Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


El mundo rural y su «cita histórica»

24/03/2022

El mundo rural despierta'. ¡Vaya que si despertó! Y bien temprano. La madrugada del domingo pasado fue testigo de los más de mil quinientos autobuses que recorrieron las carreteras españolas. Partieron desde las distintas comunidades hacia un mismo destino: Madrid. En algunos rincones, aún no había amanecido. El día iba a ser frío, pero no importaba, todas las brasas estaban puestas en el asador. La gente del campo dejó sus tierras atrás y llenó la mochila de sus preocupaciones, anhelos, inquietudes y problemas. Un solo objetivo: alzar la voz y dejar claro el descontento ante la política rural llevada a cabo. Un destinatario: el Gobierno.
Cuando se camina al borde del precipicio, el peligro se ve muy claro. Al límite. Así se sienten, así están.  Fueron llegando a la capital con las ideas muy claras, con la fuerza y las ganas que en otras ocasiones no habían demostrado. Esta vez sí, contaban con la unión como principal arma de batalla. Ganaderos, agricultores, cazadores, regantes, toreros, todos juntos.  Todos a una, como los tres mosqueteros. Primero cientos, luego miles, y más miles y más… hasta 400.000, según los organizadores (Asaja, COAG, UPA, Fenacore, Federación de caza, cooperativas de regantes…). La delegación del Gobierno se quedó en 150.000.
Un inicio: el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, cerca de la Puerta del AVE. De allí, de los trenes también se fueron sumando quienes no quisieron perderse este viaje. Muchos. Y un final: el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, al lado de Nuevos Ministerios. Entre un punto y el otro, el Paseo del Prado, Recoletos, Castellana, con la Cibeles, Neptuno o Colón de testigos. Un largo recorrido a rebosar de gente de bien, con sus pancartas, tractores, caballos y perros. Sonidos inconfundibles: el de las caracolas cuando los rehaleros llaman a sus perros al término de la montería, el de los ciervos en la berrea, el del toro bravo, el de los cencerros… Y el de los silbatos, como símbolo inconfundible de rechazo. Un 'basta ya' a un Gobierno que consideran que les ha abandonado.
Asombroso lo vivido en el centro de Madrid. Emocionante sentirse en medio de esa multitud reivindicativa, pero calmada, que exhibe como nadie una unidad que tanto escasea. Impactante esa alfombra de colores, hermosa por lo que significa. Y sin incidentes. Todo un ejemplo.
Los mensajes lanzados contra el Gobierno y en defensa de que el campo no se hunda fueron muchos. En las pancartas y carteles que los manifestantes portaban se podían leer infinitos mensajes: contra la subida de los carburantes, la protección del lobo, las leyes anticaza, los bajos precios de los productos del campo, el alto coste de las materias primas... También en positivo: el amor por lo nuestro, la defensa de lo rural y la caza, el cuidado de los animales, el respeto por las tradiciones…
Una «cita histórica» en la que quedó claro que 'Si el campo no se mueve, la ciudad se muere'.