"La pandemia nos hace repensar la movilidad de las ciudades"

Manuela Lillo
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Entrevista con Ana Rivas, directora de la Escuela de Caminos de Ciudad Real. En ella aborda cuestiones como la movilidad en las ciudades que exige ahora la pandemia o el descenso de los viajes en Avant en la conexión con Madrid

"La pandemia nos hace repensar la movilidad de las ciudades" - Foto: Rueda Villaverde

Una de las consecuencias del estado de alarma y del confinamiento ha sido la reducción significativa de la movilidad, ¿cómo cree que puede afectar eso a la provincia de Ciudad Real, muy vinculada con Madrid para sus conexiones diarias?

En lo que se refiere a la movilidad por carretera no creo que afecte a medio largo plazo, y se recuperará en la misma medida que lo haga la actividad económica porque son dos variables vinculadas. El transporte público evidentemente, mientras sean necesarias las medidas de distanciamiento, se va a ver afectado.

La Alta Velocidad, uno de los principales medios de transporte en la provincia y que supone un valor añadido para Ciudad Real, se ha visto obligada a reducir al 50% la frecuencia de trenes y su aforo, ¿cómo pueden afectar estas medidas a este medio de transporte de referencia y a la movilidad que implica?, ¿le restará competitividad?

El tren, y mucho más el avión, basan su eficiencia y rentabilidad en altas tasas de ocupación, que entran en conflicto directo con las necesidades de distanciamiento. No es interesante llevar trenes o aviones medio vacíos, motivo por el que se ha ajustado la oferta. La competitividad se mantendrá, pero la cuenta de resultados de los operadores se verá claramente afectada, porque ahora mismo existe una sobre capacidad de transporte, hay trenes para una demanda muy superior a la actual.

¿Cree que podría afectar a la figura de los ‘commuter’ y suponer un cambio de modelo en este sentido?

Interesante pregunta, ya que por un lado se ha reducido la oferta, pero por otro, gran parte de los commuters están teletrabajando en Ciudad Real porque, como hemos analizado a partir de diferentes estudios realizados en nuestra Escuela, buena parte de estos son trabajadores cualificados del sector servicios o del cuaternario que son, precisamente, los sectores que más fácil han tenido el paso al teletrabajo. Es previsible que buena parte de estos profesionales continúen teletrabajando, o al menos de manera parcial, una vez superada la COVID-19. Esto reduciría la demanda de movilidad, pero también podría hacer más atractivo el commuting de larga distancia, el que se hace en el AVE, para aquellos que no lo hacen y han optado por residir en Madrid. Esto a medio o largo plazo podría ser positivo para Ciudad Real.

¿Cómo se imagina el futuro del transporte y la movilidad hasta que haya una vacuna?

Es difícil de valorar y depende del contexto. El transporte público se verá afectado, y tenemos los ejemplos de Japón y Corea, con continuas desinfecciones y viajeros con mascarilla. En las grandes ciudades se corre el riego de un aumento del tráfico, y ello les puede llevar al colapso. No tenemos más que recordar lo que ocurre cuando hay huelgas en el transporte público en las grandes ciudades y los usuarios recurren al coche. El vehículo particular no es capaz de asumir esa demanda y se produce una congestión generalizada del tráfico. Es ante estas situaciones cuando se detecta un aumento de modos más eficientes en términos de espacio, como son la bicicleta o los vehículos de movilidad personal y hacia esa idea podrían encaminarse las formas de movilidad a corto plazo.

¿Considera que es una oportunidad para que las ciudades transformen su modelo de movilidad?

Claramente, como decía, el vehículo privado no puede ser la alternativa al transporte público. El grupo de urbanismo de la Escuela, liderado por el profesor José María Coronado, lo tiene claro. Algunas de sus líneas de trabajo les han llevado a analizar e impulsar nuevas fórmulas de movilidad en diferentes ciudades, según las características de éstas y Coronado señala que la pandemia que estamos viviendo nos ha situado en el momento adecuado para repensar cómo debería ser la movilidad en las ciudades. Para las distancias cortas, habrá que caminar más, lo cual es beneficioso en todos los sentidos. Para distancias más larga, bicicletas, patinetes y bicicletas eléctricas pueden ser una alternativa muy interesante, siempre y cuando la infraestructura permita circular en buenas condiciones de seguridad. En este sentido, algunas grandes ciudades como París, Berlín o Milán, están aprovechando para construir carriles bici de manera rápida eliminando carriles de tráfico para facilitar estos modos que, con mayor distanciamiento, son más eficientes espacial y ambientalmente que el coche.

Hay ayuntamientos que han ampliado aceras o calles peatonales para restar espacio al coche y propiciar la movilidad individual y sostenible de bicicletas o patinetes, ¿debe ser el modelo a seguir en Ciudad Real?

Absolutamente, ya antes de la COVID 19, Ciudad Real tenía un importantísimo porcentaje de viajes peatonales, pero aún así, había muchos viajes en coche para distancias muy cortas. Por las dimensiones y compacidad de la ciudad, por su clima y por sus escasas pendientes, es evidente que estamos ante una ciudad ideal para estos modos como bicicletas o patinetes. La idea de que Ciudad Real debe rediseñarse dedicando más espacio para los ciudadanos y los peatones e impulsando modelos de movilidad sostenible, la venimos defendiendo desde hace muchos años desde los grupos de urbanismo y de transportes de la Escuela.

