Girasoles de despedida para una institución

Pilar Muñoz
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Chelo Lomas cierra su tienda frente a la Catedral de Ciudad Real por jubilación tras 41 años detrás del mostrador capeando el temporal

Chelo Lomas muestra la foto de sus padres en la tienda que abrieron siendo ella una niña - Foto: Rueda Villaverde

No importa cómo sople el viento, sino cómo pongas las velas. En 41 años al timón ha habido buen viento y buena mar, y también fuerte temporal que ha sabido capear. Es hora de plegar las velas. Chelo Lomas Mesa se ha jubilado después de 41 años detrás del mostrador de su tienda de ultramarinos, una tienda única, como la dueña.

La clientela ya la echa de menos. Le han hecho regalos y le han llenado la tienda de flores, entre ellas, girasoles, el símbolo del sol, amor, admiración, vitalidad.

 Chelo Lomas abrió el establecimiento el 2 de junio de 1981, en un local de la calle del Prado, a unos pasos del Camarín, y este 30 de abril echó el cierre con un sabor agridulce. «Me está costando, esta mañana (por ayer) estaba al revés», dice Chelo sin perder la sonrisa y el buen humor que caracterizan a esta mujer trabajadora, entusiasta, simpática y luchadora.

Chelo Lomas muestra la foto de sus padres en la tienda que abrieron siendo ella una niñaChelo Lomas muestra la foto de sus padres en la tienda que abrieron siendo ella una niña - Foto: Rueda VillaverdeRecuerda que hubo un tiempo que todo estaba a tiro de piedra de su tienda. «He vivido los tiempos del Instituto Femenino, la Biblioteca Pública del Estado, el Conservatorio, la Audiencia de Ciudad Real con casi todos los juzgados, un salón de bailes, una academia de peluquería». Todo estaba en su zona y «he hecho miles y miles de bocadillos a las chicas del Femenino, a los alumnos del Conservatorio cuanto estaba en el Casino... He vivido también la época de la Pandorga en el Prado, se vendía mucho en la Zurra. Abríamos la tienda a las 8.30 horas y la cerrábamos a las cuatro de la madrugada».

Después, todo empezó a cambiar. Se marcharon a otras zonas el Femenino, los juzgados, el Conservatorio, la biblioteca... También entraron en escena las grandes superficies y supermercados. «Pero hay que saber resistir. Si me abren un supermercado al lado no vale cerrar mañana. Hay que aguantar, tener buenos riñones y saber vender. Y si ganas cinco, no gastar seis ni siquiera tres», asegura Chelo Lomas a La Tribuna sin dejar de sonreír. Sus padres, agricultores que abrieron una tienda cuando ella era una niña, le inculcaron esa filosofía de vida. Además, heredó los genes de su madre: simpatía y don de gentes. Es una mujer muy involucrada en la ciudad, siempre dispuesta a ayudar y colaborar. Todo son buenos recuerdos, incluso cuando hubo que capear el temporal y cuando entraron varias veces a robar en su tienda. 

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