Alfonso José Ramírez

Alfonso José Ramírez

Eudaimonía


Humanizar lo digital

18/02/2022

En línea con la perspectiva abierta por la Escuela de Frankfurt, en relación a su Teoría Crítica, la cual nos proponía con plena validez una vía de reflexión sobre la instrumentalización a la que se ve sometido el ser humano por causa de la tecnología. Cuando el medio se convierte en fin y el fin en medio, la tecnología se convierte en sustantivo y deja de ser un adjetivo.  

Desde este prisma, podemos asistir en nuestra sociedad "avanzada" a un episodio del paroxismo e impacto sobreabundante de las tecnologías, el cual nos ofrece una oportunidad para el detenimiento reflexivo: ¿cómo están actuando las tecnologías en la sociedad: son ocasión para la inclusión o para la exclusión social?

Un episodio de nuestra más reciente actualidad nos trae a la retina reflexiva la disfuncionalidad de las tecnologías. De un tiempo a esta parte está emergiendo un incipiente movimiento de concienciación y reivindicación de las personas mayores por la inclusión con las tecnologías digitales para acceder a operar en las entidades bancarias, que poco a poco va calando expansivamente en la conciencia social.

¿En nombre de las tecnologías, el avance, progreso o desarrollo puede un colectivo social tan numeroso, como es el de las personas de la tercera edad, quedar excluidos de la operatividad en estas entidades? Se supone que las tecnologías digitales son un instrumento o medio de acceso a la gestión, para facilitar la vida, pero se da el caso que en este caso dificultan y suponen un obstáculo que en numerosos casos es de imposible superación. Muchas personas se quedan excluidas de la posibilidad de manejar un entorno virtual, porque generacionalmente no han sido alfabetizadas en el uso y manejo de las mismas.

Sin embargo, si se llegó plantear en años precedentes que el acceso a internet fuera un derecho más -¿de cuarta generación?- para todas las sociedades avanzadas, pero ¿qué ocurre con aquellas personas que no pueden acceder a la sociedad del internet por diversos motivos?

La Escuela de Frankfurt señalaba que cuando el conocimiento se pone al servicio de los intereses, en este caso los económicos, deja de ser conocimiento racional y humanizador. La humanización vuelve a salirnos al paso, como una demanda necesaria y de primer orden, en una sociedad que se digitaliza a pasos agigantados. La digitalización se antepone a las personas, por ello, urge una razón humanitaria, que les devuelva el carácter de medio. Incido en el rasgo de razón humanitaria, por que en situaciones de crisis y emergencias por catástrofes u otros acontecimientos, se proponen vías humanitarias de solución: el caso de las personas mayores reclamando es un indicio de que urge una solución y respuesta al pandigitalismo.

Por otro lado, paradójicamente, determinadas zonas de la llamada España "despoblada" -pequeños núcleos de población rural- que gracias a la tecnología podrían recibir servicios idénticos o muy similares a zonas de población más pobladas están privadas del acceso a internet o se quedan sin entidades bancarias que operan, ¡curioso! Allá donde el acceso a internet podría ser un instrumento o herramienta para proveer de servicios por ser poblaciones más aisladas, sin embargo, no hay acceso. Es este el caso en el que las tecnologías podrían ser un instrumento de inclusión social y, sin embargo, no están operativas para estos colectivos sociales.

Ambas situaciones nos sitúan ante un hecho de exclusión social, con un mismo perfil de análisis: lo que importa no son las personas, sino la rentabilidad económica. La tecnología no está dirigida para operar en favor de las necesidades de la población, si no en la búsqueda de un beneficio particular y privado.

Y sale aquí al paso, la promesa todavía por cumplir, de convertir el acceso a internet en un derecho social. Toda realidad que adquiere la declaración de derecho se ha de convertir en universal y su validez ha de ser reconocida con carácter público. La titularidad de los derechos somos las personas, por lo que el objetivo de la tecnología ha de ser el de proveer de servicios a las personas, mejorar la calidad de la vida de la sociedad, pero tanto su exceso como su defecto, son indicadores de que la finalidad de la misma no está bien orientada, dirigida al punto de mira prioritario: las personas.

Se hace necesaria una humanización de las tecnologías, por lo que urge una razón humanitaria que supere la exclusión social en nombre del avance y el progreso. Con Ortega podemos decir que si la tecnología se sustantiviza se desvincula del proyecto humano que le es propio. Acceso a internet, sí, provisión del mismo con carácter de derecho por supuesto, pero con orientación humanitaria. Apostemos por un derecho regulado, adaptado a las posibilidades de la realidad diferenciada y diversa de las personas.