La Unidad del Dolor Crónico recibe cada año a 3.000 pacientes

Hilario L. Muñoz
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El servicio llega a realizar 7.000 procedimientos y ha sido el único de España que ha presentado pósteres de investigación al último Congreso Internacional

La coordinadora de la Unidad del Dolor, Iris de la Rocha, en la puerta de acceso. - Foto: Tomás Fernández de Moya

Una muestra de la importancia del servicio de Anestesiología Cuidados Intensivos de Anestesia y Terapéutica del Dolor, el nombre completo, está en el último término y la unidad dedicada exclusivamente a atender a pacientes con dolor crónico. La Unidad del Dolor recibe cada año a más de 3.000 pacientes nuevos, que acuden a su primera consulta, entre los que también se incluyen pacientes oncológicos. Al año se realizan unos 7.000 procedimientos, entre los que se encuentran radiofrecuencias, bloqueos, colocación de bombas o neuroestimuladores. Se trata de un servicio multidisciplinar, donde intervienen reumatología, medicina interna o rehabilitación. «Son unidades en crecimiento continuo, cada vez más demandadas por la sociedad y donde los anestesistas juegan un papel primordial», apuntó el jefe de servicio de Anestesiología, Javier Redondo.

La coordinadora de la unidad es la médica internista, Iris de la Rocha, quien explica que los pacientes siempre llegan derivados de alguna especialidad hospitalaria. «De momento, no pueden derivarse desde atención primaria», explicó la doctora. «Una vez que llegan hay que hacer un diagnóstico clínico y de dolor». Esto implica conocer la causa de la dolencia, una hernia, por ejemplo, pero también saber qué duele exactamente, el músculo o el nervio concreto, de cara a proponer un tratamiento o una intervención que alivie el dolor. De los 3.000 nuevos pacientes, unos 1.600 al año vienen derivados por esos servicios.

El resto son pacientes oncológicos, bien debido al dolor que causa el propio tumor; al de los tratamientos; «porque por la quimioterapia tienen dolor»; u otras dolencias, donde tienen ciertos dolores que no tienen nada que ver con ambos aspectos, pero que son necesarios tratar para ayudarles su curación. Se trata de unos pacientes «prioritarios», a los que se trata de ver lo antes posible, en una consulta dedicada, en exclusiva, a ellos. Otro porcentaje de pacientes son los ingresados en el propio hospital, y que tras ciertas intervenciones necesitan del apoyo de la unidad.

Los tratamientos van desde las clásicas infiltraciones, a, por ejemplo, «poner una bomba de morfina» o «cables en la médula que mandan ciertos impulsos nerviosos». Desde la unidad recuerdan a los pacientes que, para muchos, el dolor no desaparecerá, pero el alta se les dará cuando «el dolor sea tolerable». En este sentido, cuando pasa un año sin que el paciente necesite de técnicas intervencionistas, suele recibir el alta.

«A veces con medicación se le va a controlar» y otras serán necesarias esas intervenciones en las que Ciudad Real cuenta con un servicio especializado y que realizan algunas técnicas claves que no se efectúan en otros puntos de Castilla-La Mancha. La unidad realiza además una labor de investigación continua, que recientemente se ha mostrado en el Congreso Internacional del Dolor, celebrado en Budapest, donde el hospital ciudadrealeño ha sido el único español que ha presentado pósteres, aceptando seis trabajos. «El hospital ha apostado por la unidad», recordó Redondo, y, hay cuatro consultas cada mañana dedicadas a atender pacientes derivados a esta unidad.

El perfil del paciente que acude a la Unidad del Dolor es una persona situada en la mediana edad, entre los 50 y los 60 años, aunque hay un perfil de gente muy mayor y muy joven. El más joven tiene 15 y hay algunos que superan los 90. La clave, recordó la coordinadora de la unidad, es «cómo afecta el dolor» en el día a día, porque no es lo mismo atender a una persona con 45 años que necesita seguir trabajando, porque «la forma de tratar no es la misma que alguien que no tiene cierto tipo de movilidad». «La intensidad del dolor y la forma en que le afecta es diferente», explicó la doctora y, de hecho, hay quien llega a la unidad pidiendo algo que le calme el dolor unos meses, «para seguir trabajando», aunque haya que volver a repetir el tratamiento. En este sentido, hay pacientes cíclicos y, de hecho, algunos llevan en la unidad desde el año 2006.