Aislados en una aldea de nueve habitantes

A. Criado
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Tienen el virus a muchos kilómetros y sólo la escasez de medicamentos y la necesidad de viajar a Almodóvar del Campo puede alterar el tranquilo confinamiento en Valdeazogues

Aislados en una aldea de nueve habitantes - Foto: Jesús Monroy

La crisis sanitaria está afectando a todos los habitantes del país. Los medios de comunicación muestran estos días insólitas imágenes y fotografías de avenidas y calles desiertas, parques vacíos y carreteras por las que apenas circulan coches. Lejos de los problemas que ocasiona el confinamiento decretado en el marco del estado de alarma en las ciudades y los grandes pueblos, la vida continúa a otro ritmo en las pequeñas aldeas y pedanías de Ciudad Real, aunque sus pocos vecinos no son ajenos al trágico desarrollo de la pandemia ni a sus consecuencias. Para Cipriana Moreno supuso un gran alivio que la Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha publicara una instrucción para autorizar la venta ambulante de productos de primera necesidad en aquellos pueblos y pedanías que carecen de establecimientos comerciales permanentes para abastecerse. Es el caso de Valdeazogues, una aldea de Almodóvar del Campo en la que actualmente viven nueve personas y de la que es alcaldesa pedánea desde hace nueve años. Cipriana vive en Valdeazogues desde hace siete años, cuando se jubiló su marido y regresaron de Madrid junto a su madre, de 92 años. También está ahora en casa su hijo, que volvió para una intervención quirúrgica y ya no ha regresado a la capital de España. Desde el estallido de la crisis sanitaria ha estado en contacto telefónico en varias ocasiones con el alcalde de Almodóvar del Campo, José Lozano, para expresarle sus preocupaciones y dudas ante las posibles consecuencias derivadas de la expansión del virus para su familia y sus otros cinco vecinos. «En Valdeazogues no tenemos de nada, ni siquiera un bar», afirma la regidora. Los vecinos, de avanzada edad, apenas salen del pueblo y compran la comida y otros productos de primera necesidad los viernes, cuando llega a la aldea un vendedor ambulante. Solventado este problema con la orden de la Junta, la escasez de medicamentos se presenta como nuevo contratiempo. «Se están agotando y no nos va a quedar más remedio que desplazarnos a Almodóvar del Campo, a más de 30 kilómetros para ir a una farmacia», agrega Cipriana para subrayar que, en estos casos, para aprovechar el viaje, reúnen las «cartillas» de todos los vecinos y hacen una compra conjunta. No cabe duda de que, en estas circunstancias excepcionales, el encierro en una aldea de nueve vecinos es mucho más llevadero que en los pueblos y ciudades. «No nos cruzamos con nadie» y durante estos días ha podido recrearse aún más en una de sus aficiones favoritas: la lectura. A pesar del aislamiento, la alcaldesa hace hincapié en que mantienen, por si acaso, una distancia preventiva cuando se comunican con el resto de vecinos. Y es que el virus sigue avanzando y no respeta tampoco a estos pequeños núcleos de población (76 en toda la provincia). El alcalde de Alhambra confirmaba hace unos días un caso positivo en Pozo de la Serna, aunque esta pedanía supera los 300 habitantes. Almodóvar del Campo, Malagón y Porzuna son los municipios con un mayor número de aldeas y sus alcaldes aseguran que están en permanente contacto con los pedáneos, sobre todo a través de los servicios sociales, para atender cualquier imprevisto o demanda.