Un futuro, dos opciones

M.R.Y. (SPC)
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Las presidenciales en Brasil llegan con una inesperada igualdad entre los candidatos que llena de incertidumbre al país

Un futuro, dos opciones - Foto: REUTERS PHOTOGRAPHER

Pocas veces unas elecciones presidenciales en Brasil han sido tan inciertas. Y es que casi nadie se aventura a falta de unas horas para que se celebre el domingo la segunda vuelta de los comicios el nombre de un ganador. 

En un país más polarizado que nunca, la opción de que el progresista Luiz Inácio Lula da Silva vuelva a ocupar la Jefatura del Estado parece la más viable. No en vano, fue el ganador en la primera ronda celebrada el pasado 2 de octubre, con un 48,4 por ciento de los votos. Sin embargo, la posibilidad de que el actual mandatario, el ultraderechista Jair Bolsonaro, pueda dar el sorpasso es cada vez más real: se hizo con un 43,2 por ciento de los respaldos en esa votación inicial -en la que los dos grandes aspirantes se hicieron con un 92 por ciento de los votos, pese a que competían con otras nueve candidaturas- y de cara a la jornada definitiva está recortando distancias hasta el punto de que algunos sondeos llegan a dar apenas dos puntos de diferencia entre ambos.

Nunca Lula había tenido una cita electoral tan apretada. Convertido -tras ser encarcelado durante casi dos años por el caso Lava Jato- en una víctima de una «Justicia corrupta» para sus seguidores y en un «villano criminal» para sus detractores, el exmandatario ganó con solvencia sus dos últimas postulaciones. También Bolsonaro, quien en 2018 se impuso holgadamente a pesar de los miedos que suscitaba su llegada al poder y que unió a prácticamente toda la oposición bajo la figura de un devaluado Fernando Haddad -inesperado candidato del Partido de los Trabajadores (PT) tras la inhabilitación de Lula-, que tras no llegar al 30 por ciento en la primera vuelta, sí pudo plantar cara al ultraderechista en la segunda, con un 45 por ciento de los votos. Insuficientes. Entonces, Bolsonaro ya era el favorito indiscutible al triunfo.

¿Habrá sorpasso

En esta ocasión, favorito hay -Lula-, pero en absoluto indiscutible. Más aún después de lo ocurrido en la primera ronda, cuando el presidente protagonizó un vuelco inesperado: los sondeos no le daban más de un 30 por ciento de los votos y llegaban a apuntar a un triunfo absoluto del progresista -por encima del 50 por ciento-. Y fallaron. En gran parte, por el voto oculto: el propio Bolsonaro llegó a pedir a sus seguidores que no respondieran a las encuestas para evitar el conformismo. Y, en parte, funcionó.

Esa es la duda que se plantea ahora, si los datos que se manejan -un 49 por ciento para Lula y un 43 por ciento para su rival- son fiables o habrá un nuevo vuelco tras el paso por las urnas en un país que debe elegir entre dos líderes tan opuestos que abren un futuro totalmente diferente en función de quién gane.

Lula centra sus promesas en la reducción de las desigualdades de una nación en la que la clase media apenas existe y, por eso, apuesta por una mayor intervención del Estado en las políticas públicas. Algo que suscita el rechazo, especialmente en los sectores empresariales y especialmente en el agropecuario, que ve con recelo las políticas ambientales del expresidente, totalmente opuestas a las del candidato a la reelección, un reconocido negacionista del cambio climático que aspira a «fortalecer el espíritu empresarial» y la «desburocratización».

La incertidumbre sobre el resultado va más allá. A Bolsonaro se le conoce como el Trump brasileño por sus medidas nacionalistas y populistas y, además, al igual que el exmandatario estadounidense, adelanta ya que se vaya a producir un fraude electoral. Por eso, son muchos los que temen que no solo pueda no aceptar una derrota en las urnas, sino que también instigue un asalto al Capitolio como el que se vivió en 2021 en Washington. Esa sería la situación que avive las tensiones entre dos sectores que se han declarado la guerra y que prometen que la tranquilidad no llegará al país hasta dentro de mucho tiempo. Gane quien gane.