La ciencia de Hipócrates, en la biblioteca pública

D. F.
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El historiador Ángel Pozuelo Reina muestra la importancia del considerado Padre de la Medicina en una exposición con libros, reproducciones de documentos y varios paneles

La ciencia de hipócrates, en la biblioteca pública - Foto: Tomás Fernández de Moya

Libros antiguos, reproducciones y varios paneles de explicaciones históricas forman la exposición De antiquis libris sanitatis: Hipócrates, epidemias, aforismos y pronósticos, que ayer se inauguró en la Biblioteca Pública del Estado en Ciudad Real.

La muestra reúne fondos procedentes de la propia institución cultural, de la Biblioteca del Hospital General Universitario de Ciudad Real y de la colección particular del historiador Ángel Pozuelo Reina, responsable de esta exposición que permanecerá en el vestíbulo principal del edificio de la avenida del Ferrocarril hasta el 29 de noviembre.

En una conversación con La Tribuna, Pozuelo detalla que esta colección «es parte de un proyecto de investigación centrado en localizar una serie de libros claves para la historia de la Medicina».

En el caso de esta muestra se centra específicamente en la figura de Hipócrates, considerado el padre de la medicina basada en la observación y la reflexión científica y no en la magia. Además de la historia del médico griego, natural de la isla de Cos, pero también en las traducciones de dos de sus obras; La epidemias, que vertió en castellano en el siglo XVIII Andrés Piquer, en una edición que incluía también versiones en latín, griego y en castellano en verso; y Aforismos y pronósticos, una colección de dichos y sentencias del médico heleno recogidos en una traducción del periodista e historiador Antonio Zozaya, que se publicó en 1904.

En el caso de la publicación realizada por Andrés Piquer, subraya que uno de los ejemplares editados entonces figura en una de las vitrinas de la exposición, puesto que el ejemplar, «un tesoro», forma parte de los fondos históricos de la Biblioteca Pública.

En este sentido, Pozuelo recuerda que las obras de Hipócrates se estudiaron en las facultades de medicina todavía en el siglo XIX.

En su recorrido por la historia de la curación en la antigua Grecia, el historiador tampoco olvida la situación precedente. De modo que las primeras piezas de la exposición se centran en la extensión de la cultura griega, la expansión de los dorios y el surgimiento de la filosofía. En esta línea, detalla que la extensión del racionalismo y de la búsqueda de la verdad por métodos científicos fue decisiva para que surgiese la medicina hipocrática en sustitución de los cultos mágicos, como el de Asclepio, teórico hijo de Apolo que recibió los conocimientos sobre la curación del centauro Quirón. Así, Pozuelo destaca que el principal método de diagnóstico utilizado en los templos dedicados a Asclepio era vigilar y escuchar al paciente mientras dormía.

Sin embargo, a pesar del avance que supuso la nueva medicina que impulsó Hipócrates, se basó en la consideración errónea de la salud como el resultado del equilibrio entre cuatro humores, bilis negra, bilis amarilla, flema y sangre, cada uno correspondiente a una determinada parte del cuerpo, de modo que en teoría, cuando se producía un exceso de estos líquidos era cuando se producía de la enfermedad.

Otros aspectos del legado del médico de Cos son el bastón con la serpiente que representa a la Medicina. En este sentido, Pozuelo detalla que el bastón nudoso «dice que los médicos eran andarines, que iban de un lugar a otro para aprender y enseñar su arte». Lo que abunda en otra de las características de su trayectoria, su interés por formar a nuevos médicos.

Así como el juramento hipocrático, que realizan quienes se gradúan en la carrera de Medicina, aunque la versión actual de este documento está modernizada para los requisitos del presente. En su origen, preguntaba al aspirante a médico sobre sus obligaciones hacia los pacientes y otros colegas, tanto del médico como de su familia.