«El IES no ha perdido el patrimonio atesorado»

Hilario L. Muñoz
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Beatriz Crespo es coautora de 175 años enseñando: El IES Maestro Juan de Ávila, un texto que sigue la línea de Ángel Jara en su Historia de la educación en Ciudad Real, retomando la historia donde la dejó, en 1967.

«El IES no ha perdido el patrimonio atesorado» - Foto: Tomás Fernández de Moya

Beatriz Crespo con Jesús López-Maestre, Carlos Carnicer y Pedro del Real, además del prólogo de Francisco Alía y la introducción Fernando Carretero, se adentra en la vida de un centro educativo clave para la provincia y sus anécdotas.

¿Cómo surge el libro?

Surge de la propia efeméride (2018), queríamos hacer algo que dejara plasmada esa gran etapa del instituto. Lo hablamos y decidimos escribir por separado unos artículos de investigación en torno a la historia del instituto.

Se puede hablar de un libro en tres partes. La primera es la historia del centro... 

Hace ya 178 años, la Sociedad de Amigos de Ciudad Real demandó que se creara un centro de segunda enseñanza. Lo último que hubo, más allá de la primera enseñanza, fue la Universidad de Almagro y ya se había cerrado. Ya, en 1841, el general Espartero le dio un impulso, cuando era regente. Por motivos económicos no apareció hasta 1843.

¿Qué cambió este centro?

Es un cambio importante porque fue uno de los primeros institutos de España. De ese momento hay 40 y tantos institutos. Ahora se celebran los 175 años de los demás. Es un paso adelante y muy importante en una provincia fundamentalmente agrícola y tuvo un gran número de alumnos desde el principio.

La segunda parte se podría considerar la evolución del centro. ¿Cómo ha cambiado? 

Se crea el instituto con unos criterios y en un momento de la ilustración. Es lo que aparece en el prólogo del libro y en ese momento era el único. Hoy solo en Ciudad Real hay ocho entre privados y públicos. Entonces había uno y había enseñanza pública, pero también alumnos que venían a examinarse, libres; luego apareció la enseñanza colegiada y había una enseñanza doméstica. Ahora la enseñanza ha llegado a todo el mundo;entonces era el privilegio de pocos.

La tercera parte en el libro son las anécdotas. ¿Cómo llega a esa biblioteca libros de Filipinas?

El artículo de Carnicer habla de ese dato curioso y ha llegado a una serie de conclusiones de por qué hay un millar de libros firmados por un señor llamado Clemente. Este señor se examinó de unas asignaturas en el instituto, después fue inspector. Luego se va a Madrid y, después, tiene un cargo en Filipinas. Allí estuvo unos años hasta que le perdimos la pista y al volver se instaló en Moral. Probablemente al morir dejó como legado su biblioteca al centro y esa es la conclusión a la que llega Carlos, primero, porque él había estado aquí y, segundo, porque es la única biblioteca pública que hay. 

¿Qué otras anécdotas hay? 

El instituto sirvió de hotel real. Aquí durmió la reina Isabel II y después su hijo también. También hay celebraciones como los que hacían colegios e institutos con los centenarios del Quijote. Es importante el tema de los alumnos y profesores que pasaron a lo largo de la historia y que han terminado dando nombres a calles de Ciudad Real como el general Aguilera, que fue alumno, o Ángel Andrade, que fue profesor. Se ha perdido el patrimonio del primer edificio, convertido ahora en el Museo de la Merced, pero no se ha perdido el patrimonio atesorado a lo largo de los años, desde la biblioteca con más de 24.00 ejemplares, 5.000 del fondo antiguo anterior a 1959, y un museo de ciencias naturales creado en 1985 gracias al trabajo de los profesores. Ahora nos meteremos en internet y vemos una tortuga o un cocodrilo, pero entonces no se podía hacer y se estudiaba viendo animales naturalizados en el instituto. Desde finales del siglo XIX hay un montón de ejemplares naturalizados por los mejores taxidermistas, que tienen obras en el museo de Historia Natural.