Juan Villegas

Edeumonía

Juan Villegas


El humano emerger

13/05/2022

Desde el pasado 22 de abril se puede visitar en el Espacio de Arte Contemporáneo de Almagro, en el Hospital de San Juan de Dios, auspiciada por el Ayuntamiento y por el Ateneo de esta localidad, una exposición del escultor José Antonio González López-Arza, que con título Exélisis, nos da a conocer algunas de sus obras más representativas. Quienes tuvimos la suerte de poder asistir en una bonita tarde lluviosa de primavera a su inauguración, además de escuchar las palabras elogiosas dirigidas hacia el escultor y su obra por parte tanto de Daniel Reina, alcalde de Almagro, como del presidente del Ateneo, José Antonio Prieto, también tuvimos la oportunidad de recibir del propio autor algunas explicaciones que nos acercaron a su actividad y al sentido de las piezas expuestas y, posteriormente, poder compartir con él algunas reflexiones o curiosidades despertadas al hilo de sus palabras o de la visita a la exposición. José Antonio nos aclaró el significado de la palabra 'Exélisis', término griego que significa evolución, con el que el autor quiere sintetizar el contenido de una exposición que reúne una serie de esculturas pertenecientes a las distintas épocas de la trayectoria del artista. Exélisis es también el título que da a una serie de sus esculturas, lo que me lleva a pensar que este concepto aplicado a la obra de López-Arza encierra un significado más hondo, y como escribe Schiller, con quien comenzó una nueva comprensión de la Estética: "Solo la plenitud lleva a la claridad,/ y es en lo más hondo/ donde habita la verdad".
A quienes estábamos presentes en la inauguración, López-Arza nos invitaba -invitación extensible a todos aquellos que visiten la exposición y, por qué no, creo que también, a todo aquel que se acerque a una obra de arte- a ser libres para interpretarla. Creo que esta invitación no surge de una defensa o intento de justificación del subjetivismo o del relativismo estético, sino del reconocimiento de que el impulso creador va más allá de la propia conciencia y voluntad del artista, impulso que le hace sentirse un instrumento a través del cual la belleza encuentra cauces de expresión humana. En este sentido, las interpelaciones que la obra de arte dirige al espectador y las interpretaciones que este hace están encaminadas al descubrimiento del sentido pleno de la obra que solo es posible desde una visión conjunta. El artista se reconoce así que en el fondo solo es un servidor, un siervo de algo que le sobrepasa, de una realidad que es más grande que él, la belleza. El artista sabe que su obra, la obra de arte, le transciende, tanto como a cada uno de quienes se acercan a ella con sus propias emociones y sentimientos, porque sabe que contiene un sentido del que no es su dueño. 
 En la exélisis de López-Arza se despliega la búsqueda desde hace más de treinta años -una búsqueda a la que nos concita- de una representación de la figura humana capaz de descubrirnos la esencia más honda y verdadera de lo humano. Desde una mirada profana en el mundo de la escultura y recogiendo la generosa y humilde invitación del artista a ensanchar con nuestras miradas la dimensión de su obra, me atrevo a decir que lo que descubro en cada una de sus esculturas expuestas, como en otras a las que he tenido acceso en su taller o través de las fotografías de aquellas que tiene repartidas por tantos lugares, es una búsqueda, la de López-Arza, de encontrar la manera de hacer trascender la pura materia, de desentrañar el barro o el bronce, la resina de poliéster o la fibra de vidrio, para mostrarnos el emerger de una realidad, la humana, que se eleva sobre su propia materia y sobre el resto de las cosas. La búsqueda de López-Arza es el esfuerzo por mostrar el enamoramiento de la materia, lo que somos, eso que tan maravillosamente Quevedo también intuyó en el mejor terceto que jamás se haya escrito: su cuerpo dejará, no su cuidado; /serán ceniza, más tendrá sentido; / polvo serán, mas polvo enamorado. Creo que el escultor López-Arza es un poeta de la materia, un versificador del volumen y que nos quiere llevar a través de sus figuras elevándose, despegadas del suelo, a una verdad a la que los artistas tienen acceso privilegiado, como bien supo darse cuenta Baumgarten. En estos tiempos oscuros que atravesamos, las esculturas de López-Arza son un tónico para la facultad del sentido, un camino a través de la belleza hacia la verdadera esencia de lo humano.