Aurelio Martín

LA COLUMNA

Aurelio Martín

Periodista


Diferentes estilos

06/06/2022

El candidato del PP en Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, a quien las encuestas le sitúan al borde de la mayoría absoluta en los comicios del 19 de junio, está marcando un estilo diferente que el que practican otros dirigentes de su partido, más proclives a imitar a la ultraderecha pensando que con ello podrán conseguir más apoyos y dejándose llevar a la vez por algunos tertulianos que les consideran como acomplejados, siempre que no hagan lo que les dictan por los micrófonos. 
Con un espacio de centro tan amplio como existe en el mapa electoral español, radicalizarse para conseguir mimetizarse con el adversario a la derecha es un error que ya practicó Pablo Casado y que le han quedado retazos a su sustituto y actual presidente Alberto Núñez Feijóo, aunque bandea mejor las situaciones. Desde luego, si se desciende a otros cargos, la práctica la mantienen en muchos posibles candidatos a las municipales y algunas autonómicas que se ven en el sillón -sin intención de renunciar- con el apoyo del partido de Santiago Abascal. Eso sí, ya se plantean exigencias, como es la participación en los gobiernos, lo que puede llegar a dar algún que otro disgusto como en Castilla y León, la primera comunidad donde se ha puesto en marcha esta práctica. 
Moreno Bonilla está vendiendo su gestión, que ha desarrollado en coalición con Cs, que desaparece prácticamente del mapa político, lo que no deja de ser paradójico cuando su dirigente Juan Marín ha recibido de los encuestados la segunda mejor puntuación después de la del presidente. Además, ha dejado en un segundo plano la marca de su partido, no quiere la presencia de altos cargos orgánicos nacionales y se interesa por hacer un papel de «centralidad y de inclusividad», sin estar pendiente de Vox ni de ninguna otra fuerza política, como declara cada vez que tiene oportunidad. 
Los resultados de estas elecciones serán importantes porque pueden demostrar a muchos populares que se han equivocado de estrategia y que quizá tengan que corregir, aunque también existe el peligro de que el partido se divida en dos, sin que se hayan cerrado aún las heridas que quedaron del congreso tras el desalojo de Casado de la sede de la calle Génova que, por cierto, ya no se vende. Núñez Feijóo fue recibido con esperanza en abril, pero puede encontrar una sombra por un haber cumplido con las expectativas, que no eran otras que las de no caer en los errores de su antecesor. 
Con un PSOE noqueado en Andalucía, tras las sentencias de los ERE, pendientes de la resolución de los recursos ante el Tribunal Supremo, y el desgaste de 41 años de Gobierno, la victoria del PP con mayoría absoluta supondría un éxito, pero llevaría el nombre de Juanma Moreno, más que el de su partido, a quien no quedaría más remedio que cambiar el paso con cierto disgusto tras su aclamado líder, cuya figura quedaría ensombrecida desde el sur, donde se ha instalado el laboratorio.