Fernando Kirico: «Las carrozas se encargaron muy tarde»

Diego Farto
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Es un artista con presencia en su ciudad, con participación activa en la vida social y cultural. La pasada semana el Ayuntamiento formalizó la recepción de la escultura del Arlequín de la Suerte. También fue el diseñador de las carrozas de Reyes

Fernando Kirico: «Las carrozas se encargaron muy tarde» - Foto: Tomás Fernández de Moya

Nacido en Ciudad Real, Kirico es un artista con presencia en su ciudad, con participación activa en la vida social y cultural. La pasada semana el Ayuntamiento formalizó la recepción de la escultura del Arlequín de la Suerte. También fue el diseñador de las carrozas de la última cabalgata de Reyes.

¿Qué sensaciones le produjo que el Ayuntamiento adquiriera el Arlequín de la suerte?

Para mi es un placer que sea propiedad de la ciudad. El Ayuntamiento lo compra en nombre de los ciudadanos, con lo que se convierte en patrimonio de Ciudad Real. Hace cuatro años, en las anteriores elecciones, el compromiso lo adquirió la alcaldesa anterior, Pilar Zamora, y ahora Eva Masías lo ha materializado. Creo que el Ayuntamiento debería hacer una labor muy proactiva y que en cada obra que se proyecte, donde se habla de millones de euros, se dedique una cantidad como el 0,7% o un 1% a una obra escultórica y consolidar un patrimonio. También debería apostar por obra contemporánea que es más difícil de digerir por algún sector del público.

¿Cuándo surgió la idea de esta figura?

El mérito hay que reconocérselo a Ismael Aranda, el dueño de la joyería Macarfe. Me dijo: «No tenemos nada representativo del Carnaval de Ciudad Real». Me mostró un cartel de 1919, un Pierrot, y me pidió que hiciera algo para la joyería. Diseñé esta escultura y él compró 20 piezas. El Ayuntamiento se lo compró cuando Rafael Romero era concejal de Cultura para regalar al pregonero del Carnaval. También se la dieron a los ganadores del desfile del Domingo de Piñata. Al año siguiente, Macarfe no quería seguir y me propuso que me encargara yo del abastecimiento de la pieza.

Residió varios años en Madrid, ¿qué le llevo a establecerse de nuevo en Ciudad Real?

Viví alrededor de 16 años en Madrid. Tenía un taller por Vallecas, pero es una vida muy dura. Decidí apostar por la enseñanza, trabajé en un par de colegios y en un instituto, pero siempre haciéndolo compatible con la opción de pintar y hacer escultura. En un viaje en tren me encontré con un compañero de la Escuela de Artes de Ciudad Real, que me dice que se iba a crear una escuela en Tomelloso y necesitaban gente para trabajar en ella. Al llegar a Atocha saqué el billete de vuelta a Ciudad Real porque se cerraban los plazos, hice toda la documentación, fui a la Delegación de Educación y presenté los papeles para participar en ese concurso de méritos. Entré en la Escuela de Artes de Tomelloso hace justo 40 años. El horario era por la tarde, de cuatro a diez, con lo cual, podía dedicar las mañanas a mi actividad artística.

Cómo artista, ¿qué le aportaba la enseñanza?

Es fundamental. Desde que me jubilé lo echo muchísimo de menos. Te rejuvenece por el contacto con gente joven. Cuando me jubilé ya le di clase a hijos de algunos de mis primeros alumnos. La primera cuestión es que te obliga a aprender todos los días, la formación implica tener muchos fundamentos y conocer los materiales con los que se trabaja, en este caso, con contenidos artísticos. Como empecé a estudiar arquitectura, daba cualquier asignatura que me pidieran, porque me atrevía con todo. Lo mismo daba técnica, que volumen, color, dibujo artístico, fundamentos de diseño, fotografía... Eso me ha permitido ponerme al día sistemáticamente en todas las materias. Me obligaba a estudiar cosas que luego las aplicaba a mis historias. Además, aprendes muchísimo de los alumnos, porque cuando te hacen una pregunta tienes que dar una respuesta adecuada, no puede ser improvisada.

Hace tiempo que se habla de que realizará una exposición retrospectiva, ¿cómo está la cuestión? 

Yo soy un artista que expositivamente me he prodigado poco. Si tienes la suerte de hacer varias exposiciones consecutivas, eso te depura un poco la obra. Me gusta la idea de hacer una exposición autobiográfica, más que retrospectiva, porque es mostrar obra desde que estaba en la Escuela de Bellas Artes, en los años 70, y en la Escuela Superior de Arquitectura; los primeros dibujos, las primeras pinturas, las primeras esculturas, hasta ahora. Me gustaría encontrar un espacio expositivo que me permita traer obra suficiente, porque con menos de 200 piezas no se puede hacer. Sería una exposición en la que se pueda ver una trayectoria y se entiendan esos cambios que ha habido en mi obra, porque hay que explicar de dónde vienen las ideas.

Recientemente realizó las carrozas de la Cabalgata de Reyes, que recibieron muchísimas críticas, ¿cómo asume esa reacción?

Con naturalidad. Hay ocasiones en que te equivocas. Los responsables somos un grupo de personas que por circunstancias ajenas a nuestra voluntad  teníamos que hacer las carrozas en un tiempo limitado y en unas condiciones que podían haber sido mejores, pero fueron las que fueron. Nos dejaron un espacio que era pequeño, era estupendo, pero no había altura, de manera que cuando intentábamos hacer algunas cosas, el local nos obligaba a rectificar. Luego, se encargó muy tarde y cuando íbamos a buscar material, ya estaba agotado, tenía que conformarme con restos y pagarlos carísimos. Este material hay que comprarlo en agosto, no en noviembre o diciembre. Y con las plataformas lo mismo, ya no había otras.