Abierto a una segunda oportunidad

Manuel Espadas
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44 penados cumplen en la actualidad sus condenas en el Centro de Inserción Social Concepción Arenal de Ciudad Real, donde se les prepara para su cercana vuelta a la libertad

Abierto a una segunda oportunidad - Foto: Fotos Rueda Villaverde

Según un reciente estudio publicado por Instituciones Penitenciarias, sólo dos de cada diez reclusos reinciden en España después de cumplir sus penas. En esta alta tasa de reinserción, un 80%, juegan un papel primordial lugares como el Centro de Inserción Social (CIS) Concepción Arenal de Ciudad Real, en funcionamiento desde 2004. Allí no hay grandes muros rodeando el edificio ni barrotes en las ventanas, tampoco hay vigilantes por sus pasillos, los dormitorios sustituyen a las clásicas celdas y a los presos se les denomina internos, usuarios o residentes. Sí, es un centro penitenciario donde se cumplen condenas, pero en absoluto parece una cárcel.

Cumplen condena los reclusos en semilibertad o en tercer grado, con la obligación de dormir allí cada noche, pero con cierta libertad el resto del día y durante los fines de semana, en los que pueden pernoctar fuera. Unos trabajan, otros realizan actividades para la comunidad y otros acuden a cursos de formación, en un régimen que les prepara para el esperado momento en el que recuperen la libertad al completo, después de cumplir su deuda con la sociedad. El objetivo del CIS, expresado de manera oficial, es «la reeducación de los condenados a penas privativas de libertad y la reinserción social».

Los residentes del CIS de Ciudad Real son personas de variada condición, nacionalidad y formación. Con algunas de ellas coincide La Tribuna en su visita pactada para conocer el funcionamiento del centro. «Yo prefiero que mi cara no salga en las fotos, que me van a conocer en el pueblo». Es la única condición que ponen a los dos 'intrusos' periodistas que perturban la normalidad de una tarde de noviembre en el Concepción Arenal. «¿Cuándo va a salir publicado esto?», se interesa otro de los internos, en un ambiente de cordialidad y orden. Unos charlan tomando algo o viendo en la televisión un partido del Mundial, otros aprovechan los últimos rayos de sol del día para hacer algo de deporte, los hay también que descansan en sus habitaciones y otro de los residentes comparte mesa con dos trabajadoras sociales de uno de los colectivos que colabora con el CIS (Cruz Roja, Fundación Atenea, Fundación Diagrama, Acción contra el Hambre, Siloe de Cáritas...).

Abierto a una segunda oportunidadAbierto a una segunda oportunidad - Foto: Rueda VillaverdeComo es lógico pensar, esta idílica descripción del momento no tiene por qué ser la que se repita a todas horas y día tras día, pero por lo que cuenta su nueva responsable, Isabel Marcos Alberca, sí es lo más habitual. Los conflictos internos son minoría ante las ganas de cumplir con las normas y respetar a los demás, de unas personas que ven muy cerca recuperar la libertad que en un mal día, por distintas razones y en diversas circunstancias, perdieron.

En la actualidad, en el CIS de Ciudad Real residen 42 hombres y dos mujeres, al margen del medio centenar de penados que cumplen de manera telemática su condena y que también pasan por allí para formalizar su control de manera periódica. Además, hay más de 800 expedientes de seguimiento de penas y medidas alternativas a la privación de libertad que se gestionan desde sus oficinas. Es el epicentro del último paso hacia la reinserción social de sus residentes, que es la gran razón de su existencia. 

«Quiero trabajar, sentirme útil y sacar algo positivo de todo esto»

Nació hace 37 años en Portugal y en la actualidad cumple condena en el CIS de Ciudad Real. Si todo va bien, en marzo/abril de 2023 recibirá la condicional y podrá disfrutar de una libertad que perdía hace tres años. Con buena presencia, educación gestual y claridad al hablar, con simpatía no duda en atender a La Tribuna, interrumpiendo su entrenamiento en la zona deportiva y pese a que la selección de su país natal estaba disputando uno de los partidos del Mundial. «Con ver la segunda parte me vale». Acepta explicar su historia y su experiencia en el CIS, con la única condición de mantener su anonimato. «Esto es muy diferente a Herrera de la Mancha», resume.

Especializado en electricidad y en instalación de placas solares, llegó a Ciudad Real en 2010. Aunque deja claro que «no es ninguna excusa», achaca a «la soledad» y el fallecimiento de su madre el momento en el que su vida se torció. «Me encontré muy solo y empecé a salir con los que yo creía que eran amigos. Consumía droga cada vez más, hasta verme enganchado. Un día me metí en un choque para ir a Madrid con dos de esos amigos, yo para comprar droga y ellos para vender unas herramientas y móviles. En un control, el que conducía se dio a la fuga y casi atropellamos a un guardia civil. Después me enteré de que el coche era robado y que el que conducía no tenía permiso. Nos detuvieron y nos condenaron a los tres, a mí a cuatro años», explica en tono resignado.

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Abierto a una segunda oportunidad - Foto: Rueda Villaverde

Ahora, salda su deuda con la justicia en el CIS, donde apura sus últimos meses de condena. «Yo aquí me encuentro genial. Han puesto a mi disposición muchas herramientas para buscar trabajo, facilitando mis salidas y para hacer mis trámites. Es un cambio muy grande en comparación con Herrera», afirma agradecido. Por las mañanas siempre sale del centro, a hacer gestiones o a pasear, vuelve para comer y por la tarde entrena o sale a correr -«el deporte ahora es muy importante para mí, hasta he dejado de fumar»-. Esto desde hace un par de semanas, porque antes estaba trabajando, incluso en dos sitios al mismo tiempo. «Es lo que deseo. Salí de Herrera con mucha motivación, con mucha energía y con ganas de luchar por mis objetivos. Yo quiero trabajar, sentirme útil, sentir que hago algo bien para la sociedad y para conmigo mismo. Quiero sacar lo positivo de todo esto, porque las cosas pasan por algo», dice con sinceridad.