Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


Mejor que El Greco

17/06/2022

El lunes, 13 de junio de 2022, en la primera ola de calor del verano, que aún no ha comenzado, se presentaba el elaborado y cuidado libro de Ángel del Cerro sobre la vida y obra del escultor toledano Alberto Sánchez. Editado con mimo por Jesús Muñoz, en la editorial Ledoria, el nuevo libro sobre Alberto Sánchez pretende rescatar la figura del escultor que, sin estar olvidada del todo, no está presente con sus obras en Toledo. Su nombre aparece y desaparece de forma intermitente por impulsos individuales, sin que se consiga una presencia cultural y social equiparada a la calidad de la obra.
En la presentación del libro sugerí que Alberto era el mejor creador de Toledo, por encima del Greco. Por supuesto, la propuesta era provocadora, pero sí se analiza la obra de Alberto, al margen de publicidades y teorías preconcebidas, se comprenderá que no hay tal provocación. Es cierto que comparar obras de siglos distantes y culturas distintas lleva encerrada una trampa evidente. No se debe comparar lo que no es comparable. Aunque, piensen en la afirmación. El Greco no era de Toledo, sino por adopción resignada. Su destino era el Madrid bullanguero de Felipe II, pero se tuvo que acomodar a la ascética Toledo. La iglesia de entonces no solo era la empresa más potente para el mecenazgo, sino también la que podía ser más audaz. Por eso, el Greco se quedó a vivir en Toledo. Que fuera olvidado durante siglos por los toledanos es otra cuestión. Alberto, en cambio, tuvo que emigrar, pero nunca se desprendió de la ciudad de su infancia. En Madrid buscó lo más parecido al paisaje abandonado y lo encontró en Vallecas. En La URSS, lo más aproximado lo imaginó en Crimea. Cuando dibujaba paisajes rusos, reproducía luces y matices toledanos. Y cuando esculpía representaba mujeres, animales, vegetación y tierras de Toledo. El Greco pintaba a las clases altas, Alberto esculpía a las clases trabajadoras. Nada más representativo de su época que una mujer, casi evaporada, como las mujeres de las Covachuelas. Nada más expresivo que las huellas del alcaén y la greda del barrio que llenaban su imaginación. Nada tan estilizado como los animales y vegetación de un paisaje calcinado como el de Toledo. Esculpiendo o pintando las realidades esquemáticas de su tierra superó a su admirado Greco, varios siglos después.

ARCHIVADO EN: El Greco, Toledo