José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Doctrina Belarra

09/03/2022

En paralelo y en prolongación de la denominada ya por Lluís Bassets –el pasado domingo en el suplemento Ideas– Doctrina Putin –que no deja de ser una doctrina perversa y siniestra de la intimidación nuclear con pretensiones de alterar el orden geopolítico universal–, aquí nos despachamos con la doméstica –y no sé si domesticada e interiorizada– Doctrina Belarra, con otras pretensiones tan diferenciadas como erráticas propias del momento mundial.

 

Consiste la citada Doctrina Belarra –todo un hallazgo en los anales de la Política–, desplegada por la actual secretaria general del partido Podemos –y, no lo olvidemos, Ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, del Gobierno de Sánchez del que disiente abiertamente, pero del que no dimite en un extraño ejercicio de funambulismo– y heredera de la anterior magistratura del fundador Pablo Iglesias, en una simplificación extrema del tablero político, para repartir –como en la parábola evangélica de los talentos– las insignias y honores entre los partidos políticos de la guerra y los partidos políticos –por inversión y por oposición– de la Paz.

 

Donde queda claro que los declarantes de Podemos pertenecen al hemisferio de la paz, mientras que los que se opongan a sus teorías y planteamientos militarán en el odiado plano de la guerra y de los partidos de la guerra. Plano de la guerra caracterizado por todos aquellos partidos y particulares que son partidarios –valga la redundancia de tanto particularismo partidista– de la entrega de armas defensivas y ofensivas al gobierno de Ucrania, en acuerdo de lo fijado por la Unión Europea. La paz, según Belarra, se construye desarmando a los ucranianos, para facilitar el paseo triunfal de Vladimir Putin, quien está haciendo uso de los instrumentos y medios de guerra, para defenderse del genocidio y de la nazificación de Ucrania –y de la consecuente amenaza del débil sobre el fuerte–.

 

En 2003 –y tras la invasión de Irak por los Estados Unidos de Bush– fue fácil entonar el 'No a la guerra' en alusión al rechazo al invasor, como recordamos todos. Ahora se ha entonado por los partidos autodenominados como 'Partidos de la paz', no tal proclama que dejaría arrinconado al nuevo invasor ruso, sino otro más difuso como 'No a la OTAN'. Para construir el relato belarriano de que el auténtico protagonista de la invasión y guerra de Ucrania no ha sido Putin sino la OTAN, que pese a haber reducido drásticamente la presencia de sus tropas en Europa, desde 1991, sigue siendo la verdadera amenaza de Rusia y sus estados asociados. Difícil de digerir, pese al constructo.