El ocaso de la otra guerra fría

Agencias
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Estados Unidos y Rusia superan sus diferencias y pactan un camino de mínimos para la seguridad mundial

El ocaso de la otra guerra fría - Foto: PETER KLAUNZER

El retorno al diálogo fue el gran resultado de la cumbre celebrada el pasado miércoles en Ginebra entre los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de Estados Unidos Joe Biden, coincidieron ayer expertos y politólogos de todo el mundo. 

Las primeras reacciones de ambos mandatarios nada más terminar el encuentro ya demostraron la sintonía que había por marcar un punto de encuentro a sus respectivas desavenencias. Interpretación que ha sido posteriormente asumida por ambas partes. 

Así, desde el Kremlin, el portavoz de la Presidencia, Dmitri Peskov, destacó que aunque «desde el comienzo advertimos sobre las elevadas expectativas de esta cumbre, lo cierto es que ahora podemos decir, basándonos en la valoración del propio Putin, que transcurrió con un signo más».

«La declaración conjunta de los presidentes estadounidense y ruso abre la vía a discusiones sobre la estabilidad estratégica y el control del armamento entre los dos países, que poseen actualmente cerca del 90 por ciento de la reserva mundial de armas nucleares», declaró un portavoz del Ministerio de Exteriores ruso.

Desde Occidente, el análisis es el mismo. En este contexto, el Gobierno francés valoró muy positivamente la cita y apuntó que abre la vía a un diálogo sobre la estabilidad estratégica entre ambos bloques.

En este sentido, un diálogo con Rusia «es necesario en un contexto de desintegración progresiva de los instrumentos de control del armamento existente, tal y como lo constataron los jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN en su cumbre de Bruselas del 14 de junio», anotaron desde el Elíseo.

La cumbre demostró que «Rusia y Estados Unidos no quieren un empeoramiento de las relaciones ni una escalada de la confrontación», afirmó el académico Dmitri Súslov, del Centro de Estudios Internacionales y Europeos. Aunque Rusia y EEUU siguen siendo adversarios y mantienen posturas diametralmente opuestas en asuntos como Ucrania, Bielorrusia, Siria, la seguridad europea y mucho otros, «comienzan a entablar una cooperación selectiva o sectorial en una serie de ámbitos».

Moscú y Washigton vuelven a tener una agenda, algo que hace seis meses no existía y que incluye la estabilidad estratégica y la ciberseguridad y, asimismo, han dado un paso hacia la normalización de sus relaciones diplomáticas.