¿Cree que Ciudad Real, al ser de dimensiones más modestas en relación con las grandes ciudades, puede tener ventajas para esa adaptación?

Sin duda, pero tenemos que ser conscientes de que las calles del centro son estrechas y no es posible tener aceras con dimensiones adecuadas, carriles bici, aparcamiento y carriles para coches. El grupo liderado por José María Coronado y en concreto las profesoras Amparo Moyano y Rita Ruiz hace tiempo que vienen trabajando en diferentes propuestas en esta línea y la solución óptima pasa por facilitar el tránsito peatonal reduciendo el espacio de aparcamiento que a su vez generaría una reducción del tráfico de agitación que se produce por los vehículos que están buscando aparcamiento. Los ciudadanos, tanto los locales como los visitantes, deberíamos acostumbrarnos y entender como un hábito natural aparcar un poco más lejos, lo deseable es que se realizara fuera de Ronda y caminar hasta el centro.

En la provincia también contamos con el aeropuerto, ¿qué papel podría tener para hacer frente a esta crisis en cuanto a la movilidad?

La oportunidad de negocio actual para los aeropuertos está en el estacionamiento de las flotas de aeronaves que están inactivas, así como el transporte de ciertas mercancías urgentes y perecederas. Estas actividades son precisamente por la que ya había apostado el aeropuerto de Ciudad Real y en la medida que tenga capacidad nos encontramos ante una buena oportunidad de negocio que el aeropuerto podría aprovechar.

En relación a la obra pública, ¿teme una parálisis que pueda afectar a la actividad laboral de muchos de los ingenieros de Caminos?

Quizás sea al contrario, con el parón económico en el turismo y la hostelería y posiblemente la edificación residencial, la obra pública puede ser un motor económico por su alta tasa de retorno para la administración. En este sentido, es previsible que la salida de la crisis se apoye en la obra pública, como ha sucedido en otras crisis. Precisamente, la transformación de las ciudades y sus infraestructuras es una oportunidad relevante. Además, aunque el problema de la COVID-19 en este momento eclipse todo lo demás, el problema del cambio climático y los objetivos de desarrollo sostenible siguen ahí y en esos retos los ingenieros de Caminos tienen un evidente papel que desempeñar.

¿Cuáles podrían ser los sectores con mayor fortaleza en este periodo para la labor de los titulados?

Como decía, la transformación de las ciudades y la movilidad, la modernización de infraestructuras (abastecimientos, saneamientos, etc.), y la lucha contra el cambio climático y sus efectos: inundaciones o protección del litoral destacan como alguno de los proyectos más relevantes que la sociedad actual tiene que resolver y en los que nuestros titulados tienen un papel esencial que cumplir.

Desde el punto de vista de la Escuela de Caminos, ¿cómo ha sido el proceso de adaptación de la actividad académica?

A pesar de que tuvimos que afrontar el reto de transformar de la noche a la mañana nuestras clases dentro de un aula, en clases a través de pantallas de ordenador, el resultado ha sido positivo. En la Escuela de Caminos hemos seguido impartiendo las asignaturas en su horario habitual, hemos podido completar la mayoría de los temarios previstos y la opinión de los estudiantes es favorable, con una valoración extremadamente alta en algunas de las materias. Los Trabajos Proyectuales característicos de nuestras titulaciones, en las que nuestros alumnos resuelven proyectos reales trabajando en equipo igualmente han sido adaptados, cambiando en alguna medida la metodología pero manteniendo los objetivos. Es indudable que el esfuerzo ha sido tremendo, no solo por parte del profesorado por la preparación de multitud de vídeos y material on line, sino también por parte de los estudiantes que tuvieron que adaptarse a estar constantemente ante una pantalla y como alguno me ha transmitido, esta manera de trabajar y estudiar les resulta menos efectiva que la presencial. Pero en conjunto el resultado ha sido bueno.

¿Están trabajando ya en los protocolos de cara al curso que viene?, ¿qué escenarios barajan?

Efectivamente, estamos pensando en diferentes escenarios de cara al inicio del próximo curso en función de cómo avance la pandemia. Comenzar de manera presencial pero manteniendo medidas de distanciamiento y de seguridad es una opción totalmente posible para nuestro centro, pues las aulas de que disponemos y el número limitado de alumnos para el que se ofertan nuestras titulaciones de Grado en Ingeniería Civil y Territorial y el Máster en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos nos lo permiten. Por otro lado,  si las autoridades sanitarias nos impusieran la docencia no presencial o en caso de tener que volver a un confinamiento a mitad de curso, también estaríamos en condiciones adecuadas para ello. Como decía, la experiencia de estos meses, a pesar de la improvisación y urgencia con la que tuvimos que comenzar las clases on line ha sido positiva, por lo que el aprendizaje de este periodo nos está sirviendo para diseñar con un mejor conocimiento esa posible docencia no presencial para el curso próximo, si es que en algún momento hubiera que recurrir a ello.