De la gloria al infierno

Javier M.Faya (SPC)
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Inés Arrimadas se hizo con las riendas de Ciudadanos hace ahora un año y la formación, lejos de mejorar, ha cosechado duras derrotas en Galicia, País Vasco y, sobre todo, Cataluña, donde ha tocado fondo

El vicesecretario general Carlos Cuadrado (a la izquierda, en primera fila) acapara casi todo el poder en la formación. - Foto: Chema Moya

Puede parecer un chiste malo, pero no lo es. El futuro de Ciudadanos es de color de rosa, o mejor dicho magenta. El de UPyD. Y no lo dice el que firma sino una persona que estuvo en los inicios de un partido político que vive sus horas más bajas desde su nacimiento un 9 de julio de 2006. El próximo lunes, Inés Arrimadas García cumple un año al frente de la nave naranja, un barco, que con los últimos resultados cosechados el 14-F en Cataluña, tiene una vía de agua importante que puede acabar en un hundimiento. Mucho van a tener que cambiar las cosas. Pero lo peor de todo es que el capitán, como en el cuento del emperador desnudo, no ve nada, achaca la culpa a su antecesor y no piensa hacer cambios.  

Bases, bases, bases. Esa era la palabra mágica que repitió hasta la saciedad la jerezana cuando ganó de forma contundente (76,91 por ciento de los votos) las primarias a un Francisco Igea que se ha mantenido leal y que, de momento, no ha dicho esta boca es mía. Sí el grupo Renovadores, del que forma parte, que ha pedido la cabeza de Carlos Cuadrado, vicesecretario general y máximo responsable de la fallida campaña electoral en la región mediterránea. 

Aunque en teoría la número dos del bloque liberal sea una desconocida Marina Bravo, el que realmente parte el bacalao, a nivel orgánico, es el hombre que en la época de Rivera llevaba las finanzas del partido. Él es el brazo ejecutor de Arrimadas y, según algunas fuentes, era el que negociaba con el PSOE los Presupuestos y, lo más importante, el que acapara el poder en Ciudadanos. 

Justo debajo de este empresario está el abogado José María Espejo, vicesecretario general adjunto. Ambos conocen el grupo desde sus inicios, se ganaron la confianza de Rivera (han laminado a su gente en el último año) y crecieron junto a la presidenta en el Parlament. Allí era portavoz adjunto Marina Bravo.

Las comparaciones son odiosas, pero resulta curioso que los dos hombres más cercanos al barcelonés, José Manuel Villegas y Fran Hervías (el primero dimitió con su jefe y el segundo fue obligado a ello), tenían un perfil político muy marcado a diferencia de Cuadrado, responsable de Finanzas, y Espejo, experto en Relaciones Institucionales. Esa bisoñez y empezar desde el más absoluto cero en Organización (hicieron tabula rasa y no quedó nadie vivo del equipo anterior) puede explicar por qué los resultados fueron malos en Cataluña. Y en Galicia, y en el País Vasco...

«Inés ha hecho lo mismo que hizo en Cataluña con Carrizosa (fue su caballo perdedor en las elecciones). Se limita a ser la portavoz, la figura y tener la última palabra, pero delega porque no le interesa tanto la gestión del aparato», comenta otro antiguo alto cargo, que se hace dos preguntas: «Si dijo una y otra vez que las bases iban a ser protagonistas, ¿por qué no les hace caso y cesa a Cuadrado, Espejo y Carrizosa?, y ¿por qué quitó de enmedio a Lorena Roldán (desertó al PP) como cabeza de lista en los comicios catalanes el pasado verano si el anterior había arrasado con un 86 por ciento de los votos en las primarias y lideró una moción de censura?». 

    

Comisión permanente

Hay otro dato muy elocuente y es el de la composición de la Comisión Permanente, la cúpula del partido. En ella no figuran pesos importantes como el vicepresidente de Andalucía, Juan Marín, o el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, y sí Cuadrado, Espejo, Bravo, Melissa Rodríguez (portavoz nacional) y Edmundo Bal, portavoz adjunto en el Congreso. Pero ese núcleo duro se convierte en un triunvirato realmente. De hecho, eso explica que sobrevivieran al 14-F los dos sargentos, como se les conoce en Alcalá 253.  

Cierto es que con la pandemia el panorama político se polarizó (de ahí los grandes resultados de Vox) y eso no favorecía a Ciudadanos. Y lo más importante, la herencia de Albert Rivera de los 10 diputados tras la debacle de noviembre de 2019 le daba muy poco margen de maniobra a la gaditana. Aun así, ese ejército de Pancho Villa se hizo notar y de qué manera en dos prórrogas del Estado de alarma, desquiciando a Pablo Iglesias. Mientras su jefa estaba de baja por maternidad, Bal, que fue azote del Gobierno durante el procés como abogado del Estado, llevó los mandos del partido en la Cámara Baja y demostró mucha altura de miras y una talla enorme como político. Ha sido, sin duda, la mejor noticia en los naranjas en mucho tiempo.  

Por otra parte, según señalan cargos directivos provinciales consultados, hay motivos para la esperanza, aunque la culpa la tengan «los medios de comunicación». «Obedecen al bipartidismo casposo de siempre. Nos dan mucha caña», denuncia Juanmi, de Alicante.