«El objetivo del libro es que conozcamos lo que tenemos»

Hilario L. Muñoz
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El pasado martes Bruno Barragán presentó el segundo volumen de la colección memoria Democrática de Castilla-La Mancha, una guía pensada parta conocer los aeródromos de la Guerra Civil que hay en la provincia de Ciudad Real

«El objetivo del libro es que conozcamos lo que tenemos» - Foto: Tomás Fernández de Moya

Bruno Barragán llegó a Ciudad Real hace 20 años, ya como un aficionado a la aviación previa a la Segunda Guerra Mundial. Por motivos laborales, uno de los recorridos que hacía le llevaba a pasar por la carretera de Almodóvar a Villamayor, donde se encuentra uno de los aeródromos de la provincia en la Guerra Civil. De ahí surgió el interés, documentarse y publicar dos libros, uno escrito en 2007 y publicado por la Biblioteca de Autores Manchegos, y un segundo, estrenado la pasada semana, Aeródromos de la Guerra Civil, que es el segundo volumen de la colección Memoria Democrática de Castilla-La Mancha, hecho a modo de guía ilustrada. 

¿Qué es lo más curioso de los aeródromos de Ciudad Real?

Cada aeródromo tiene su particularidad, pero hay cosas muy peculiares y que me gustan mucho. El de Saceruela es uno de ellos, no solo por el estado de conservación que tiene, sino porque fue un campo muy especial en el que hubo muchos aviones. Hubo un momento en que llegó a haber 40 aparatos, y esos eran muchos en aquel momento en que la aviación era algo incipiente. Además, tuve la suerte de mantener entrevistas con algunas de las personas que estuvieron allí, lo que permite tener una visión interesante de lo que era el campo y sus peculiaridades.
 

¿Por qué hubo tantos aeródromos en Ciudad Real, que era de retaguardia en la Guerra Civil?

Precisamente, por eso, los aeródromos era muy complicado que estuvieran en la línea de frente. Aquí los asesores soviéticos tuvieron mucha importancia e incluso llegaron a emitir un documento de cómo debían ser esos aeródromos. Los rusos habían tenido la guerra con Finlandia hace poco y tenían su propia estrategia. Para diluir el peligro, se evitaba que aglutinando muchas fuerzas en un solo aeródromo fueran muy vulnerables. Si había un bombardeo, no es lo mismo que se pierdan cinco aparatos a 50. 
 

¿Qué se va a encontrar quién se acerque al libro?

El objetivo del libro es que sea práctico, que la gente se lo lleve al campo y pueda pasear con él y sobre todo que conozcamos lo que tenemos aquí. No es un libro de historia que tramita datos, aunque hay datos interesantes. Lo importante es que existen estos vestigios, que se pueden visitar. Se indican las misiones de ataque de forma genérica y pasamos a una descripción de cada uno de los campos. Se trata de ponerlos en valor por la importancia que tienen en volumen y en variedad arquitectónica. Si vas al aeródromo de Sisones o al de Almodóvar del Campo o al de Alcázar, los refugios y búnkeres son distintos. Eso para los aficionados y entendidos es muy interesante. Con el libro puedes pasear por el campo y aprender algo de historia general, de lo que ocurrió aquí, porque parece que Ciudad Real, que no existe en el ámbito militar, pero sí existió y tuvo importancia.
 

¿Cómo desaparecieron los aeródromos?

Cuando termina la guerra quedan todo en stand by, eran terrenos expropiados y el bando nacional no los elimina inmediatamente, hay una clausura escalonada. Primero se clausuran los menos importantes o que menos valoraba el ejército. El último fue el de Santa Cruz de Mudela, donde se instaló incluso un sistema de radiotransmisión y era parada obligatoria en los vuelos dentro de la Península para aviones militares. Se van haciendo documentaciones a los antiguos propietarios, para que puedan volver a ser utilizadas las tierras. La suerte de Ciudad Real es que se construyeron en tierras de labor que se reutilizaron, no hay una destrucción sistemática de edificaciones. En muchos casos se reciclan, como graneros, para meter el tractor y en otros casos la climatología va destruyéndolos. Uno de los refugios de Granátula está socavado en la tierra y un señor de allí, que llevó aquellos terrenos, me comentó que ellos lo reutilizaron para meter alimentos.