Cuando el horror se ve con distancia

D. A. F.
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Ramón González, profesor daimieleño en París y superviviente del atentado de Bataclan, inspira una película a partir de su libro

Ramón González en una terraza del centro de París. - Foto: LT

Ramón González señala que ha podido enfrentarse a la película Un año, una noche, con suficiente distancia como para verla como espectador, «al margen de mi experiencia». Una distancia fruto del tiempo y la terapia, puesto que este daimieleño residente en París fue uno de los supervivientes del atentado que hace ocho años sesgó la vida de 90 personas en la Sala Bataclan de París por los disparos de los integrantes de una célula integrista islámica contra los asistentes a un concierto de rock.

La vivencia de González se plasmó en el libro Paz, amor y death metal, que en España distribuye la editorial Tusquest. Esta obra fue la base en la que se inspiró el director Isaki Lacuesta para dar forma a dicho proyecto cinematográfico que ha tenido un trayecto lleno de buenas críticas por los festivales de cine, incluido el premio del Jurado Ecuménico de la Berlinale de este año.

«La película me ha gustado mucho» admitió González a La Tribuna. Sin embargo, desde el momento en el que surgió la posibilidad de rodarla, prefirió no intervenir demasiado en la producción. «Tuve un primer contacto con Isaki Lacuesta y los guionistas en París» que se desarrolló de forma satisfactoria «y a partir de ahí contactaron varias veces, nos volvimos a ver», pero prefirió no implicarse en la producción,  «y dejar que tuvieran total libertad para que hicieran lo que quisieran».

González recuerda que una vez que estuvo concluido el guión lo primero que hicieron fue mostrárselo, al igual que cuando estuvo listo el primer montaje, «además me invitaron al rodaje en Pamplona, en París», de modo que tuvo una muy buena relación con todo el equipo cinematográfico.

El escritor sobrevivió al atentado refugiándose junto a otras personas en un camerino. «Estaba con mi novia y con dos amigos y con ellos mantengo la relación, no he tenido necesidad de conocer a otras personas que han pasado por esa experiencia», precisa.

Tras el atentado de 2015, el escritor daimieleño tuvo que acudir a terapia para asimilar lo ocurrido y el mismo hecho de escribir el libro fue un mecanismo para superar aquella desgarradora experiencia. González dejó su antiguo trabajo «y ahora soy profesor de español en un instituto de secundaria, que me gusta mucho, y sigo escribiendo, algo que ya hacía antes», refiere.

En lo que respecta a la sociedad francesa, el superviviente daimieleño entiende que en los primeros meses tras el atentado «había una cierta tensión en la ciudad», que se manifestaba de distintas maneras, pero «se ha vuelto a vivir como antes, la gente no ha renunciado a salir a la calle», sentencia.