cuando llegue el momento, aunque la verdad es que nunca me he ido», dice sonriendo,  y destaca la labor que los vecinos hacen a diario en el pueblo, «porque aunque yo sea el cabeza visible, hay otros tantos vecinos que hacen muchas cosas por mejorar el pueblo, como es el caso de José García, propietario de la mayor industria local, la quesería, quien pagó de su bolsillo el reloj de la torre de la iglesia, y quien se encarga del acondicionamiento y arreglo de los jardines. Es un pequeño detalle. Uno de tantos que hacen la vida más agradable a los vecinos del pueblo», señala.

Satisfacción.

Una vez hormigonada la calle, los vecinos que antes transitaban con dificultad, pasean ahora con comodidad, reposando de vez en cuando en los bancos instalados a lo largo del paseo.

Uno de los habituales paseantes mostraba su satisfacción al poder «volver a dar el paseo diario sin tropezones y sin barro. Se han hormigonado alrededor de 180 metros, y  quedan otros tantos por acondicionar, pero de momento es suficiente y estamos agradecidos a la iniciativa del alcalde».

Un municipio bien asfaltado en su totalidad, que en los últimos años ha mantenido la población, e incluso ha aumentado, gracias a la creación de numerosos puestos de trabajo que se reparten entre la hostelería y el sector lácteo, siendo la empresa de fabricación de quesos el mayor generador de empleo de la localidad.

«Me gustaría destacar que en  el pueblo no hay paro», dice Porfirio, y ojalá pudiéramos generar más  puestos de trabajo gracias a los programas de ayuda y a los fondos que vienen de Europa. De momento, con mantener la población y que no descienda, es suficiente, aunque todo puede ser mejorable».

 Sin tiempo que perder, porque debe regresar a su lugar de trabajo, el edil pone fin a la conversación y se encamina hacia su vehículo para poner rumbo a Madrid, su lugar de residencia habitual.

«Menos mal que he pedido el día libre y no me han puesto pega alguna», dice sonriendo el alcalde pedáneo de Caracenilla, quien a buen seguro, ya está pensando en la forma de acometer el hormigonado del tramo que falta para dejar la calle del Boleo lista para ser transitada de principio hasta el final.