El momento actual está generando una gran cantidad de dudas entre las personas que están decididas a firmar una hipoteca. La previsible subida del euríbor por parte de la Federación Bancaria Europea en los próximos meses, como ya ha empezado a hacer la FED esta semana con un alza de un cuarto de punto, está aumentado la incertidumbre en los inversores a la hora de decidirse qué tipo de crédito contratar.
Se trata de una decisión importante que hay que estudiar analizando las ventajas e inconvenientes que cada modalidad tiene y, sobre todo, teniendo en cuenta las condiciones del mercado financiero actual, la cuantía de la hipoteca, el tiempo de amortización y el perfil del sujeto prestatario en un contexto de cambios constantes.
Ante esta cuestión, los economistas aseguran que no hay una mejor o peor opción, sino que todo depende de las características y preferencias del cliente y de lo que se esté buscando, pero lo cierto es que de hacerlo de una u otra manera puede redundar en el pago de una mayor o menor cantidad de intereses, que es lo que va a hacer encarecer el crédito para la adquisición de un inmueble.
La diferencia principal entre ambas es que una hipoteca a tipo fijo garantiza pagar el mismo importe durante todos los años que se haya contratado el préstamo, ofreciendo mayor estabilidad y seguridad. Por otra parte, con cualquier crédito variable se puede pagar una cuota inferior mientras el euríbor se mantenga en niveles negativos por debajo del 0%. Ahora bien, el prestatario debe ser consciente de que este índice puede subir en el futuro y encarecer sus cuotas. Por ello, antes de tramitar una solicitud, es aconsejable calcular si se podría afrontar las mensualidades en los casos de que el referencial escalara hasta el 1%, el 2%, el 3% o más.
En este contexto, la subida del euríbor ha trastocado el mercado al pasar del -0,477% en enero al -0,335% en febrero. Ante esta situación, expertos financieros aseguran que la respuesta de la banca a este giro está siendo inmediata: al ver que pueden ganar más dinero con sus tipos variables, muchas entidades han decidido abaratarlos para atraer a los clientes hacia esta modalidad. Con este mismo objetivo, también han encarecido sus préstamos a interés fijo, cuyo precio alcanzó mínimos históricos el año pasado.
Un aspecto a valorar es también el TIN, es decir, el tipo nominal que representa el porcentaje fijo que se pacta con el banco por el dinero prestado, sin incluir, como sí hace la TAE, los gastos y las comisiones.
Para las personas que tienen ya contratada una hipoteca a tipo variable y estén pensando en cambiar a fijo, ante la previsión de la subida del euríbor, los expertos financieros aconsejan tener en cuenta que, a priori, van a tener que pagar más de lo que tienen contratado puesto que su banco les va a endurecer las condiciones.
No existe ninguna certeza de que el cambio vaya a ahorrar el pago de intereses, incluso, puede hasta incrementarse en función de cómo se comporte el mercado en el futuro. Asimismo, exponer de una hipoteca de variable a una fija conlleva revisar el período de amortización que ambas permiten.
Novación y subrogación
A las personas que den el paso de cambiar el tipo en sus hipotecas, el banco siempre les propondrá hacerlo a través de una novación en la que se modifican las condiciones pactadas como el tipo de interés, la cantidad prestada que suele ampliarse en la mayoría de las ocasiones y el período de amortización. También está la modalidad de subrogación con una entidad distinta con la que se abrió el crédito inicial en el que también se pactan nuevas cláusulas.