Sudar entre la distancia y el desinfectante

Hilario L. Muñoz
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La apertura de los gimnasios se realiza entre medidas de seguridad tras semanas cerrados en los que los espacios han buscado fórmulas para que el confinamiento no aleje a los clientes de su estado físico

Sudar entre la distancia y el desinfectante - Foto: Foto Tomas

Los gimnasios han sido uno de los sectores más castigados por la crisis del coronavirus. Cerrados desde el inicio de la pandemia, con la desescalada han ido abriendo poco a poco, tratando de aclimatar el esfuerzo físico a los nuevos requisitos sanitarios, como el distanciamiento social. Se trata de espacios que en estas semanas han tenido que renovarse a través de las clases online, para atender a sus clientes, y que luego después han adaptado todos sus espacios a la nueva normalidad.

Según la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Deportivas y Gimnasios (FNEID), más de 5,5 millones de personas practican ejercicio en los más de 4.700 centros deportivos y gimnasios. En esta nueva situación se ha encontrado FitPlus Center de Miguelturra, el centro del entrenador Álvaro Toledano, quien además de dar clases durante lo más duro del aislamiento a través de las páginas de La Tribuna también realizó clases virtuales. «La gente quería hacer actividad deportiva pero no tenía dónde y había necesidad de que hubiera un profesional que les guiase», señala Toledano. Las nuevas tecnologías han sido una ayuda para esta situación.

Como empresario del sector, lo más duro ha sido, en su caso, ver cómo no ha cobrado nada desde el 14 de marzo, la fecha en que tuvo que cerrar su negocio, y hasta el pasado sábado. «Abrí el 1 de junio y han sido muchos meses sin generar dinero» en los que ha podido vivir con el dinero ahorrado para una hipoteca. «Para aquel empresario o autónomo que haya estado sin ningún ingreso ha sido duro». Más allá de lo personal recuerda que en este tiempo ha tenido que seguir pagando alquiler, autónomo... «He podido aguantar pero ha habido otra gente que ha ido más al día a día».

«La gente que viene a un centro de entrenamiento, prefiero esa palabra al gimnasio, viene con la idea de que acude a un sitio que cumple con las medidas que las autoridades sanitarias le han marcado». Se trata de aspectos claves como el distanciamiento, para lo que se ubican cintas que separen en varios metros a cada persona dentro del espacio. Además se trabaja con mucha higiene, limpiando todo el material «antes y después de ser tocado» con agua y lejía.

Durante esta semana se han realizado en su gimnasio más de una veintena de clases en las que han intentado evitar que haya horas con solo una persona, buscando que haya pequeños grupos. El espacio del centro actualmente tiene capacidad para ocho usuarios por hora. Más allá de la reapertura, queda la duda aún si la gente volverá a la vida anterior, «el miedo está ahí», y el regreso a la normalidad se hace a cuentagotas, por lo que es necesario esperar para ver cómo reacciona el deportista.

«Quien va a un centro de entrenamiento, va buscando algo seleccionado, por ejemplo, las personas que han estado sin hacer ninguna actividad y solo se han dedicado a su ámbito profesional tienen como objetivo retomar las sensaciones que tenían antes del confinamiento, como es el bienestar general, encontrarse fuerte y que su jornada de trabajo sea tolerable». A modo de ejemplo, Toledano cita personas del sector sanitario que con los largos turnos para luchar contra el coronavirus no han tenido tiempo de cuidarse durante el confinamiento y ahora buscan estos aspectos.

En esa vuelta a la rutina física la intención es mantener los objetivos de antes del aislamiento, lo que significa hacer las repeticiones necesarias para que haya esfuerzo físico sin llegar al límite. «Nosotros no somos un centro con mucha gente que venga por operación bikini sino que acude como un hábito o una rutina en la que vienes a entrenar dos o tres veces por semana como el que debe comer dos o tres veces al día».