Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Van como pollos sin cabeza

29/10/2022

A cualquiera --¿a cualquiera?-- le puede ocurrir confundir en un acto oficial, celebrado en Nairobi, a Kenia, con Senegal. O liarse con el título de un libro de Orwell sobradamente conocido. Pero cuando estas cosas les ocurren a los dos políticos más destacados del momento, solo cabe una conclusión: van demasiado apresurados. Colapsan sus agendas y no se dejan tiempo para meditar, para reflexionar, para hablar con la gente, para preparar sus discursos, para estudiar geografía o para comprobar que 1984 se escribió mucho antes, como no podía ser de otra forma, de esa fecha que quería ser una premonición.
No quisiera dar demasiada importancia a lo que podría considerarse anecdótico: a quién no le ha ocurrido una confusión, quién no ha dado un traspié verbal que le ha sumido en un momentáneo ridículo. Pero ellos tienen, tendrían, que cuidarse especialmente de meteduras de pata que mermen el respeto que por ellos puedan sentir sus representados. Y así vamos: como pollos sin cabeza.
Lo que ocurre es que las precipitaciones con anécdota a veces tienen consecuencias. No porque se enfade el presidente keniata -o el senegalés_ o porque las cenizas orwellianas se remuevan en su tumba, sino porque, a veces, la irreflexión derivada de las muchas prisas y de las excesivas ocupaciones derivan en reacciones indeseadas. Así ha ocurrido que la ministra de Hacienda y 'números dos' del PSOE, doña María Jesús Montero, se apresuró a anunciar la próxima reforma del delito de sedición, causando que, en una decisión, tal vez también demasiado visceral y dictada por influencias poco moderadas, el líder de la oposición telefonease al avión en el que Pedro Sánchez abandonaba Pretoria para anunciarle la suspensión 'sine die' de las negociaciones para renovar el poder judicial.
No se reanudarán, le dijo Feijóo al presidente, hasta que se garantice que no habrá reforma del Código Penal en el delito de sedición. Así que si hay reforma no habrá renovación, ligando (y liando) quizá un poco artificialmente una cosa con otra.
Dejando al margen el fondo del asunto -me he proclamado más bien partidario de esta reforma de la sedición, que no tiene por qué significar 'bajarse los pantalones' ante los independentistas catalanes--, creo que ambas partes actúan al margen de los intereses del país y muy pendientes de esa que he llamado tantas veces 'política testicular' española: aquí se hacen las cosas porque a mí se me pone en tal parte. Y, al margen de eso, también pienso que hay que reiterar la denuncia del error de haber designado nada menos que a la ministra de Hacienda, con la que está cayendo, como responsable simultáneamente de manejar el PSOE como vicesecretaria general.
Y claro: ese pluriempleo incompatible lleva a la señora Montero, antes personaje muy competente en lo suyo, a lanzarse al abismo de hacer irreflexivos anuncios que luego tiene que rectificar en voz baja ante los periodistas que la escucharon decir lo contrario a lo que afirmaba ahora en su rectificación: quizá me entendisteis mal, les dijo a los informadores, que la habían entendido perfectamente bien.
Me dicen, para añadir agravantes al asunto que comento, que los organizadores del acto de este sábado en Sevilla, conmemorando los cuarenta años de la victoria socialista de Felipe González, simplemente 'olvidaron' invitar a Alfonso Guerra, nada menos que el otro integrante, con González, de aquella' foto del Palace'. Me parece la versión más edulcorada -peor sería que el 'olvido' fuese intencionado- de una pifia que, no por menor, deja de tener un hondo significado: el PSOE, que es el partido que sustenta al Gobierno, necesita gente que lo pilote con dedicación exclusiva, con tiempo para meditar los pasos que vayan a darse, y con eficacia.
Las prisas que llevan a improvisar, la improvisación que lleva al error, el error que lleva ocasionalmente al desastre, son un factor poco conveniente en la gobernación de un país. Y aquí y ahora, en esta España nuestra, estamos dando excesivas muestras de que empieza a corroernos ese mal. Y, si no, pregúnteselo al presidente de Kenia, William Ruto, que aún debe estar partiéndose de risa ante el desliz de su ilustre visitante. Vamos, ya digo, como pollos sin cabeza, sin saber muy bien adónde estamos yendo, si a Kenia o Senegal (total, ocho horas de vuelo de nada), si a Siria o a Soria, si al futuro de 2023 o al pasado de 1984.