El Obispado realizará obras en cinco edificios religiosos

Ana Pobes
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La Diócesis hará mejoras en monumentos de Daimiel, Puerto Lápice, Manzanares e Infantes. En Tomelloso se construirá un centro parroquial en la Sagrada Familia

El Obispado realizará obras en cinco edificios religiosos - Foto: Rueda Villaverde

Apenas 20 días después de haber dicho adiós a 2018, el Obispado ya ha puesto encima de la mesa los monumentos religiosos en los que se acometerá diversas obras de mejora y mantenimiento. Así este año se realizarán «pequeñas» obras en cinco edificios. Se trata del patio del Santuario de la Virgen de las Cruces de Daimiel, del tejado de la sacristía de la iglesia de Puerto Lápice, de la construcción de una ermita en la zona de San Blas de Manzanares y de la sustitución del suelo de la Cofradía Las Palmas de Villanueva de los Infantes. Además de la construcción de un centro parroquial en la Sagrada Familia de Tomelloso, y que «supondrá el proyecto de mayor envergadura de este año», según comenta el responsable diocesano de Obras, Rafael Melgar. El dinero que se dedicará a estas obras no se conocerá hasta principios del próximo año, cuando las parroquias remitan a la Diócesis la memoria de los gastos en esta materia. En este sentido, solo en 2017 se invirtieron algo más de 700.000 euros en gastos de conservación de edificios y de mantenimiento.

Junto a estas iniciativas, también están previstas aquellas que a finales de año consiguieron los permisos, como el arreglo de la torre de la iglesia de Cinco Casas, el tejado de la parroquia de Las Labores, o la mejora del centro parroquial y la casa del sacerdote de Membrilla, sin olvidar el tejado de la iglesia de Montiel, la ermita de la Virgen de Santa Cruz de Mudela; el tejado de la ermita de San juan Bautista, en Almagro; o el arreglo de la fachada para evitar las humedades en la iglesia de Retamar. Actuaciones «que demuestran que el Obispado trabaja también para conservar el patrimonio religioso de las hermandades y cofradías». «Hay que mantener las cosas pequeñas, y con ese objetivo el Obispado ayuda también a aquellos municipios y hermandades que no son capaces de financiarse por sí mismo». Así, el año pasado se restauró el tejado de la Cofradía de la Vera Cruz de Campo de Criptana, se construyó un centro parroquial en Las Casas y se acondicionó la torre de la iglesia de Pozuelo de Calatrava. Proyectos, aclara Melgar, que algunos se han convertido ya en realidad y otros «están en camino de conseguirlo».

El responsable diocesano de Obras, Rafael Melgar, lamenta aquellas actuaciones que «aún no se han terminado o no se han iniciado» por la falta de permisos de la Junta de Comunidades, administración que debe dar luz verde a las obras proyectadas en edificios declarados Bien de Interés Cultural (BIC) como es el caso, por ejemplo, de la ermita del Cristo de la Humildad, de Moral de Calatrava, o la iglesia de Santiago, en Ciudad Real, donde se iba a sustituir el suelo. Los trámites no son sencillos ya que desde que se solicitan hasta que se inicia el trabajo pueden pasar «unos seis o siete meses», tiempo en el que influyen también otros muchos aspectos como las condiciones meteorológicas.

El 80 por ciento del patrimonio cultural de la provincia es, según Melgar, religioso. De ahí, la importancia que tiene proteger y custodiar los cientos de edificios no solo para el Obispado sino también para administraciones como el Gobierno regional o la Diputación de Ciudad Real, administración esta última que aporta cada año 50.000 euros con los que en 2018 se arreglaron las iglesias de Los Cortijos, Caracuel y Bazán, pedanía de Viso del Marqués. Una partida, explica, que se ha dividido entre las tres obras y que «en muchos de los casos no da para cubrir todas las necesidades». Así, explica, es que la obra de Los Cortijos ha supuesto una inversión de 60.000 euros, por lo que el proyecto ha tenido que ser también financiado por el Obispado. «Mantener sus gastos mínimos de funcionamiento, como la luz, supone un gran esfuerzo para los pequeños municipios, así que imagínese una obra», argumenta, al tiempo que recuerda que la mayor parte del dinero «suele venir de los fieles», por lo que se ven obligados a firmar préstamos hipotecarios a saldar en 15 o 20 años para financiar las actuaciones, ya que de «otra manera sería imposible que una parroquia pudiera abarcar una obra de 400.000 euros, que las hemos hecho». «El dinero no lo tenemos debajo de las baldosas, y como toda las familias también nos hipotecamos», pues «nuestras grandes riquezas son nuestras grandes pobrezas», subrayó.