El orgullo de ser mujer rural

M. Lillo
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Rocío Magán, natural de Carrión, subraya la importancia de las mujeres para mantener la población en los pueblos, las tradiciones y sectores tan arraigados como el de la agricultura, al que ella se dedica

Rocío Magán, agricultora de Carrión de Calatrava, en una explotación de viñedo. - Foto: Rueda Villaverde

Echada para adelante, trabajadora y humilde. Rocío Magán lleva a gala ser mujer rural, y a mucha honra. Orgullosa de vivir en su pueblo, en Carrión de Calatrava, no concibe la vida en una gran ciudad. Ella está a pie de campo, tanto que lo tiene prácticamente a la puerta de su casa. A escasos metros tiene un camino que desemboca junto a una explotación de viñas y a una extensión de cereal ya cosechado que espera su destino en forma de grandes pacas de paja.

Es agricultora, no por tradición, aunque sí por la de su marido y por eso de buscarse las habichuelas para sacar adelante a sus hijos. Hace años había pensado la vida de otra manera. Terminó sus estudios básicos, se formó en delineación a través de la FP y cursó después un módulo de grado superior de edificación y obra civil, lo que le permitió trabajar durante 14 años en el sector de la construcción hasta que estalló la burbuja inmobiliaria a partir de 2008. Su vida entonces dio un giro para trabajar junto a su marido, Francisco Coello, en el campo. Eso sí, siempre en su pueblo, siempre en este municipio de algo más de 3.000 habitantes, muy próximo a Ciudad Real.

«Ser mujer rural es estar en mi pueblo, estar en el negocio familiar y mantener las tradiciones», afirma tras pensar unos segundos en relación a lo que significa para ella ser mujer rural, cuyo día se conmemora mañana, 15 de octubre.  

El orgullo de ser mujer ruralEl orgullo de ser mujer rural - Foto: Rueda VillaverdeEl ajetreo de los cultivos marca ahora sus días. El viñedo, el olivar, el cereal y en menor medida el almendro están ahora en el centro de sus preocupaciones, en total, 164 hectáreas que trabaja junto a su marido a través de la fórmula de la titularidad compartida. «Pensamos en la titularidad compartida porque tiene beneficios, sobre todo para las mujeres, que antes trabajaban en el campo y no figuraban para nada, era siempre era el hombre», detalla esta carrionera de 44 años que también tiene que hacer frente a la conciliación. No obstante, reconoce que no la lleva mal, gracias sobre todo a la posibilidad de ser su propia jefa para gestionarse los horarios y a que sus hijos gozan ya de una mayor independencia, con 17 años su hijo y con 14 su hija.

Rocío Magán es todoterreno, tan pronto se pone al volante del tractor como lleva todo el papeleo, que no es poco, para mantener al día las explotaciones. Por eso, ella habla de la brecha digital como «un reto gigante» al que tienen que hacer frente las mujeres en el medio rural, aunque comenta que en su caso ya está habituada.

«La gente del campo sabe podar o arar, pero se ha tenido que poner mucho al día porque ahora todo hay que presentarlo telemáticamente. Nos hemos tenido que poner las pilas deprisa», indica en relación al acelerón que ha supuesto la pandemia para tramitar todo a través de las nuevas tecnologías. Al menos, dice, eso le ahorra viajes a la sede de las administraciones, aunque matiza que en los pueblos pequeños y donde hay poca cobertura de internet debe ser muy complicado hacer frente a todas estas gestiones.

Magán, en el tractor que comparte con su marido para trabajar las tierras.Magán, en el tractor que comparte con su marido para trabajar las tierras. - Foto: Rueda VillaverdeEl campo es sacrificio, prosigue, no sólo por el trabajo que supone, sino también por el momento complicado que atraviesa, con un incremento generalizado de los costes de producción que trae de cabeza al sector. Por esta razón, ella, como una más, habla claro: «La ley de la Cadena Alimentaria no se cumple, la uva tiene un precio de hace 30 años, mientras que todo sube», lamenta. Por eso, cuando piensa en el futuro que les espera a sus hijos no los ve en la agricultura. «Tengo dos hijos y no sé si quiero que sigan en el campo con todo lo que nos estamos afanando y sufriendo nosotros y porque tampoco es una cosa con la que digas que te vas a hacer rico».

Además, también quiere romper algunos de los mitos que existen en relación a este sector, en concreto acerca de que «los del campo son terratenientes y acerca  de las subvenciones». «A nosotros no gustaría no tener subvenciones y que el producto se pagara a lo que estuvieran los costes de producción», dice, matizando que las ayudas ni tan siquiera llegan ya a compensar los costes teniendo en cuenta que los abonos «han subido cinco veces más» que hace unos años y que el gasóleo los tiene «locos» debido a su encarecimiento. Por último, Magán destaca la labor que realizan en el pueblo las dependientas de algunas pequeñas tiendas del pueblo. «Ellas también son mujeres rurales», subraya. 

 

Ciudad Real está a la cabeza de titularidades compartidas del país

Ciudad Real es la segunda provincia de España que más inscripciones de titularidad compartida tiene del país, con un total de 69, sólo por detrás de León, que encabeza de forma contundente este ranking con hasta 165 altas. Se trata, además, de una figura que ha ido creciendo en los últimos años y que en el caso de la provincia de Ciudad Real se ha duplicado en relación a las 34 altas que había en junio de 2018.

La titularidad compartida es una figura jurídica de la explotación agraria a la que pueden acogerse aquellas parejas que comparten el trabajo y gestión de la explotación. Esta figura permite que la administración, representación y responsabilidad de la explotación sea de las dos personas titulares, fomentando la igualdad entre ambas, informa el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que realiza un exhaustivo seguimiento de las inscripciones que hay en este registro.

Aun así, las cifras siguen siendo bajas en la provincia. Para Rocío Magán, agricultora de Carrión, eso puede deberse principalmente a dos motivos: el «desconocimiento» y el desembolso que suponen las cuotas de la Seguridad Social. «Hay que hacerse autónomo y la cuota de la Seguridad Social es un gasto importante», dijo, para poner de relieve, no obstante, que existen bonificaciones para afrontar los primeros años. Otra cosa es -prosiguió- los trámites administrativos que conlleva y que puede hacer que muchas parejas no den el salto para llevar a cabo esta inscripción.

En su caso y en el de su marido llevan dados de alta en este registro del Ministerio de Agricultura desde 2018, cuando tuvo que hacer frente, dijo, al papeleo que requiere, aunque considera que merece la pena porque de este modo «todo se comparte al 50 por ciento».

La provincia de Ciudad Real es también la que más altas de titularidad compartida tiene en la región. Le sigue Cuenca, con 59 inscripciones; Toledo, con 56; Albacete, con 46, y a mayor distancia Guadalajara con 17. A la hora de analizar la evolución de los datos, el Ministerio también tiene en cuenta aspectos como la natalidad o el éxodo rural.