Llega la 'ceremonia' para Carlos Aranda

Ana Pobes
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A sus 26 años, el novillero daimieleño tomará la alternativa el día 16 de julio en Manzanares con Morante de la Puebla como padrino

Llega la 'ceremonia' para Carlos Aranda - Foto: Tomás Fernández de Moya

Carlos Aranda tiene el talante serio, ese que pone también en sus pases cuando coge la muleta y el capote. Siente pasión por el mundo del toreo, un arte por el que ya le entró el gusanillo siendo un niño. Desde muy pequeño tenía claro que quería ser matador de toros y con apenas 12 años se puso por primera vez delante de una becerra. Desde entonces, el toreo ha sido y es su pasión. Su afición. Su profesión.     

A sus espaldas, un gran número de festejos y trofeos, pero también algunas cornadas. No existe torero sin heridas de guerra. Es el lado más oscuro de esta profesión. Su bautismo de sangre llegó a los 17 años como novillero sin caballos. Desde entonces, la suerte le ha acompañado y apenas ha vuelto a tener percances que hayan puesto en riesgo su vida. Aunque en su cuerpo lleva la huella de cinco cornadas y algunas lesiones de huesos y tendones de las que se ha ido recuperando con el paso del tiempo. Y es que, como ya se dice, los toreros están hechos de otra pasta. No solo ponen valentía frente a un novillo o un toro, sino que asombra también su rápida recuperación tras las embestidas del toro. Todo ello, junto con grandes dosis de esfuerzo, constancia y plena dedicación para poder compartir cartel con las primeras figuras del toreo. Él lleva dedicándose en cuerpo y alma a conseguir ese sueño desde los nueve años, cuando en su Primera Comunión recibió un capote y una muleta de regalo. 

Natural de Daimiel, Carlos Aranda tiene ahora 26 años y otra fecha más marcada en rojo; el 16 de julio. Un día importante para él, pero también para su familia, especialmente para su hermano Jesús, quien en todo este tiempo no le ha dejado ni un instante solo. Siempre a su lado. Apoyándole hasta en los momentos más duros, que, reconoce, también los hay. Será ese día, 16 de julio, en Manzanares, cuando Aranda tome la alternativa. Es la ceremonia de graduación de un torero de a pie o a caballo que pasa de novillero a ser matador de toros. Es el paso obligatorio para lidiar en público toros de más de cuatro años, y de esa forma poder alternar en las corridas de toros con los demás diestros de su mismo rango. Se doctorará en un cartel de auténtico lujo formado por Juan Ortega y Morante de la Puebla como padrino, que regresa a Manzanares tras 22 años de ausencia y apostando por la diversidad de encastes. «Desde niño llevo soñando con ser torero, y ese día cumpliré una pequeña parte de ese sueño», comenta con satisfacción. Es el inicio de un camino «muy largo» que sabe que «no es fácil» pero confía en estar a la altura y poder alcanzar sus metas. De momento, en dos meses habrá logrado ya una de ellas; el grado superior dentro de su profesión. «Es el mejor regalo que puedo tener para poder estar en esos carteles soñados de las grandes ferias». 

Llega la 'ceremonia' para Carlos Aranda Llega la 'ceremonia' para Carlos Aranda - Foto: Tomás Fernández de MoyaMorante de la Puebla, reconoce, es uno de sus ídolos del escalafón taurino. Junto a él, otros muchos más a los que admira como, por ejemplo, Roca Rey, Diego Urdales y Alejandro Talavante. «Me gustaría compartir cartel con algunas de las figuras del momento. Y para eso lucho y me entreno cada día. Gracias a Dios y al destino, Morante será mi padrino de alternativa, algo por lo que estoy tremendamente agradecido». 

Y espera ese día con «incertidumbre, con ganas y con mucha ilusión». Un cúmulo de sensaciones para «un cartel de mucha responsabilidad» en un día en el que llevará en el recuerdo y en su corazón a Manuel Amador, «pieza fundamental» en su vida profesional que falleció hace tan solo unos meses. Era una de las personas «que más ilusión tenía porque llegara este día». «Si él hubiera estado, lo hubiera vivido como si fuera la alternativa de un hijo. Así era el cariño que nos teníamos», comenta emocionado. 

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Llega la 'ceremonia' para Carlos Aranda - Foto: Tomás Fernández de Moya
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Llega la 'ceremonia' para Carlos Aranda - Foto: Tomás Fernández de Moya

Con la mirada puesta en el futuro, en su agenda ya hay señaladas varias corridas. De momento, la cita más próxima será en Santa Cruz de Mudela, a partir de entonces confía en llevar el arte de su toreo a otras muchas localidades, entre ellas su pueblo natal, Daimiel, donde lleva sin torear desde el año 2019. «Es algo que deseo, y creo que éste es un buen año para reencontrarnos», declara en una pequeña habitación de la Finca La Rabera, ubicada en el término municipal de Daimiel, y que en los últimos años se ha convertido en su segundo hogar. Es aquí, en esta finca, donde Carlos Aranda se prepara cada día para alcanzar sus sueños. La preparación física y la alimentación forma parte de la rutina de un torero. Es la clave para lograr las metas que uno se propone en esta profesión en la que el entrenamiento es diario, y donde no falta la práctica del toreo del salón y entrar a matar en el carro, sin olvidar tampoco las sesiones de fisioterapia. El objetivo, «corregir y pulir defectos» porque «siempre hay cosas que mejorar». Y es que, el toreo es una profesión que requiere que uno se entregue a ella en cuerpo  y alma. De lo contrario, «no hay nada que hacer por muchas cualidades que uno tenga». Pero quizás, argumenta, la afición es la principal cualidad que debe tener un torero. Él ha tenido esa devoción desde que tiene «uso de razón», y eso, reconoce, es lo que le ha llevado a cumplir su sueño.