Durante estos días Carlos Camacho intenta matar el gusanillo practicando otros deportes, como jugar al pádel, salir a correr o montar en bicicleta y, como dispone de más tiempo, también se ha puesto a ordenar recuerdos y recortes de prensa. Casi 25 años después de debutar en Tercera, tiene muy claro que «el fútbol de antes no es como el de ahora. Antes teníamos una dedicación exclusiva, sacrificábamos muchas cosas por el fútbol. Ahora he visto juveniles que se les ha dado la oportunidad de entrenar con el equipo de Tercera y no han querido. Cuando me ofrecieron a mí entrenarme con el Atlético Ciudad Real, que era filial de Los Ángeles, esa noche no dormía. Ahora no noto eso entre los jóvenes, todo es más fácil y esa comodidad te impide estar en alerta. Antes en Tercera también los campos se llenaban y ahora el fútbol modesto está como está», analiza.

Del fútbol se queda, sobre todo, con las amistades que ha podido hacer allá donde ha ido, y en el lado opuesto cree que las lesiones son la peor cara del deporte. «A mí me han respetado mucho. Estoy operado de las rodillas, pero fue ya en esta última etapa. Me retiro con 42 años y no sé lo que es una rotura muscular», añade.

El camino natural parece conducirle ahora a los banquillos  y no oculta que tiene previsto empezar a formarse. «Hasta ahora nunca he tenido tiempo para hacerlo por mi trabajo y mi familia», puntualiza.

Para alguien de su experiencia, «el futuro del fútbol en Ciudad Real es una incógnita. Este año el club ha cambiado la dinámica y ha apostado más por gente de fuera. Habrá que ver si deportiva y económicamente es viable. Ciudad Real lleva mucho tiempo fuera de Segunda División B y se echa de menos el apoyo de mucha gente, patrocinadores… Al final todo es dinero. Si económicamente vas bien todo es un poco más fácil en lo deportivo».