José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


El exilio de Pablo

13/04/2022

Días pasados, en su intervención radiofónica en el programa 'El ágora' –ideado por Cadena SER para mayor gloria del personaje– Pablo Iglesias, exsecretario general de Podemos y exvicepresidente primero del Gobierno de Pedro Sánchez, construyó un alegato retórico de enorme calado y de más apariencia que realidad. Alegatos retóricos a los que nos tiene habituados desde que –abandonado el Gobierno y su pompa y circunstancia– pisa foros públicos y alfombras privadas con harta frecuencia. Obsérvese que mantiene colaboraciones abiertas con diversos medios, que van desde el podcast de Público, al programa de la SER y de RAC1, desde sus participaciones en Ara, Gara y CTXT. No contento con ello, la TVE pública inaugura un nuevo programa de entrevistas denominado 'Plano general', que ha abierto con el marginado Iglesias, muy zarandeado por los medios adversos, pero bien publicitado por los medios próximos. No hay, por ello, marginalidad del personaje, como se puede observar. Todo ello, además, como promoción de su reciente libro Verdades a la cara: recuerdos de los años salvajes, y que, a juicio de la promoción editorial, nada neutral como es previsible, es «un testimonio imprescindible de la política de la última década» y, además de ello, tiene atributos como «ser uno de los libros más esperados del año» (¿…?). Y a pesar de ello, Iglesias se siente amenazado por el lobo Feijóo vestido de blanco. 

Advirtió en 'El ágora', del 5 de abril pasado, a todos aquellos –no sé cuántos serán en ese empeño– que tratan, a su juicio, de «blanquear a Alberto Núñez Feijóo» que la senda es peligrosa, como en la canción del Fary 'Amigo conductor'. Atención, por ello. Y más aún, cuando el blanqueo feijoista viene de parte de la izquierda mediática. Amenaza del comentarista Iglesias, toda vez que, en unas hipotéticas elecciones generales venideras, ganadas por el Partido Popular de Núñez Feijóo precisarían del apoyo de Vox. Y él, según confesaba pesaroso en esas declaraciones anti-blanqueo, se vería obligado a irse al exilio en esa hipótesis de gobernanza alternativa. «O la izquierda asume la cultura del conflicto o yo me tengo que exiliar» sería su argumentario, exponiendo, una vez más, la confusión permanente, entre lo propio y lo ajeno. 

Ya ha habido en Podemos la confusión de no querer comparar el exilio ucraniano –de segunda o tercera– con el exilio republicano de la Guerra Civil española, demostrando con ello lo selectivo de sus metáforas, lo inverso de sus comparaciones y retóricas. Y es ahora Iglesias, desde sus plataformas privilegiadas, el que advierte de estos temores de fractura.